Aprovechando la confusión de la llamada comunidad internacional y la ausencia de una oposición real, el chavismo desarrolla un plan para tratar de llegar hasta el 2024 y continuar en el poder en el contexto de una nueva normalidad que tolere al Estado chavista como algo inevitable y cohabite con él. Las sanciones contra el régimen y algunos de sus operadores han limitado parcialmente su capacidad para operar, pero no han sido ni serán suficientes para sacar al chavismo del poder. El apoyo público de potencias como China y Rusia y de países como Irán y Turquía le permiten al régimen burlar las sanciones y seguir a flote.

Suponiendo que el esquema de las sanciones se mantenga el régimen podría perfectamente operar un año, dos y hasta quizás tres. Pero no será así. Será mucho mejor para el chavismo porque las sanciones no produjeron los resultados esperados y ya sus diseñadores hablan de retroceder y flexibilizarlas quizás a un punto simbólico. Esta lógica buscaría ofrecer un incentivo al chavismo para animarlo a hacer concesiones políticas. Pero el régimen chavista, que en realidad no depende de esas sanciones ineficaces para sobrevivir, muy probablemente cobre los incentivos sin ceder nada sustancial a cambio. Esta no sería la primera vez en veintidós años que la ingenuidad se estrella con el pragmatismo chavista.

En la política interna el chavismo se beneficia de contar con el apoyo instrumental de una falsa oposición en sus dos variedades, interinato y alacranes, ambas luchando para ser el contrapeso oficialmente reconocido por el régimen, lo cual equivale a no tener oposición. Existe una inmensa voluntad nacional para salir del régimen pero la ausencia de una dirección política que lidere esas energías obsequia otra ventaja al chavismo para continuar en el poder. Obligados a decidir entre la tiranía chavista y la falsa oposición a la mayoría de los venezolanos no les queda otra opción que protegerse en el escepticismo militante para resistir y sobrevivir.

Beneficiándose más de las debilidades de los factores que le adversan que de sus propias fortalezas el régimen chavista avanza varias operaciones con el claro objetivo de seguir gobernando más allá de 2024. Parte de esta estrategia consiste en provocar situaciones y cambios estructurales que sin alterar lo esencial del régimen lo presenten como potable e inevitable tanto para una comunidad internacional como para unos supuestos opositores que estarían dispuestos a convivir y cohabitar con él.

Negociaciones. Este es el señuelo preferido por el régimen por su probada efectividad en el pasado y ahora.  En una calculada combinación de marchas y contramarchas se ofrece la ilusión que el régimen podría sentarse a discutir los términos de su salida. Pero no es más que una ilusión que el propio chavismo alimenta hasta la nueva ronda de negociaciones y la siguiente, y la que vendrá después. Pero mientras se negocia, entre una ronda y otra, el chavismo realiza cambios a la estructura de su estado que cada vez hacen más difícil, casi imposible, pensar en un desenlace armónico-electoral que no toque sus estructuras fundacionales.

Elecciones. Esta es la llamada “fiesta democrática” que antes encandilaba e ilusionaba a las masas, pero que ahora ante la gran desesperanza y frustración nacional solo es un cebo para las clientelas y operadores del chavismo y la falsa oposición que parasitan de la política y el estado. Este es el mito que algún día el chavismo, que controla todo el aparato electoral y militar, milagrosamente perderá las elecciones y entregará el poder. El régimen podría sobrevivir sin elecciones, algo que podría venir después de 2024, pero hacerlas aunque sean cuestionadas ofrece otro eje para la propaganda chavista que quiere revestirse de cierta legitimidad en el concierto internacional. La salida electoral también es apoyada por la falsa oposición que suscribe la tesis de la inevitabilidad de un régimen con el cual habría que convivir y, por consiguiente, “hacerle oposición desde adentro.”

Ley de Comunas. Esta ley busca adecuar la estructura política, administrativa y territorial del estado chavista a las necesidades de la camarilla gobernante. En la práctica ya hay instrumentos como el sistema Patria para segregar al país entre chavistas y no chavistas. Para ejercer un derecho dentro del estado chavista hay que ser, por supuesto, chavista. Esto aplica para cualquier cosa o gestión que requiera la aprobación del régimen llámese cajitas CLAP, empleos, gasolina y hasta vacunas anti COVID 19. Con el estado comunal se busca sistematizar más aún el control político y social que ya ejerce el régimen sobre la población al otorgarle poderes a estas estructuras paraestatales para distribuir prebendas, ideologizar a través de la educación y hasta regresar a formas primitivas de intercambio como el trueque.

Ley de Zonas Económicas Especiales. Esta ley se propone dos objetivos fundamentales para el sostenimiento del régimen. Por una parte la ley busca establecer unas áreas territoriales que se regularían de acuerdo a formas estrictamente capitalistas con garantías para atraer masas de capital extranjero burlando las sanciones con el soporte del anonimato que ofrece la Ley Antibloqueo. Por otra parte, intenta crear las bases para construir la nueva burguesía chavista con sus ramas bancaria, industrial y comercial. De hecho, ya operan grupos empresariales chavistas conocidos como boliburgueses y bolichicos enchufados al Estado chavista. Con esta ley se buscaría la promoción, coordinada y planificada, de los nuevos ricos chavistas que tendrían en esas zonas económicas especiales su principal teatro de operaciones libre de impuestos.

Todos estos son procesos que están en marcha y se encuentran en diferentes grados de ejecución. Ya está negociando el régimen chavista y la falsa oposición del Interinato. El cronograma electoral, que no cambiará con las negociaciones interinato-chavismo, tiene lapsos específicos para la elección que se hará en noviembre. La Ley de comunas y la Ley de Zonas Económicas especiales deberían ser aprobadas ambas en unas semanas. Para finales de año el Estado chavista espera haber avanzado un tramo más en su estrategia de atornillarse al poder mientras sigue engañando con el viejo y conocido truco de las negociaciones. En la coyuntura actual solo una serie de eventos sobrevenidos y sorpresivos en las fuerzas armadas, único soporte real del régimen, podrían desacelerar o interrumpir el tránsito hacia la nueva normalidad que afanosamente busca el Estado chavista.

@humbertotweets


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