na de las razones por las que Hispanoamérica continúa ligada a la «Madre Patria», es el idioma español. Desde los países conquistados por España, cuesta entender esta idea de que en el Congreso de los Diputados de España se hablará en español, catalán, gallego y vascuence.

TVE que ya está sesgada en su línea editorial, ahora dará más espacios a otras lenguas. Quienes viajan a España desde Sudamérica, motivados por la lengua común, se empiezan a sentir extraños con tantos anuncios en lenguas no españolas.

Luego vendrá la lengua valenciana y suma y sigue. Para aquellos descendientes de españoles que estamos encantados con esa España única, grande y nuestra, se nos hace difícil comprender estas decisiones que apuntan a un «pluriestado», a una España dividida y a unas regiones separatistas.

La prensa

Lo que nos dice la prensa es que algunos catalanes –minoritarios hasta ahora– claman por independencia económica, también por prohibir el español en las escuelas. También la prohibición del español se observa en las escuelas del País Vasco.

Como contrapunto, vemos a un Madrid pujante y a una Barcelona decadente. Vemos a una Cataluña dividida y sin razones de fondo que justifiquen su independencia. España es parte de la Unión Europea, lo que le ha permitido acceder a inmensos beneficios, incluso en medio de gobiernos mediocres.

La revitalización obligada de lenguas regionales, solo apunta a desmembrar a futuro a España. Respetando las decisiones de los españoles, es oportuno y razonable que quienes promueven el multilinguismo en el Congreso de los Diputados, consideren los efectos colaterales –económicos, políticos y culturales– que estas medidas conllevan.

¿Cuánto tiempo y dinero gastarán en traductores, discusiones e interpretaciones idiomáticas? Si ya observamos una España convulsa, con dificultades para formar gobierno, ¿como será con 4 lenguas simultáneas?

La unidad de España se logra entender con el fortalecimiento del español, una lengua maravillosa y de creciente influencia en el mundo. Nadie podría oponerse a que quienes quieran hablar su propia lengua regional la hablen, pero de ahí a obligar a que una inmensa mayoría tenga que escuchar eternas intervenciones en el Congreso en cuatro lenguas, es como sobreestimar la paciencia de los españoles.

Desde América estamos felices de continuar promoviendo el español, la lengua que vio nacer a millones de orgullosos hispanistas.

El peso específico del Reino de España, pierde peso con estas decisiones que buscan apoyos de minorías para acceder al poder. Ya España ha perdido influencia en América, con la irrupción de China y Rusia. Que los diputados españoles entiendan que la «multilingüa» no facilita las cosas, por el contrario, las complica.

Artículo publicado en el diario El Debate de España


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