Uno de los segmentos de la población vulnerable que ha sido más afectada no solo por  la pandemia sino también por la grave crisis social y económica que parece indetenible es el de los adultos mayores.

La situación país está repercutiendo de manera dramática desde el punto de vista de la salud, tanto física como mental, pero también en el aspecto social, caracterizado por el abandono tanto por parte del  Estado como por  la sociedad y la familia de las personas de la tercera edad.

Toda una vida de trabajo perdida. Aportaron sus energías durante años a levantar una familia y al desarrollo del país que en los actuales momentos está prácticamente destruido. Es lógico pensar que  la  recompensa por todos estos sacrificios debería ser vivir una vejez con dignidad, con el tan esperado reposo y descanso recibiendo los beneficios económicos por tantos años de esfuerzos. Sin embargo, lo que estamos viviendo es inédito y traumático, la sobrevivencia de los adultos mayores en la actualidad se hace muy cuesta arriba con todos los factores de riesgo que los condiciona a una situación extrema, incluso hasta de perder la vida.

Desde que empezó el deterioro progresivo de la salud en Venezuela en 2015, convirtiéndose en una emergencia humanitaria compleja, ya el martirio de los adultos mayores se hacía evidente. Asociaciones civiles serias y  responsables, como Convite,  dedicadas a la atención y también a  visibilizar la situación del adulto mayor, ya venían alertando de que Venezuela es el peor país del continente para envejecer. En un monitoreo realizado por esta asociación el  año pasado, a través de un instrumento de detección  rápida de las necesidades de apoyo humanitario, concluyeron que 3 de cada 5 adultos mayores se acostaba regularmente con hambre; 1 de cada 10 se acostaba todas las noches con hambre y 23% de un total de 1.500 adultos mayores consultados, específicamente en los estados Miranda, Lara y Bolívar, manifestó que estaba solo.

A solo un año de esta información la situación es mucho más dramática, a la que se sumó la pandemia y que vino a mermar mucho más la capacidad física y mental de las personas de la tercera edad, que se debatieron entre el confinamiento y el hambre al principio de esta crisis sanitaria. Actualmente el hambre, la enfermedad y la soledad predominan en esta población vulnerable. Aquellos que dependen solo de la pensión no tienen capacidad de sobrevivir bajo ningún aspecto, es una pensión que está actualmente por debajo de un dólar, lo que representa una miseria; asimismo, los que esperan la caja CLAP, llena fundamentalmente de carbohidratos, como arroz, harina o azúcar, sin nada de proteínas. Objetivamente, en Venezuela nadie vive con un salario mínimo y es peor en el adulto mayor que ha perdido su capacidad física y no puede tener otro ingreso desde el punto de vista laboral, aparte de la miserable pensión que recibe.

Hace poco más de una semana, la sociedad venezolana, las redes sociales y los medios de comunicación  recibieron el impacto de  la noticia del  fallecimiento por desnutrición de dos hermanos, adultos mayores de 73 y 74 años de edad. Esto representa una tragedia que no se debe olvidar, fue una muerte que se pudo evitar. El morir por desnutrición viene siendo la expresión máxima de la pobreza. Quizás podamos decir que muchos adultos mayores  están en riesgo de morir por la misma causa, y que por cierto no lo sabemos, pues  lo más probable es que haya cifras ocultas.

Este lamentable suceso ocurrió en Caracas, no en un área rural, sucedió en Puente Hierro, una zona cercana a Miraflores y al Instituto Nacional de Servicios Sociales. Hasta los momentos, este triste acontecimiento ha pasado por debajo de la mesa para  el régimen. Es lamentable a lo que hemos llegado. El adulto mayor no tiene una política de protección del Estado, porque solo con la pensión y los míseros  bonos que recibe por concepto de la guerra económica y otras cosas más, no llegan a tener un ingreso mayor a 3 dólares. El adulto mayor a medida que aumenta la edad también tiene un mayor riesgo de enfermedades crónicas que pueden  ser controlables, pero tampoco tienen el acceso a los medicamentos por su altísimo costo. En fin, el hambre, la soledad y la enfermedad están presentes en un porcentaje relativamente importante de nuestros adultos mayores. Que tristéza tan grande tener que envejecer en Venezuela, sobre todo con un Estado indolente, autoritario y aferrado al poder que no le brinda protección a las personas vulnerables  y que tanto la necesitan.

@mariayanesh


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