En otros artículos me he referido a Edward Murphy (1918-1990), un brillante ingeniero aeroespacial quien después de varias décadas planificando y dirigiendo pruebas de aceleración en cohetes y en los sistemas de eyección de tripulación de todo tipo de aviones experimentales y helicópteros de última generación, incluyendo los sistemas de seguridad del Proyecto Apolo, resumió su experiencia en un cuerpo de recomendaciones de seguridad con el fin de adelantarse al peor escenario y a las que denominó:  “Leyes de la máxima fatalidad, provocadas con el mínimo esfuerzo”. El enunciado fundamental de estas reglas podría resumirse así: «Si hay varias maneras de hacer una tarea, y uno de estos caminos conduce al desastre, entonces alguien utilizará ese camino» y «Si algo puede salir mal, saldrá mal. Cuando parece que ya nada puede ir peor, empeorará”.

Después de 21 años de improvisación, incapacidad, ineficiencia, destrucción, corrupción y despropósito del régimen chavista, la Asamblea Nacional (ilegítima), cuerpo legislativo fraudulento desconocido por la mayoría de los países democráticos, realizó un simulacro más de los que nos tiene acostumbrados el régimen, al sancionar recientemente un conjunto de 33 leyes que propician el marco normativo de lo que el chavismo denomina Estado comunal, siendo un tiro de gracia a la Constitución y una forma de terminar de demoler lo que a duras penas queda en pie en Venezuela.

En un país donde impera la Ley de la Selva, nunca imaginó  Murphy que las suyas calzarían perfectamente en Venezuela. Una de estas dice: “Los problemas complejos, tienen soluciones erróneas”. Así ha sucedido con el experimento del socialismo del siglo XXI, donde un contingente de militares y activistas políticos sin ninguna preparación para administrar un país moderno lo llevaron al fracaso en todos los órdenes, desde la forma arbitraria de disponer, robar y dilapidar los recursos de la nación, la destrucción del aparato productivo, hasta el colapso de los servicios públicos, conduciendo al país al desastre humanitario del presente.

Con relación a la ruina de Pdvsa y de las industrias estratégicas, no bastó ser militante del PSUV y jurar lealtad al “comandante eterno” o al general a cargo para saber cómo administrar una empresa o manejar un taladro en una plataforma. Murphy afirma: “La destreza es directamente proporcional al número de aparatos que haya estropeado por completo”; “Solo porque sepa el nombre de la pieza que anda mal, no significa que sepa lo que es, cómo funciona o cómo solucionar el desperfecto”. Los principios para construir la reputación y cultura organizacional y en especial para producir y exportar petróleo, tarea que eficientemente desempeñaban los 20.000 ingenieros y técnicos que habían colocado a la empresa entre las mejores del mundo, fueron despedidos por Chávez con sonoros pitazos y al grito de “¡…Pa’fueraaaa!” en aquel vergonzoso Aló, Presidente. La excelencia corporativa de décadas fue sustituida por propaganda ideológica, eslóganes, improvisación y el reclutamiento de los más ineptos y los más corruptos. Aquí volvemos a Murphy: “La causa principal de los problemas son las soluciones que algunos aportan” y “La ineficacia y la estupidez del personal corresponde a la ineficacia y estupidez de los jefes”.

Si Murphy recomendó “nunca intentar repetir un experimento que haya salido bien”, por el contrario, Chávez y su sucesor se empecinaron en repetir el estruendoso fracaso del experimento cubano. El chavismo actúa tal como Murphy lo confirmó: 1) “No crea que el modelo es la realidad”. 2) “No distorsione la realidad para que se ajuste al modelo”. 3) “No piense que lo ha construido con solo ponerle un nombre al modelo”. Aquí, Murphy es cáustico: “Si los hechos no se ajustan a la teoría, tendrá que deshacerse de los hechos”.

¿Cómo recomponer todo lo que el régimen, cual Midas en negativo, ha arruinado? Según Murphy: “El tiempo necesario para rectificar una situación es inversamente proporcional al tiempo que se tardó en crearla. Ejemplo: hace falta más tiempo para pegar los fragmentos de un florero que el segundo que se toma en romperlo”.

Algunas recomendaciones al régimen tomadas de las Leyes de Murphy: “Si todo viene hacia usted atropellándolo, es que se ha equivocado de vía” y “Cuando todo falle, lea las instrucciones”. Dejo a la libre interpretación del lector esta última: “No hay nada tan pequeño que no pueda manifestarse o provocar una explosión violenta”.

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