Como sabemos, se han entronizado en el poder en Venezuela un conjunto de factores que, vía usurpación dirigida desde la Cuba castrista y en alianza con el Putin sociópata de siempre e invasor de Ucrania, se suman a las narcoguerrillas de Colombia y a amenazantes agentes terroristas de la teocracia iraní. Por mencionar las más notorios intereses de control energético, con posicionamiento geoestratégico. Nuestras minas e hidrocarburos y riquezas en general son apetecibles. Así conforman fuerzas de la oscuridad que explotan y nos hunden en la peor miseria de nuestra historia como país. Fuerzas malignas con las que han logrado intervenir nuestra patria, y, hasta ahora, someter a nuestra nación: con hambre y con enfermedades.

Instalados en su corrupción, compartida a ratos junto a supuestas clases dirigentes que se les oponían, en realidad han practicado la política según sus acostumbradas maniobras de la pequeñez y de las acomodadas circunstancias.  El logro de su status quo fue lo que más les preocupó siempre. Su confort, mediante su miseria en valores y en ausencia de claridad estratégica para organizar una resistencia capaz de enfrentar y cambiar la dura realidad.

Pero pienso que de tanto andar y andar por un camino que se ha ido haciendo el propio pueblo en su resistencia sin dirección, ha llegado la etapa de resolución de una forma u otra de una disputa que por vía electoral en 2015 dejó ya claro el pueblo venezolano que aspiraba a una unidad para el cambio. Por ello se impone con claridad el lema que antes tomamos e insistimos hoy nuevamente en él:  “Los que defienden en primer orden sus colores partidistas, en esta hora decisiva de la patria, deberán ser relegados. Las fuerzas del bien, donde quiera que nos encontremos, debemos cohesionarnos para enfrentar las fuerzas del mal, que se han desatado en esta hora en Venezuela y en no pocos países de la región donde ha ido a parar nuestra desgracia como torturada sociedad venezolana en diáspora, la necesidad muy importante y muy urgente de vencer la usurpación.

Nuestra iniciativa de «canal humanitario para Venezuela», es una de las formas de hacernos presentes y ser solidarios, como fue el caso específico de las inundaciones que también han afectado terriblemente la vida familiar de nuestras comunidades

Nuestros migrantes, desde la posición necesitada con la que llegan a cualquier entorno, reclama así mismo el compromiso contundente bajo la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ante la lentitud conocida con que actúa a nivel diplomático internacional, el caso venezolano amerita una acción muy urgente para socorrer víctimas y necesidades de la población. El deber de proteger del “hombre lobo del hombre” de aquellos que están más pendientes y al acecho para depredar, atacar, y sacar algún provecho del ser humano necesitado que llega se ha hecho costumbre en los países de acogida; lo que repudiamos y denunciamos ante la comunidad internacional.

Debemos actuar en consecuencia a favor de una solución inaplazable internacional, mientras nos organizamos más y mejor  desde nuestra lucha diaria de liberación de nuestro territorio. Nuestros países, infiltrados por narco tiranías como la venezolana y sus gobiernos corruptos nos obligan al exilio hacia otros destinos donde podamos trabajar y fortalecernos, debe ser ya parte de nuestra claridad de `propòsitos en la migración producida.

Elevar la autoestima del ciudadano de a pie, manteniendo el lazo y en contacto permanente con la moral y exigencia de su derecho a su libertad, a la salud y a la seguridad en los territorios de América. Éstá es nuestra siembra permanente. Integrar para que cumpla deberes de ciudadanía, siendo un huésped ejemplar en cada parte del mundo donde esté. Nuestra Cátedra“Francisco de Miranda te convoca a luchar para vivir y vivir para luchar en esta especial etapa de nuestra nación. ¡Para amar, siempre!“La vida no espera, la muerte tampoco”. Escríbenos a:

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