La Venezuela declarada como el territorio de lo posible muestra un fenómeno político inédito. El régimen y varios sectores de oposición a la vista complacientes juegan juntos, abierta y públicamente contra el pueblo venezolano, su esperanza y decisión de cambio. Un nuevo pacto social en puerta, que derogue el propuesto por la revolución socialista, peligra por la impericia en la conducción política y la falta de canales de integración y entendimiento. Muestra de lo que aquí afirmo es la forma privilegiada en que son tratados los partidos políticos cómplices del desastre nacional que fueron pilares de la unidad, que irresponsablemente se siguen arrogando la representación de toda la oposición, dentro y fuera del país, cuando el pueblo venezolano ya les arrebato de esa responsabilidad. Se debe crear urgentemente una instancia plural a todos los niveles que operativice y colectivice la acción política que sustituya todas esas estructuras de asociaciones partidistas que se crearon en la última década, que lamentablemente no lograron los objetivos y metas trazadas. El funcionamiento y las responsabilidades para lograr el triunfo, no pueden descansar en los hombros del fracaso.

Los venezolanos en medio de la tragedia que vivimos y las grandes limitaciones que nos regala e impone cruelmente el régimen y las migajas ultrajantes y humillantes que reparte miserablemente, nos disponemos a celebrar la navidad luego de dos avasallantes triunfos en lo político. A pesar de los pesares hay un ambiente de optimismo, alegría y esperanza que se muestra y evidencia en cada hogar venezolano dentro y fuera del país.

Los hechos acaecidos y sus resultados oficiales o no, confirman la impopularidad que hoy tienen quienes se aferran al poder cuando más de 90% de los venezolanos claman su salida. certificando numéricamente los valores y tendencias que arrojan todos los estudios de opinión de las empresas serias y acertadas que operan en esta área.

La matemática oficialista ha desarrollado nuevas fórmulas para impactar a los ciudadanos. Las fórmulas aplicadas comenzando por el 1 x 10 falló en el referéndum disminuyendo al 1 x 0. Las estructuras oficialistas quedaron solo en un papel y los responsables de esta tarea de movilización obligatoria no pudieron lograr sus metas simplemente por la cadena de hambre, miseria y necesidades que acosan a los venezolanos en todos los rincones del país.

El rector del CNE, Elvis Amoroso, tutelado por los líderes que acompañan al impopular Nicolás Maduro y asesores, mostró una cifra cuestionada de 2 millones y tantos votantes  que ante la imposibilidad de elevarla decidieron alegre e irresponsablemente  multiplicarla  por 5 para alcanzar más de 10 millones de votos, pero los expertos y los números que concuerdan con los centros vacíos observados por todos no llegaron a 700.000, es decir, queda nuevamente en evidencia que en cualquier proceso automatizado regido por el ente rector, donde no exista una contraparte y una auditoría del mismo, permite que quienes tienen el dominio del proceso den rienda suelta a su imaginación. El juego de palabras, términos y números con un estilo cantinflérico potenciado, finalmente aclarada la parodia, arrojó el resultado esperado, la baja participación.

Promovieron la apertura del Saime en operativos especiales donde estuvieron todas las sedes fijas e itinerantes, abarrotadas de venezolanos para sacar su cédula, pero el alto grado asistencia por obtener el documento de identidad colapsó por su altísima asistencia y para asombro del oficialismo la reacción de la gente fue todo lo contrario frente a la convocatoria. la mayoría obtuvo su documento, pero se abstuvo de asistir a la consulta.

Increíblemente, la gran inversión del Estado en todo el territorio nacional estimada en millones de dólares, en la promoción del referéndum no surtió efecto en la población, pero sí fue efectiva la inversión realizada entre la dirigencia política del sector opositor judicializado, al servicio del gobierno y dentro de los dirigentes representantes de la llamada Plataforma Unitaria.

Maduro hizo el milagro de unir a la dirigencia opositora que hoy adolece de seguidores, que es rechazada y por lo que debilitan y fragmenta sus estructuras.

Ahora se habla de la verdadera oposición que da paso a la unidad nacional, que clama la sociedad, en medio del suicidio masivo de los máximos exponentes del tradicionalismo político en Venezuela todos abiertamente contrarios con sus actuaciones, al cambio político decretado ya, por la mayoría opositora transformada en una fuerza antipartido y defensora de los intereses colectivos de los venezolanos y no de partidos y su dirigencia política centralista, mercantilizada, tarifada, degradada, nada efectiva y poco consecuente.

Un país con sus 23 estados y sus dependencias federales en total abandono, sitiados por el hampa, el control social, la crisis económica, la injusticia galopante  y sin respuestas oficiales a la violación permanente de los derechos constitucionales, ve con asombro a un régimen que en un momento de frenesí, motivado a la decadencia del modelo fracasado que se niega a morir por su ineficiencia y altos niveles de corrupción, pretende ahora suprimirlos  aún más  para atender a un nuevo Estado que en 24 años no programó, ni pensó constituirlo para salvaguardar los intereses de la patria, que decidieron crear luego de una consulta apresurada, donde participaron, según la  cifra que ofreció el régimen cercana del 10% de la población votante y donde muchos aseguran que no llegó al 3%, pero que en todo caso ambas cifras serían poco significativas e irrelevantes.

Todos hacen sus cálculos y la mayoría, ya viciada, se dedica a llenarse los bolsillos. Ni el régimen, ni las oposiciones permiten la conexión de las regiones y su gente, con las propuestas y soluciones que espera el país. Estamos frente a una oportunidad de transformar el país y el centralismo ciego, enquistado y pervertido, persiste y pretende seguir sobrellevando un país en ruinas, ofreciendo un plan de gobierno cuando debe antecederlo una oferta de transformación del Estado con el concurso y participación de todos los venezolanos.

El éxito del cambio está en blindar en primer lugar la mayor unidad posible y lo secunda la integración absoluta de la sociedad venezolana, nunca más bajo el yugo del centralismo o el caudillismo nacional, regional o municipal siempre aupado desde las cúpulas, históricamente enemigas de la descentralización. El mensaje en estos dos últimos eventos electorales es claro. El dominio partidista sobre la gente desapareció. Los venezolanos quieren empoderarse y responsabilizarse del cambio y progreso de la nación por eso luchan, confrontan y se comprometen.

La deprimente actuación de la dirigencia política en teoría dominante y más visible de la partidocracia existente, determina claramente que la lucha por liberar a Venezuela es contra el régimen y un gran número de ellos, que actúan en contra de los esfuerzos que se hacen  para recuperar el país de las garras del socialismo depredador y troglodita, que deja caer de sus mesas las migajas para que se alimenten los falsarios e incapaces dirigentes que no le han dado respuesta a los venezolanos.

Estamos a menos de un año de la contienda electoral presidencial. El comienzo de 2024 debe estar configurado con una hoja de ruta clara, diseñada para enfrentar los múltiples escenarios que tiene dispuesto el oficialismo para tratar de frenar e implosionar la consolidación de la unidad de los venezolanos. Los improvisados y tecnócratas deben tomar lectura que el enemigo que hay que vencer tiene la fuerza institucional y grandes recursos económicos y nuestra fortaleza está en la gente y su deseo de deslastrarse de este capítulo gris de la historia política de la nación. El cambio viene y será liderado y protagonizado por lo que aquí me atrevo a asegurar: “la rebelión de las regiones”.


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