“Venezuela es como un cuero seco, lo pisan por un lado y se levanta por otro”. Se le ha adjudicado esta frase al ilustre americano Antonio Guzmán Blanco. Hoy más que nunca la realidad nos demuestra que la inestabilidad sigue siendo una constante en nuestro golpeado país. Quizá Guzmán Blanco acuñó esa expresión para referirse a los levantamientos sociales, pero en nuestros días el cuero seco que se levanta tiene su símil en las pugnas internas de quienes lejos de ayudar al pueblo a salir de la dictadura se pelean por sus propios intereses personales. La mayor parte de los dirigentes actuales de partido son los padres de la inestabilidad que se ha sembrado en contra de la lucha nacional por la recuperación de la democracia. En este escenario hay una excepción, una líder que ha emergido con el paso de los años, una voz coherente (al menos hasta ahora) en medio de la ignominia: María Corina Machado.

La señora Machado ha sabido mantener un discurso y una actitud coherente desde el principio de su carrera hasta nuestros días. Aun teniendo todo en contra sigue adelante a costa de sacrificar su vida familiar y hasta su integridad física. Ella ha sido víctima de agresiones físicas y ha enfrentado numerosos obstáculos que le ha impuesto el régimen. Por si alguien no lo supiera aún, María Corina no puede salir del país por órdenes injustas. Según sus propias declaraciones tampoco puede volar en un avión dentro de nuestra nación. No obstante y a pesar de todo ello sigue diciendo las verdades que para algunos resultan incómodas.

La única cosa que aún no me queda claro es por qué María Corina Machado sigue cifrando alguna esperanza de cambio en medirse en unas próximas elecciones presidenciales en las que participaría el dictador y cuyo margen de control y maniobra sería casi total. Machado cree que podrían realizarse esos comicios con condiciones diferentes. Pero estos años nos han demostrado a los venezolanos que no existe ni la más mínima garantía de confiar en la tiranía que oprime a nuestra nación.

Más allá de no estar de acuerdo con el planteamiento de María Corina de medirse en esas elecciones con un dictador que maneja todas las instituciones a su antojo, creo firmemente que hasta el momento es la única dirigente de peso que realmente está comprometida con Venezuela. Su nombre cobra cada vez más fuerza y sigue siendo un ejemplo de valentía y coherencia, sus pasos distan mucho de los mediocres que se prestaron a la farsa del diálogo con la dictadura.

Una nueva generación de liderazgo está a punto de aparecer en Venezuela, vendrán tiempos mejores, pero en este momento contamos con una mujer que no le tiene miedo al régimen, alguien que habla claro, mira de frente y apuesta por un país que viva en democracia y en libertad: María Corina Machado.

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