Juan Bimba reviste un gran interés histórico y, sobre todo, simbólico, a pesar de que en el siglo XXI puede resultar una figura obsolescente en el imaginario colectivo venezolano, en especial para las generaciones más jóvenes. En cuanto a su simbología, llaman la atención las características etológicas e iconográficas del personaje. Los rasgos físicos atribuidos a Juan Bimba revelan sin embargo el imaginario sobre la identidad y la cultura venezolanas. Sobresale la llanerización de lo venezolano. El llanero es asumido como prototipo del venezolano y sus costumbres, indumentaria y música como las típicamente venezolanas.

El Diccionario de la lengua española (DLE), antes Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), señala que “bimba” es un “sombrero de copa” y en esa entrada refiere a la voz “Juan Bimba”, de la que se dice “1. m. coloq. R. Dom. y Ven. Hombre apocado que se presta con facilidad a todo cuanto se quiere hacer de él. 2. m. coloq. Ven. Hombre común”. La primera acepción, al parecer, se emplea en el habla coloquial de la República Dominicana y Venezuela, mientras que la segunda solo lleva la marca de Venezuela. Estas expresiones serían similares a otras como “buen Juan”, “Juan de buen alma”, “Juan Lanas”, “Juan Palomo”, o “ser algo Juan y Manuela”, que no llevan marcas geográficas.

Juan Bimba o Juan Bimbas, colocado su apellido en plural, que más bien pudiera representar una ese epentética (como en “de pies”, “Jorgen”, “nadien” o “naiden”), ha sido visto como la personificación del venezolano de a pie. En ese sentido, el poeta cumanés Andrés Eloy Blanco lo inmortalizó en varios de sus obras, entre ellas La Juanbimbada y en su “Carta a Juan Bimba” de 1936, como un hombre sencillo e ingenuo, pobre y explotado. El mote adeco de “el partido del pueblo” refería a Juan Bimba. De esa manera, a veces con un tratamiento humorístico, se asociaba el personaje a la doctrina y las prédicas del partido socialdemócrata Acción Democrática, fundado en 1941.

Varias caricaturas de Juan Bimba aparecieron en la revista Fantoches elaboradas por Leoncio Martínez (Leo) y otras por Manuel Martínez (Manuel), concejal de Caracas por Acción Democrática, quién publicó también en periódicos como El País, La Calle y La República, dirigida esta última por Luis Esteban Rey. También se le atribuyen caricaturas de Juan Bimba al médico y caricaturista Mariano Medina Febres (Barinas, 1912 – Caracas, 1976), como se señala en el artículo biográfico del Diccionario de Historia de Venezuela, editado por la Fundación Empresas Polar, y escrito por Omar Alberto Pérez. Allí se ha propuesto que Medina Febres fue el creador del personaje. Además se habla, como se puede leer en el artículo sobre Juan Bimba en la Wikipedia, de que a mediados del siglo XIX ya se conocía a Juan Bimba y que el célebre escritor Juan Vicente González lo nombraría en alguno de sus artículos, dato que no he podido corroborar y que no se acredita en dicha fuente. Adicionalmente se menciona allí que tal vez era un personaje real de Cumaná, en cuya historia se habría inspirado Andrés Eloy Blanco. No obstante, el Dr. Luis Beltrán Mago, abogado y escritor cumanés, pariente de Andrés Eloy y gran conocedor de su obra literaria y de su trayectoria política, sostiene a sus lúcidos y creativos 99 años que se trata de una aseveración sin fundamento. Según él, no existió tal personaje en Cumaná.

En todo caso, la figura de Juan Bimba reviste una gran simpatía porque representa al llamado pueblo llano, al hombre ingenuo, desposeído, invisibilizado y, para utilizar una frase de Rómulo Gallegos, perteneciente a “una raza buena” que “ama, sufre y espera”. Por ello, muchos gobiernos y dirigentes han tratado de enfatizar en sus prédicas y accionar político el símbolo de Juan Bimba para captar el apoyo popular.

