Pudiéramos caracterizar como negras la dos primeras décadas transcurridas de este siglo, que resultaron negadoras de las aspiraciones de libertad y democracia que brotaron como fuente de manantial aquel 23 de enero de 1958, fecha auroral en nuestro destino histórico, cuando el pueblo conjuntamente con las Fuerzas Armadas decidieron ponerle fin a la dictadura de entonces, que había proscrito la soberanía popular.

Estos 20 años de vuelta a la barbarie, el latrocinio y la tortura desembocaron en la destrucción de las instituciones y disolución de la república que fundó la generación excepcional de 1810.

Frente al paisaje desolador, creado adrede por la corporación criminal, está emergiendo desde el abismo un país sólido jalonado por una conciencia ciudadana que tiene como misión desmontar el desorden, la violencia, la inseguridad, la ingobernabilidad y la sinrazón que se han impuesto como un modo de vida contrario a nuestras raíces y naturaleza sociológica y que ha marchitado la nación y abierto su territorio al narcotráfico y todo tipo de mafias que lavan dinero sucio.

Sin embargo, miramos con optimismo hacia la nueva década que despunta con el año 2020, al observar signos esperanzadores en lo que está ocurriendo desde las artes, la cultura, el periodismo, la literatura, los emprendimientos, la ciencia, el derecho, en fin, desde la imaginación y la creatividad. Situaciones que se reflejan en el mapamundi con la Venezuela posible que destaca como un faro iluminador desde la diáspora.

Por tanto, nos referimos a una esperanza bien fundamentada en fortalezas visibles e invisibles, a un pueblo que brega bajo condiciones desfavorables impuestas por el totalitarismo que persigue aniquilarnos. También surge la esperanza del creyente cristiano, porque estamos dando el buen combate y Dios protege el camino de los justos y concede su ayuda para alcanzar el destino histórico que merecemos.

Los que hoy torturan, matan y roban serán paja que arrebata el viento. La maldad no tiene futuro y la venceremos.

Quienes integramos la Venezuela posible hemos sabido resistir con firmeza, conscientes de nuestras fortalezas y persuadidos que somos mayoría, a pesar de que al final hemos perdido el año que concluye, que se inició con tantos augurios y sin embargo la inconsecuencia con la estrategia fijada desvió el rumbo. Provocó con tal actitud la desconexión de los ciudadanos, al jugar con las ilusiones que le vendieron al asumir actitudes de apaciguamiento, normalización y cohabitación, causando frustración y desazón. No se puede transigir con los principios, lo del préstamo de la CAF se inscribe en tales despropósitos.

La verdad nunca es mala y hay que decirla. Ella es nuestra mejor amiga, nos libera y alumbra para conseguir los objetivos.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!

 


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