«My mistakes are my life» (SAMUEL BECKETT)

Vivimos en la era digital. En el siglo XXI cualquiera puede cumplir sus sueños a través de Internet y las nuevas tecnologías. Se llama era digital porque operamos con dígitos, es decir, números representados con una sola cifra, pero esta palabra, que procede del latín, significa dedo (‘digitus, i’: dedo).

Todo está en los dedos. Uno de los dedos de la mano presiona el gatillo del arma de fuego que dispara un proyectil y, si acierta, hiere o mata. Un dedo, solo uno, pulsa el disparador de la cámara -hoy,  smartphone– y copia, guarda y roba la imagen de alguien que quizás no quiere ser arrebatado de esa manera.

De la yema de los dedos de Gordon Layton, un ciudadano de 88 años de edad, dependía la transferencia de una enorme suma de dinero con la que efectuar el pago del transporte de su vivienda a un lugar en la región de Queensland (Australia). El caso fue que el señor Layton operaba con un banco digital online y al realizar la operación equivocó alguno de los pasos o las cifras enviando la cantidad a un destinatario desconocido que, supuestamente sorprendido y agradecido por semejante inesperado regalo decidió mantenerse en el anonimato sin preocuparse del origen, causa o merecimiento de ese capital. («Great grandfather loses $71,000 in one click after mistakenly transferring the cash to a stranger who ‘REFUSES to return it’ – and because the banks can’t help he faces losing his home«; Eliza McPhee, 7.09.2021.-Daily Mail Australia). La noticia que sucedía a comienzos de verano se conocía estos días: «Un bisabuelo pierde 71 000 dólares con un solo clic después de haber transferido por error la cantidad a un desconocido que REHÚSA devolver- y porque las entidades bancarias no pueden hacerse cargo, el hombre se enfrenta al hecho de perder su casa».

Contando con lo bueno y lo malo de la era digital, algunos estaremos contentos con la información, el control, la comodidad y la inmediatez de las operaciones, así como la abundancia de datos. El bisabuelo australiano debe estar tranquilo y confiar en este factor, la abundancia de datos, ya que las operaciones gestionadas en la red son registradas y al parecer, el hombre agraciado con los  60 000 euros  (71 000 dólares) ha sido localizado y detenido. Tendrá que devolverlo todo, o si queda algo de justicia en el mundo, probablemente con un recargo adicional.

Casi siempre echa uno de menos aquel tiempo en que uno pensaba las cosas dos veces, meditaba despacio y sabía mantener la calma.


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