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Se cierra la tenaza sobre las universidades, paulatina y silenciosamente, con una táctica destructiva que marca la pauta para ir reduciendo a la comunidad universitaria, obstaculizando su capacidad de reacción a los desafueros del régimen, limitando su liderazgo como modelador intelectual de la génesis de las políticas públicas. El yugo presupuestario, de vieja data, se orienta cuidadosamente para aplicar un mísero salario a sus integrantes, dejando de lado los gastos operacionales e inversión.

El régimen Instrumenta una política de remuneración cuyo objetivo es el de nivelar los sueldos hacia abajo. El resultado es que un artesano, un empleado doméstico o de una actividad económica primaria tiene un salario superior al de un docente. El objetivo central del régimen con el sector educativo ha sido de inducir la pobreza absoluta a los profesionales de la docencia, razón por la cual enorme cantidad de ellos se fue a buscar espacios en universidades del mundo donde se reconoce su calidad profesional con remuneraciones adecuadas y seguridad social garantizada.

En el país quedan los menos favorecidos, sobreviviendo a una situación donde intentan ingresos colaterales, se mantienen en el sistema universitario, los que pueden, dictando clases a distancia, usando sus computadoras, Internet cuando se puede, el errático servicio eléctrico; cede sus espacios y bibliotecas personales para atender la educación de los que pueden vincularse al sistema. Palea los efectos de la pandemia y las limitaciones de traslado.

Los jubilados nada hacen salvo pernoctar en sus ya precarios hogares, viendo pasar la vida sin perder la costumbre de releer libros trajinados, ligando que no se contagien con la pandemia, y ni que se diga, enfermarse seriamente porque morirán de mengua, sin recursos para ser atendidos por la seguridad social que por años contribuyeron a pagar, pero que la hiperinflación acabó con ellos, los recursos productos de la previsión financiera se evaporaron y nadie presenta cuentas de su uso.

Toda esta situación provocada por el régimen viene acompañada de medidas que vienen desarrollando, ya no somos catedráticos, profesores titulares o según corresponda por los méritos profesionales, somos solo “trabajadores universitarios”, En otras palabras, somos de un porrazo, empleados públicos. Aplican normativas centradas en tal condición, sujetos a la Ley del Estatuto de la Función Pública, y a las normas reglamentarias hasta tanto se dicte la Ley del Estatuto de Personal Directivo, Académico Docente y de Investigación de las universidades. Las nóminas pasaron a control del Ministerio de Educación Universitaria.

Las acciones, y previsiones administrativas señaladas dejaron de un lado la autonomía universitaria, argumento pomposo que se usa retóricamente. La destrucción de las estructuras universitarias crece y, hablamos de la universidad como si existiera en las condiciones de antaño, es decir, como patrimonio nacional, orgullosos de estar en los estándares internacionales, de su producto investigativo, de sus publicaciones y de ser líderes de la libertad. Pura pretensión, mentira y apariencia estética, pregonando que hemos tenido universidad republicana desde hace trescientos años; en realidad lo que tenemos es un despojo ruinoso y nos vestimos de toga y birrete de pura apariencia como patiquines de pasillo.

La situación anterior, producto de la estrategia usada por el régimen de rendición sin condiciones,  toma forma producto de las circunstancias, determina abulia y desesperanza continua, vemos de manera difusa cómo se implementan medidas sin oposición y  sin darnos cuenta de sus efectos, por  ejemplo, los institutos tecnológicos, cuya orientación profesional ha sido de gran pertinencia en su nivel complementario del ejercicio profesional, fueron desaparecidos a través de la brillante fórmula de transformarlas en universidades nacionales experimentales. El año antepasado, el Colegio Universitario de Caracas, el Francisco de Miranda y el José Lorenzo Pérez fueron integrados por decreto y se transformaron en universidades, como muchas otras instituciones; en este caso, se creó la Universidad Nacional Experimental de la Gran Caracas. Sus autoridades anunciaron nuevos reglamentos, diseñados y ejecutados con la participación de toda la comunidad, es decir, docentes, personal administrativo, obreros y estudiantes que en gran asamblea formularon sus propósitos de un redireccionamiento de las actividades consistente en ajustarse a las políticas de la misión Alma Mater y las consignas propagandísticas socialistas del caso.