Releyendo, aunque en verdad leyendo con mayor atención, la gran novela Tierra nuestra (Por el río Caura) de Samuel Darío Maldonado, obra concluida en 1919 y fechada en Tucupita de marzo a Julio de ese año, encontré una documentación de Juan Bimba que merece ser destacada. No se trata de la primera en sentido absoluto, pero constituye una de las primeras documentaciones conocidas en Venezuela del simpático hombre de traje llanero.

Samuel Darío Maldonado dice textualmente a través del personaje Kalunga, sin entrar a comentar las ideas elitescas y excluyentes expuestas en su parlamento dirigido a un comisario a orillas del Orinoco medio: «Ahora le aplico yo mismo la anécdota, aunque le escalde la piel como un sinapismo. Eso le pasa a usted, y a los que como usted mangonean debe sucederle fatalmente, porque nadie se defiende de un toro bravo sin saber capearlo. El gran defecto del sistema republicano o mejor del sistema de gobierno democrático, es el de tener que echar mano de todo lo que sea pueblo, que como pueblo, al fin y al cabo, es una masa incongrua, y por supuesto, no de un material exquisito, por más que lo parezca, y no habiendo personas en quienes es de exigirse una mediana preparación; como aquí no se nos dan los príncipes ni los duques, nuestro terreno es fértil para todo, menos para esa clase de semillas; es preciso utilizar las actitudes, cuando las hay, de fulano, que es hijo de un Juan Bimba o de mengano, que es el nieto de ña Romualda. Y apúrese que le piso los talones. Pero en este sistema lo popular no debería envolver o implicar sino el escoger dentro de la turba lo que sobresalga o sirva para algún respecto, lo que es fruto de la selección social en forma alguna, por ejemplo, de una cáfila de albañiles, el que se empina sobre el nivel de su gremio, y de una caterva de abogados, no al más lenguaraz y entremetido, sino al que no se anda por las ramas ni por atajos y puede sentarse en una cueril, como dijo el otro, en lugar de curul, de la Corte de Casación, sin que se ruborizan los libracos que están en los escaparates de la biblioteca de aquella corporación forense. Nuestro admirable Rafael María Baralt, exclamaba una vez: ˵Los gobiernos! ¡De todo son culpables los gobiernos! ¿Y de dónde salen los gobiernos? ¿Vienen de las nubes? ¿Son como Adán de formación sobrenatural? No. Los gobiernos, cualesquiera que ellos sean, salen del seno de los países gobernados˶ (*) Rafael María Baralt. Letras españolas. (Primera mitad del siglo XIX. Pág. 46) [en nota]” (Samuel Darío Maldonado. Tierra nuestra (Por el río Caura). S/l, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (N1 4), s/f, pág. 210) (negritas añadidas).

Esta documentación de Samuel Darío Maldonado tiene una gran importancia para la historia de Juan Bimba como personaje y representación de la gente sencilla y pobre, de las grandes mayorías desposeídas. Resulta relevante destacar que la caracterización de Juan Bimba se corresponde con el país agrario y rural que era la Venezuela anterior a la explotación petrolera, un país pobre y agroexportador, con grandes injusticias sociales en su seno. Su representación gráfica ayudó a fijarlo más en el imaginario venezolano. Queda claro que Juan Bimba preexistía a Acción Democrática, a Andrés Eloy y a los caricaturistas que le dieron forma visual.

Un interesante trabajo sobre la utilización gráfica de Juan Bimba en las caricaturas políticas en el gobierno del general Eleazar López Contreras de 1936 a 1941 es el de María Soledad Hernández Bencid “Juan Bimba y el míster: Fantoches en el imaginario petrolero venezolano”, publicado en la revista del Instituto Pedagógico de Caracas Tiempo y espacio Nº 63, 2015, pp. 55-69.

Veamos en Juan Bimbas los ideales.


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