Lo acontecido en estos días pasados con Tareck el Aissami no tiene nombre. Muchos han explicado qué podría hacerse en Venezuela con el dinero desaparecido, pues visualizar qué significan más de 3.000 millones de dólares no es fácil cuando se está acostumbrado a tan poco. El venezolano de a pie gasta poco porque tiene poco. Por eso hay que mostrarle en obras lo que significa este monto que, por cierto, en su totalidad, es mucho más. Es así como algunos han bajado a tierra el monto y han explicado cuántas escuelas, cuántos hospitales, qué cosas se pueden hacer con ese dinero.

De más está decir que da rabia, indignación, tristeza la realidad de tanta corrupción, pues las necesidades de los venezolanos son muchas para que un grupito de vivos esté aglomerando para sí tanto dinero que no les pertenece. El mal es muy profundo y uno se pregunta si acaso todo caerá por su propio peso. Entre ellos se desangran y se acusan; se persiguen y se purgan. Se pelean el poder. ¿No será esto, acaso, la posibilidad de su debilitamiento? Cuando el mal es tan grande se corroen las bases que sostiene el poder, así como el óxido va corroyendo la pieza de metal que antes estaba sana. Es cierto que los dictadores viven de las purgas para afianzarse en el poder y lo logran, pero ¿cuánto tiempo más puede lograrlo Maduro?

El mal, lo he dicho en otros artículos, es ausencia de bien y cuando abunda cae por su propia autodestrucción. Es tiempo de que la oposición aproveche de mostrar sus virtudes; no de que se pongan a pelear, pues así nadie creerá en alguien y eso sí que sería triste y equivaldría a dejar el país a la deriva. Es momento de fortalecernos ante una estructura de poder rota y frágil. Es momento de unirnos, aunque vayamos a unas primarias que aparentemente nos dividen. Es tiempo de saber que todos somos necesarios para volver a hacer caminar a este país tan adolorido. Necesitamos que los líderes de la oposición sean conscientes del momento en que estamos para hacerse responsables de la situación. No pueden jugar en contra para pelearse el poder. Tienen que poder contrarrestar todo lo que ha sucedido, el descaro de un Maduro hablando de corrupción y señalando a culpables como si él no fuese uno. En fin, la oposición tiene que mostrar sus virtudes frente a tanto vicio.

El mal le hace daño a quien está lleno de odio; y aunque los corruptos parezcan que están felices con el dinero robado, están huecos por dentro. Están llenos del mal que hacen. Por eso digo que el mal es autodestrucción. Por lo mismo la oposición debe estar unida para enfrentar a esta bestia debilitada cuando se abra la oportunidad, independientemente de quien gane las primarias.


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