Rusia anunció la aprobación de la que sería la primera vacuna contra el coronavirus, bautizándola como Sputnik 5, comparándola al salto tecnológico de la Unión Soviética al lanzar el primer satélite artificial  Sputnik 1 en 1957. La vacuna se distribuirá a partir del 1 de enero de 2021.  Este anuncio se hace  con menos de dos meses de pruebas en humanos y sin haber transcurrido suficiente tiempo, estiman que la  inmunidad sería duradera hasta un período de 2 años.

El nombre técnico de la vacuna es: Gam-COVID-Vak, desarrollada en el famoso Instituto Nicolay Gamaleya y de la cual se tiene poca información, aun así, ya hay pedidos según un ministro ruso  de al menos 1.000 millones de dosis hechos por más de  20 países.  Esta es una vacuna que emplea como vector viral el adenovirus humano, un virus del resfriado común, al que se le agregó el gen de la proteína S del SARS-CoV-2. Esta misma técnica también guía el proyecto de la vacuna china  de CanSino y la de la alianza inglesa Oxford-AstraZeneca.

Este emprendimiento no se encuentra en la lista de la OMS de las 6 vacunas que han alcanzado la  conocida fase 3, etapa final  en el desarrollo que involucra a miles de personas y a la que pocas llegan. Es en esta fase en la que se busca confirmar y evaluar su efectividad, además de probar si hay algún efecto secundario raro que podría solo evidenciarse  al ser administrada a una población mayor.

La Organización Mundial de la Salud y numerosos especialistas instaron a Rusia la semana pasada a seguir las pautas internacionales para producir una vacuna contra la COVID-19. Según voceros, la fase 3 comenzará después de su aprobación, siendo esto poco frecuente en la larga historia de las vacunas.

La denominación que Estados Unidos puso a su proyecto de vacunas, Operación Velocidad de la Luz, ya implica que esta carrera tiene la prisa como una de sus características. Pero rápido no es lo mismo que demasiado rápido.  Científicos ya han comentado que este tipo de inmunización sería «más un cóctel Molotov que una vacuna”, refiriéndose al riesgo de utilizarla cuando su seguridad no ha sido probada en una cantidad masiva de personas; contraviniendo una  máxima en vacunas que reza: “La  primera de las prioridades es la seguridad de los pacientes”.

Una vacuna lista para distribuirla antes de hacer las pruebas finales enciende las alarmas, pues no son recomendables los atajos para conseguir una que sea efectiva y segura. Es vital prevenir que la vacuna no agrave la situación, como  ha pasado con otros prospectos en el caso del  dengue, que produjo la muerte a 600 vacunados en Filipinas hace apenas 3 años.  Si estas aventuras  se equivocan, se podría socavar todo el esfuerzo de inmunización global y darle excusas a los ya estridentes grupos antivacunas.

En este episodio, Rusia volvió a colocar la palabra Sputnik en versión 5 a la cabeza de una carrera científica y tecnológica, que también disputan Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y China. El término Sputnik,«compañero de viaje” en ruso, es recordado porque puso en marcha una competencia espacial en plena guerra fría entre las dos superpotencias del momento. La sonda artificial sobrevolaba Estados Unidos 15 veces cada 24 horas. Cuatro meses después del lanzamiento del Sputnik 1 fue puesto en órbita el satélite norteamericano de prueba Vanguard, Nikita Kruschev lo ridiculizó comparándolo con un «pomelo».

Aquel suceso, en plena guerra fría, conmocionó a la opinión pública estadounidense, que sintió herido su orgullo nacional.  Así como el lanzamiento del satélite Sputnik 1 intensificó la investigación espacial en el mundo entero, la nueva vacuna contra la COVID-19 ha creado, en sus palabras, el llamado “momento Sputnik”, rememorando la supuesta “humillación tecnológica” que Estados Unidos recibió de la Unión Soviética.

El presidente Putin confirmó que una de sus dos hijas había sido vacunada, provocando solo fiebre aislada de baja intensidad como efecto colateral, pareciendo emular a Jonas Salk, quien en 1956 había inyectado valientemente a sus propios hijos antes de que empezara la fase 3 de una vacuna antipolio, la cual al perfeccionarse reforzó la imagen mundial de Estados Unidos como superpotencia en avances médicos.

Queda por ver si el anuncio de esta nueva vacuna, aparte de su valor político y propagandístico para el  gobierno soviético, logra sumarse efectivamente a las otras que se desarrollan para mitigar los evidentes daños que este virus está produciendo en todas las áreas del convivir humano.

@santiagobacci


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