Alejandra ni se imaginaba que esa tarde del 18 de febrero de 2014 su vida cambiaría para siempre. Había salido a marchar con su mamá y sus hermanos el día que Leopoldo López se alzó y llamó al pueblo a la rebelión.

Cuando estaban a la altura de la avenida Cedeño en la ciudad de Valencia se desató un ataque en contra de los manifestantes tan o más violento que como se verían en los días subsiguientes. Las balas volaban por todos lados, y una de ellas impactó en la cabeza de su hermana, la modelo Génesis Carmona. Murió al día siguiente.

Todos vimos en la prensa y en las redes sociales a Génesis casi sin vida en los brazos de un compañero de lucha que la llevó hasta el hospital más cercano. Y ahí a su lado estuvo Alejandra, sin pegar un ojo hasta conocer su suerte. Su lamentable suerte. Esa misma que la persiguió hasta que salió huyendo del país un poco más de un mes después. ¿Cómo despides a una hermana en tan poco tiempo?

Han pasado seis años desde que emigró a la ciudad de Miami, se casó y tuvo una hija a la que le puso Génesis por un sueño que tuvo: “Yo no quería ponerle como mi hermana, pero mi hermana me habló y me dio su nombre”. De alguna forma la honra y recuerda todos los días a través de su descendencia. Hay días donde la melancolía y la nostalgia la inundan, pensando e imaginándose a su hermana como tía, y por qué no, que la hubiera dado el título de tía a ella.

“Nunca se hizo justicia. En Venezuela mueren cientos de personas todos los días y no nos queda más nada sino llorarlos, enterrarlos y pasar la página”. Alejandra ya no piensa en el asesino de su hermana. No cree haber pasado la página. Pero se siente en paz sabiendo que su hermana vela por ella de alguna forma. “Antes de que Génesis muriera estábamos por empezar a montar un show de la película Frozen de Disney. Ella iba a ser Elsa y yo iba a ser Anna. Eso nunca sucedió”.

Alejandra se dedica a tiempo completo a animar fiestas infantiles, se disfraza de múltiples princesas y superhéroes y entretiene a niños con juegos y haciéndoles creer por un rato que ella es su personaje favorito. Ya perdió la cuenta de las veces que ha cantado el “Cumpleaños feliz”.

Estando en el exilio le ha tocado ponerse cientos de veces en los zapatos de Anna, de la hermana de la reina de Arandelle. “Cada vez que hago un show con mi compañera es como si de cierta forma lo hiciera con mi hermana. Prácticamente no puedo hacer contacto visual con ella porque enseguida me pongo a llorar. Aun hoy en día me conmueve mucho”.

Alejandra pidió asilo político, aún espera su cita con el Departamento de Inmigración. No tiene prisa ni tampoco ganas de volver a Venezuela. Siente miedo de volver algún día, por eso prefiere que su hermana la siga visitando cuando duerme y le revele cosas, la aconseje, y que bailen y canten “Let it go” como ella siempre lo soñó.


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