En este momento estoy leyendo Suite Francesa de Iréne Némirovsky, novela que recrea los días previos a la ocupación nazi en Francia. Me topé con esta reflexión de Jean-Marie Michaud, uno de sus personajes: «Era gracioso… Sus compañeros y él habían trabajado, preparado y aprobado exámenes, conseguido títulos, cuando sabían perfectamente que era inútil, que habría guerra. Su futuro estaba escrito de antemano, su carrera estaba decidida en los cielos, como en otros tiempos se decía que “los matrimonios se conciertan en el cielo”. Lo habían concebido en 1915, durante un permiso. Había nacido de la guerra y (siempre lo había sabido) debido a la guerra. No había nada de morboso en esa idea, que compartía con muchos jóvenes de su edad y que simplemente era lógica y razonable» (Iréne Némirovsky, Suite francesa (Navarra: Ediciones Salamandra, 2005, 170).

A partir de esta reflexión quiero llamar la atención respecto de dos temas en los que pensé inmediatamente pero respecto a Venezuela. Primero, durante la guerra se sigue viviendo. No es la primera vez que consigo anécdotas así en novelas y ensayos sobre la Segunda Guerra Mundial. Por sólo mencionar otro ejemplo, también está En busca de Klingsor de Jorge Volpi. Sus tres personajes principales estaban envueltos en un triángulo amoroso en la Europa de los años cuarenta.

Aunque Venezuela no está en medio de una guerra en el sentido convencional del término, es cierto, que vivimos desde hace más de dos décadas bajo un régimen que de forma constante estrangula nuestros derechos y libertades y ha eliminado sistemáticamente las instituciones propias de un Estado de Derecho. Sin embargo, apenas hace algunos días publiqué en este mismo espacio, con ocasión a los 456 años de la fundación de Santiago de León de Caracas, las distintas iniciativas privadas que han surgido para mantener la vida nocturna de la ciudad activa. Estas iniciativas sugieren que seguimos viviendo a pesar del régimen y, tal vez, es el propio régimen que ha hecho que nos empecinemos en buscar este tipo de alternativas. Esta búsqueda no es sólo económica para los emprendedores que se arriesgan con una actividad económica en este país, sino también para nosotros como consumidores de estas ofertas, porque al fin y al cabo, la vida continúa.

Por otra parte, el personaje que hace la reflexión con la que abro este artículo está en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial, Francia está a punto de firmar el armisticio y él es uno de tantos soldados que se encuentran heridos esperando en cualquier momento la llegada de los alemanes. Se vive, ciertamente, pero en guerra. Otro tanto nos pasa a los venezolanos que en pocas semanas hemos visto el ataque a la Hacienda El Milagro con la invasión de varios hombres armados, la detención arbitraria de 33 hombres por presuntamente participar en una orgía sin que se les impute un delito y el nuevo sistema impuesto por el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (INSAI) a través del cual se obliga a las industrias, comerciantes y pequeños productores a registrarse para cualquier movilización de sus productos. Regresan las famosas guías de movilización que se usaron en los años de la escasez.

En pocas semanas hemos sido testigos de hechos notorios que han supuesto ataques a la propiedad privada, a la libertad sexual y a la libertad económica.

El segundo punto sobre el que quiero llamar la atención no tiene que ver con estos hechos, que son muy graves, sino al efecto que se genera en cada uno de nosotros al vivir en esta especie de extremos. Los personajes de Némirovsky, quien vivió en carne propia el genocidio del pueblo judío, parecen estar en una constante montaña rusa. Siento que vivimos montados en una montaña rusa similar y es algo que no podemos pasar por alto.

Creo que vivir así es inevitable y que muchos lamentablemente no salen bien librados de esto. Pero también creo que si adquirimos mayor consciencia, tenemos más herramientas para protegernos. La tarea no es fácil pero tampoco imposible. Con estas líneas busco exponer nuestra realidad a quienes todavía no han reparado en esto y encontrar eco en quienes tienen inquietudes similares.


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