Venezuela covid

Prácticas, usanzas y costumbres cambiarán, podrán ser decepcionantes y muchos asumen que no será mejor este año. Las diferentes crisis pueden forzar o acelerar cambios de comportamiento. Parte del antiguo proceder se revertirá. Pero no todo lo hará. En algunos casos, se darán cuenta de que se apegaron a viejos hábitos por inercia y preferirán nuevas rutinas.

Porque tenemos año nuevo, no significa que, con buenos deseos, vayamos a tener vida nueva, en un mundo en el que habrá cambios permanentes en la existencia cotidiana. Y a largo plazo podrían ser realmente profundos. Lo que dependa del contacto humano cercano estaría en riesgo. Una advertencia que vale la pena mencionar: muchas cosas no cambiarán. Esa es una de las lecciones de la historia.

La crisis financiera de 2007-2009 no hizo que los estadounidenses se enfadaran con las acciones, y no condujo a una reforma de Wall Street. La elección del primer presidente afroamericano no marcó el comienzo de una era de conciliación racial. Los ataques del 11 de septiembre no hicieron que el mundo no quisiera volar; y la conflagración de Vietnam no puso fin a las guerras extranjeras extendidas sin una misión clara.Los inspiradores camaradas cubanos viven cada día peor, los poderosos rusos no lo son tanto y en casi un año, no han podido derrotar a Ucrania, país que los comunistas ya habían dejado en la carraplana tras arrebatarle la provincia de Crimea y arrasado por incompetencia nuclear la zona de Chernobyl, demostrando que Rusia no es más que un país tercermundista que produce petróleo/gas, y ahora, tras la negativa europea a dejarse chantajear con la energía y amenaza militar, tienen que vender con enormes descuentos.

Año en el cual casi todo el mundo ha logrado, si no vencer al menos controlar el covid-19 inventado por chinos, de cuyas manos autoritarias se escapó; y mientras el mundo, incluyendo el bananero y castro-madurista está doblándole las manos a la epidemia que rediseña variantes con velocidad sorprendente, a los avanzados y rígidos chinos el asunto se alborota y la gente empieza a morirse como moscas en una nube de fumigación insecticida.

Más allá de los problemas virulentos de Xi Jinping. De la miseria tiránica de Díaz-Canel y el desparpajo de López Obrador. La brutalidad asesina de los Ortega y escarceos del oximorónico de Gustavo Petro. Las maniobras lerdas de Evo contra el exitoso gobernador de Santa Cruz, y las esperanzas de la carcomida izquierda latinoamericana de que Lula los rescate del pozo; más allá, los venezolanos tenemos que recuperarnos de otro año de mentiras e inventos, y del infame cacareo de que el país mejoró, cuando basta salir a la calle para comprobar que sigue empeorando.Y salir de ese hueco no es fácil ni rápido, mucho menos con la misma gente que lo excavó.

La agenda mundial se perfila en reducir la desigualdad, los esfuerzos para minimizar la injusticia racial; inversiones y programas para la clase media y los más necesitados, incluida la atención médica y educación; además, de actuar sobre el cambio climático, que podría causar aún más infelicidad global que cualquier virus.

La Guerra Civil permitió a Abraham Lincoln y sus aliados crear un ferrocarril transcontinental. La Gran Depresión condujo a una serie de leyes federales que redujeron la desigualdad. La crisis de vivienda ayudó a elegir un presidente afroamericano y demócrata con un Congreso que extendió el seguro médico a millones de personas.

Sin embargo, si la pandemia realmente da forma a la vida, probablemente se recordará como un evento histórico significativo. Podría ser la experiencia global más importante desde la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión. Los eventos que captan la atención del mundo durante largos períodos, y que alteran los ritmos de la vida cotidiana, tienden a dejar un legado.

La pandemia podría dar forma al mundo. El coronavirus ha sido parcialmente derrotado; después de dos años miserables, alternando entre bloqueos y nuevos brotes, la vida finalmente puede comenzar a volver a la normalidad. Pero no será el viejo hábito ni tradición. Será un mundo nuevo, con economía remodelada, al igual que la guerra y la depresión reordenaron la vida de las generaciones anteriores.

Las personas han cambiado patrones de comportamiento arraigados; socializar al aire libre está de moda. Y la política, aunque dividida en muchas de las mismas formas que antes, ha entrado en una nueva era. Obviamente, son conjeturas. El futuro es incognoscible. Pero se parece a uno de los eventos definitorios de nuestro tiempo. Los mejores escenarios están fuera de alcance, y todos sufren.

@ArmandoMartini


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