Si hay un pueblo irreverente es el zuliano, desde el siglo XIX hasta el siglo XXI se ha ilustrado y solazado en su pose de autonomía y de oposición a gobiernos de todo género. No en balde el canto del bardo Ricardo Aguirre es percibido en sus entrañas, más que el propio himno del estado Zulia del gigante de las letras de la región, Udón Pérez, quien resaltara igualmente en su prosa “las veces que los sátrapas quisieron tu mantilla, mirarte de rodilla, sin prez y sin honor, cayó sobre sus frentes, tu rayo vengador”.

Esta tierra conoció a muy temprana historia el desprecio gubernamental con el peyorativo de tierra de pescadores, endilgado por Guzmán Blanco, quien la eliminó de la geografía nacional creando el gran estado Falcón. Ese fue el precio por enfrentar tiranías, por ser un hecho que la región a través de su historia no se ha doblegado ante imposiciones centralistas, pasando a ser la piedra en el zapato de más de un gobierno totalitario.

Esta posición ha permanecido en el tiempo, aún cuando el estado Zulia dio apoyo indudable al proceso constituyente de 1999, en medio del paso arrollador de Hugo Chávez en los primeros 12 años de gestión. En esta región el pueblo zuliano votó por gobernadores y alcaldes pertenecientes a partidos opositores al régimen, tendencia igualmente expresada en las elecciones de todos los poderes públicos.

Esta orientación fue ratificada en 2015, cuando cuentan que una de las rabietas del desprestigiado pupilo del prócer de Sabaneta, hoy usurpador de la presidencia, fue causada por la paliza que recibiera el oficialismo en las elecciones de la Asamblea Nacional, cuando fueron electos 90% de diputados opositores, igualmente en la elección de gobernadores de 2017 en la que Juan Pablo Guanipa resultara electo gobernador y el único en no doblegarse ante una ANC inconstitucional.

El odio del actual gobernador es saber que es ilegal e ilegítimo, siendo quizás la razón para desatar todo ese desprecio y saña contra el Zulia y su gente, con actitudes de indolencia e indiferencia ante la brutal ruina de los servicios públicos, todos sin excepción.

En materia de distribución de agua, se conocen poblaciones de la Costa Oriental que no reciben en un año o dos el vital líquido; en materia de salud el estado Zulia registra los indicadores más altos a nivel nacional, por muertes maternales e infantiles; en el caso de la deserción escolar, esta alcanza 45% de la población estudiantil, específicamente la Universidad del Zulia se encuentra en situación de cierre de puertas por presupuestos infames; el transporte público se encuentra en la ruina con unidades desechables.

El summum del desastre en las condiciones de vida lo concentran los cortes diarios y nocturnos del servicio eléctrico, al destruir las condiciones de vida de más de 5 millones de habitantes, sin protección ante temperaturas diarias, inhumanas, mayores a los 40°, la destrucción de fuentes de trabajo de 80% del comercio local, igualmente la fragmentación del parque industrial derivando la producción hacia lo artesanal.

El apocalipsis del pueblo zuliano lo resume la gaita (1969): “Tierra inmolada, Maracaibo señorial, aún deberás continuar sacrificada, Maracaibo tierra mía idolatrada y olvidada por ser leal, Maracaibo marginada y sin un real, qué más te puede pasar que ya no te haya pasado”.  Triste condición extendida a toda la región zuliana, que solo podrá superarse cuando recuperemos la libertad y la democracia.


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