De esa manera, se  avanza en la estrategia de transformar el sistema universitario con  el objetivo de ir formando una red institucional de la  educación universitaria que se perfeccionará con la creación del Consejo  de Transformación Universitaria, sustituyendo al Consejo  Nacional  de Universidades con  el fin de cumplir los  propósitos ideológicos del  régimen, los cuales se extenderán a todas las universidades del país y, lograr la participación protagónica y originaria de toda la comunidad universitaria, quienes en gran asamblea legislarán e instrumentarán al Órgano Ejecutivo como acción necesaria para iniciar, como lo afirma la Gaceta Oficial del 25 de junio de este año, “la transformación y difusión del conocimiento, revindicar el  carácter humanista de la educación y fortalecer un nuevo modelo académico comprometido con la inclusión y transformación social, profundizar la municipalización de la comunidad universitaria vinculada a la vocación y necesidades productivas sociales culturales de los espacios experimentales territoriales y especializados, potenciar a la universidad como proyecto estratégico nacional y de sus entidades latinoamericana y caribeñas”, todo esto bajo el régimen ideológico socialista que  sin rubor publica su estrategia oficial.

Lo expresado anteriormente se perfecciona con el proyecto de Ley de Educación Universitaria que ya circula, será promulgada si no nos oponemos después de las elecciones regionales del mes de noviembre, anhelo de legitimación del régimen, no solo como gobierno, sino que cumplirá sus metas y la aplicación de los instrumentos necesarios que sumirán a las universidades en la oscuridad y control total. Para sus propósitos, el Consejo Nacional de Universidades será una Asamblea integrada por militantes y directivos de cientos de universidades territoriales, empleados, estudiantes y obreros, los cuales se proponen  forjar las políticas universitarias en  asambleas multidimensionales en cada universidad, disolviendo el Claustro Universitario ,  actuando las mismas en la formulación legislativa y su ejecución dirigida a través de un Órgano Ejecutivo que desaparecerá los Consejos Universitarios por una unidad operativa integrada por un rector y dos autoridades, cada uno de los miembros de la comunidad y la participación de representantes de las fuerzas vivas de la propia universidad.

Todas estas iniciativas se vienen ejecutando mediante un modelo compatible con los objetivos del gobierno socialista. La comunidad sobreviviente observa desde la galería toda una suerte de sortilegios desplegados sistemáticamente y sin pausa apoderándose de la universidad. Sus autoridades ausentes les hacen el juego al régimen en una condición de aceptación tácita, sin capacidad de respuesta, asistiendo a sus convocatorias para recibir instrucciones, gobernando a nadie, y como si fuera poco, vestidas de gala para mostrar buena apariencia, haciendo aspavientos de la calidad de la institución, de sus valores patrimoniales, de estándares académicos de épocas pasadas y las pregonan como actuales con la altisonante la voz de la supuesta autonomía, defiende de la educación retóricamente, y simulan actuar como paladines de la libertad.

Desde hace décadas, la poderosa fuerza de las comunidades educativas se opuso a la ideologización de las instituciones y de sus estructuras curriculares. Ha vencido las pretensiones del régimen varias veces. Ante los hechos, este último cambió de táctica; poco a poco, fueron haciendo ajustes y, veinte años después, han llegado a producir tantos cambios que la educación ya no existe dentro de los esquemas liberales, sino que  es un símil socialista, que produce la entelequia de un  “hombre nuevo” y una colección sin  medida de universidades sin calidad, que han permitido entregar títulos de inverosímiles profesiones a más de un millón de presuntos estudiantes organizados hábilmente como milicias universitarias, comprometidos con las dadivas y defensa de una revolución de pacotilla.

Qué estamos haciendo los universitarios: narrar, denunciar y ser humillados. Nuestra potencial capacidad de reacción debe estar vinculada con la fuerza estudiantil que exige una educación de calidad y libertad vocacional. Pero más allá de la pretensión comunista y de su artificial vinculación comunal, la comunidad universitaria tiene que reaccionar, si no lo hacemos, la defensa de la universidad se convertirá en entelequia. No podemos permitirlo, debemos reclamar la liberación del país de su secuestro, la independencia del pensamiento, libertad y pluralidad del conocimiento, vocación libre de elegir las profesiones, percibir remuneraciones que proporcione niveles de vida adecuados y a la responsabilidad de la formación profesional, al desarrollo de nuevas tecnologías y de aplicaciones sociales producto del quehacer universitario.

La comunidad tiene la palabra, los hechos están a la vista, no hay engaño posible, o luchamos o perderemos la universidad en su verdadera concepción universal.


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