La transición política que debe vivir Venezuela, entre el régimen actual y una democracia plena, no consiste solamente en desplazar del poder a la red compleja de actores que hoy lo ejerce devastando al país, reprimiendo y desinformando a la gente, ni puede vislumbrarse como instantánea o como la consecuencia forzosa de aquel desplazamiento.

Qué implica una transición de régimen político y cuáles son sus principales riesgos y limitaciones

Asegurar que el tránsito a una democracia plena se completa y se hace irreversible, es decir que nos deshacemos de los principales vicios de la sociedad venezolana que mantienen a un régimen así y que además aseguramos que ellos no vuelvan,  implica realizar varios procesos de cambio. Involucra alterar radicalmente los modos de funcionamiento de la economía y del sistema de gobernanza, lo que a su vez envuelve suscitar modificaciones en la cultura ciudadana y en la manera como la gente concibe o imagina su relación con el Estado, incluyendo desarrollar capacidades de análisis crítico frente a las narrativas que difunden quienes ejercen el poder. E implica, además, modificar los incentivos que hoy sirven de guía a las conductas de muchos empresarios y líderes políticos, incluyendo los móviles a los cuales responden algunos partidos llamados “democráticos”.

De hecho, si se pretendiese una transición que no comprendiera esas transformaciones, sería muy alta la probabilidad de que ella se revierta antes de completarse, como podría suceder -por ejemplo- si se instalase en Miraflores un nuevo gobierno inspirado en visiones cortoplacistas-electoralistas o que no dé suficiente importancia a las reformas que puedan sustentar un crecimiento económico con inclusión social.

Además, vivir una transición política es necesario pero no es suficiente para resolver la crisis del país, que es muy profunda y es una crisis a la vez económica, social, política y cultural. Resolver la crisis requiere de un proceso mayor, que contiene a la transición política pero la trasciende, una transición entre estilos de desarrollo. Un proceso que la lleve del actual estilo rentista, que ha dado signos claros de agotamiento desde hace más de cuarenta años, a un nuevo estilo orientado a fines de Desarrollo Humano Sostenible.

Provocar cambios propios de la transición es posible y es necesario para desplazar al régimen

Sin embargo, a pesar de las dificultades y los riesgos de reversión que están envueltos en una transición política, ella no solo es necesaria, sino que algunos de sus cambios pueden ser promovidos y alcanzados antes de lograr el desplazamiento del régimen, precisamente con miras a crear condiciones propicias para tal desalojo y a neutralizar la desesperanza que pareciera avanzar entre muchos venezolanos.

Poner en marcha acciones de la sociedad civil que favorezcan cambios en los imaginarios y en las actitudes de la gente frente al Estado, puede fortalecer los ánimos y las capacidades de los venezolanos para resistir, y a la vez desgastar las capacidades del régimen para manipular políticamente a la población y mantenerse en el poder.

Un proyecto así no es utópico, pero requiere de unos objetivos y una estrategia claros, y de líderes con lucidez y coraje para ponerlo en marcha. Eso podría ser el inicio del camino que nos lleve a la libertad y a un progreso sostenido con inclusión para todos.


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