En agosto de 2014 un conocido exgobernador del estado Mérida, de hecho, el primer gobernador electo democráticamente en esa entidad andina, siendo entrevistado en la Televisora Andina de Mérida (TAM), en el programa La Esquina Caliente conducido por el periodista Rafael «Tuto» López», inició su intervención de esta manera:

“Muy buenos días, mi querido Tuto, estamos en unos de esos días que son muy agradables en Mérida.  Hoy amaneció frío y límpido el cielo. Es un día típico de agosto. En los últimos días no hemos tenido esa oportunidad porque han sido días más bien muy calurosos… Son tiempos extraños estos. Estamos en sequía en agosto. Antiguamente las grandes nevadas…, o antiguamente no…,  hasta hace unos años, las grandes nevadas  eran en junio y agosto, y llega por supuesto hasta octubre. Pero este año no ha habido sino unas dos o tres nevadas, y poca lluvia, mucho calor…, muchos problemas…».

La anterior declaración no es más que la percepción que tienen los habitantes de esa capital andina de que la otrora Ciudad de los Caballeros, de la neblina persistente y de las nieves eternas, por su sierra nevada, ya no es la misma ni las nieves son eternas: ¿realmente eso es así? El «cambio climático» ¿ha llegado ya a la ciudad de Mérida? ¿Este calentamiento de la ciudad es el que está produciendo el deshielo de los glaciares de la sierra merideña, o es el «calentamiento global» supuestamente producido por la humanidad? Recientemente se ha hablado muy especulativamente de este tema en medios impresos (Abreu, 2008; Ferrer et al., 2008; Mejía, 2008; Toro et al., 2008; Páez, 2009; Zerpa, 2009). Entonces, ¿Cuál es la verdadera historia detrás de este asunto?

El anterior texto corresponde a la introducción de un trabajo que, con el título «Cuando las “cinco águilas blancas” levantaron el vuelo: el descongelamiento de los glaciares merideños», publiqué en Unavisión (N° 6, octubre 2017; pp. 133-174), revista del Centro Local Carabobo de la Universidad Nacional Abierta (UNA), en su edición especial sobre educación ambiental y desarrollo sustentable, y dentro del marco del XL aniversario de esa universidad venezolana.

En el resumen del mencionado trabajo se puede leer que:

Basado en una investigación documental histórica, se revisa y comenta la verdadera versión que hay detrás del debate ambiental sobre el descongelamiento de los glaciares venezolanos del estado Mérida, que comenzó a ser notado y registrado a partir del siglo XIX.

Esta rigurosa indagación documental revela que este fenómeno de deshielo comenzó muchísimo antes de que se desarrollara una matriz pública de opinión actual según la cual, este descongelamiento se produce única y exclusivamente a la contaminación y calentamiento atmosférico de origen humano.

Si bien es cierto que esto último pudiere estar actuando como retroalimentador positivo para acelerar el retroceso de estos glaciares, este descongelamiento es inevitable, con o sin la participación del ser humano los cuales, no obstante, retornarán en un futuro lejano. Entonces esta situación, en este trabajo se analizan los factores locales, regionales y globales que pudieran estar bajo sospecha de ser o no las causas.

Todo parece indicar que el fenómeno debe verse fundamentalmente, a larguísimo plazo, dentro de una anomalía climática regional natural conocida como «glaciación Mérida», en correspondencia con las glaciaciones que le han ocurrido al planeta Tierra. En particular, se describe cómo se hicieron las primeras medidas y estimaciones del mencionado retroceso de deshielo, y quiénes la hicieron.

En alguna parte se lee también que:

Así, Schubert plantea como posible causa la contaminación atmosférica producida por la ciudad de Mérida que llega hasta los glaciares y los derrite. Pero, ¿es esto cierto? La Rosa et al. (2013) han demostrado que el aire de esta ciudad no es tan sucio como para considerarlo muy contaminado; por lo tanto, dudamos que esta sea la causa.

Por los tiempos que corren, e ignorando el retroceso glacial que viene ya del siglo XIX (cuando no había alta contaminación antrópica), la especie según la cual el «cambio climático» moderno es el causante determinante y principal del descongelamiento en cuestión, se propone como explicación. Por ejemplo, Barroeta (2009) plantea que el cambio climático en Mérida es una causa de la desaparición glacial; dice que a partir de los datos de 30 estaciones hidrometeorológicas del estado Mérida, se determinó que la temperatura aumenta 0,8 grados centígrados cada 100 años. Agrega que este aumento de temperatura y las alteraciones en las lluvias, por escasez o por abundancia, ocasionan un retroceso acelerado de los glaciares. Estas aseveraciones hay que tomarlas como mucho cuidado puesto que son extrapolaciones estadísticas en las que están involucrados sitios muy altos y un tanto remotos de las estaciones consideradas en el estudio; correlaciones estadísticas, como las realizadas por este autor, no son suficientes como para atribuirle tal causa física…

Una hipótesis más plausible o aceptable que la anterior sería aquella basada sobre lo que una vez planteó Davitaya en 1969 (Davitaya, 1969) sobre el efecto climático producido sobre los glaciares por el contenido de polvo atmosférico depositado en ellos. Dependiendo de las características radiativas de este polvo, las propiedades ópticas de la superficie del hielo, o sea, su albedo, puede cambiar. Si este polvo es absorbente de radiación solar, el glaciar tiende a calentarse y por lo tanto a derretirse; entonces, ¿cuán sucia está la cobertura de hielo de los glaciares merideños como para que esto se produzca? Nadie lo sabe. No obstante, podría haber una objeción a esta hipótesis y es que esta suciedad puede ser lavada al derretirse la nieve que cae, que se la puede llevar.

Sin querer negar un efecto adicional por posibles causas antrópicas actuales, nos inclinamos a creer mayormente en las evidencias y explicaciones expuestas por autores como Rull (1998), Polissar et al. (2006) y Stansell et al. (2005, 2007) conectadas con el paleoclima de los Andes venezolanos, presuntamente controlado principalmente por factores de modulación solar las cuales son consistentes con las observaciones históricas glaciológicas hechas durante el siglo 19 y parte del siglo 20 cuando la intervención humana no era principalmente un problema…

El artículo cierra con el siguiente párrafo:

«Sobre la base de lo expuesto, las «Cinco águilas blancas», del escritor merideño Tulio Febres Cordero, ya han levantado el vuelo otra vez (Figuras 24), pero no espantadas por la contaminación humana sino obedeciendo órdenes de la naturaleza. Y seguramente, como lo han demostrado los estudios comentados a lo largo del presente debate, a pesar de un presunto ataque de esa contaminación humana, inexorablemente, volverán a la cordillera de Mérida en un futuro muy lejano para el deleite de las generaciones por venir».

Invitado por el centro local de la UNA en Mérida, tuve la oportunidad de dar una presentación-conversatorio titulada “El descongelamiento de los glaciares merideños – ¿cuál es la verdadera historia?”, el 3 de marzo de 2018: ver “Glaciares merideños se deshielan desde hace miles de años” en  [https://www.youtube.com/watch?v=MYxkSPHL2Fk].

Invito al lector a leer el artículo completo en:

[https://www.researchgate.net/publication/322277447_CUANDO_LAS_CINCO_AGUILAS_BLANCAS_LEVANTARON_EL_VUELO_EL_DESCONGELAMIENTO_DE_LOS_GLACIARES_MERIDENOS]

para que se entere sobre cuál es la verdadera historia del descongelamiento de los glaciares de Mérida y qué los derrite.

[email protected]

@PenalozaMurillo

 

 


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