Hasta julio de 2020, alrededor de 5.202.270 de venezolanos han dejado el país. De acuerdo con datos del gobierno de facto, para mayo de 2020, 22.654 de ellos habían regresado. ¿Qué buscan con volver? Pues en el contexto de la crisis sanitaria, social y económica más grande que experimentará nuestra generación, en el medio de la pandemia del COVID-19, su esperanza es poder reconectar con el lugar que conocen, la familia a la que pertenecen, y acceder a las redes de médicos y medicinas que tienen, en caso sean contagiados con el coronavirus.

El tema es que crisis como la que estamos viviendo actualmente nos provocan miedos y ansiedades. Es solo humano que cuando uno está lejos, busque volver a lo que conoce, y este es el caso de los 22,000 venezolanos que se fueron de Venezuela buscando una vida más digna, pero decidieron regresar.

Uno pensaría que iban a ser recibidos de brazos abiertos, y que su propio país les dejaría gozar los derechos y privilegios que les otorga su nacionalidad. Pero no es el caso.

En cambio, están teniendo que enfrentar a un gobierno resentido; que tiene controladas las fronteras con apoyo militar, es decir, los puntos de entrada al país. Al llegar a Venezuela, y bajo la justificación de contener el contagio del coronavirus, a estos venezolanos se les detiene e inmediatamente son trasladados a cumplir un aislamiento forzado en instalaciones con condiciones subhumanas: sin agua potable, sin acceso a una alimentación adecuada o a servicios médicos, sin un lugar donde dormir.

Y si se quejan, son separados del grupo y golpeados por los soldados.

Para completar, oficiales del gobierno de facto han también estigmatizado públicamente a estos paisanos venezolanos tildándolos de “armas bioterroristas”. Aunque no hay evidencia empírica conectando el contagio del virus con la llegada de migrantes en retorno, el régimen de Maduro ha incluso llegado a amenazarlos de ponerlos presos por supuestamente ser parte de una “guerra biológica”.

El propósito es castigarlos por haberse ido, porque migrar se ha convertido en Venezuela en un acto político. La manifestación más contundente del descontento con el actual régimen. Al detenerlos y estigmatizarlos, quieren asegurarse que los demás venezolanos piensen dos veces antes de migrar, y piensen más veces aun antes de regresar.

Esto está pasando, además, de las vejaciones que están teniendo que sufrir los venezolanos que estaban viajando cuando llegó la pandemia, y que ahora están varados en otros países sin tener como volver a Venezuela. Una revisión de las respuestas de como otros países están atendiendo a sus expats varados en otros países revela lo mucho que los países están cuidando a sus connacionales en plena pandemia, y lo poco que lo hace el régimen en Venezuela. Desde marzo de 2020, solo en Colombia, nuestro país vecino, el gobierno ha coordinado más de 160 vuelos humanitarios para traer a casa a más de 20.000 colombianos varados en otros países.

En respuesta a esta situación, el 21 de julio, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un comunicado público “rechazando la militarización de las fronteras, los discursos estigmatizantes, y la criminalización de los migrantes retornados por la pandemia”, ya que estas medidas tienden a promover la discriminación y aumentar el estado de vulnerabilidad que estas poblaciones (ya de por sí vulnerables) enfrentan.

Los buenos políticos, hasta por su propio beneficio electoral, verían esta situación como una oportunidad para acercar más bienestar a su gente porque, a largo plazo, esto se debería traducir en votos. Los buenos políticos estarían pensando en las mejores políticas públicas para atender a la migración de retorno. Pero el juego en el que está el actual régimen de facto es el de la represión, el de eliminar y castigar a la disidencia. El apoyo popular y los votos parecen no importarles.

Mientras esperamos por la transición a la democracia, y que asuma un gobierno legítimo y enfocado en resultados, nosotros, los ciudadanos y ciudadanas de a pie, tenemos la responsabilidad de proteger a nuestros paisanos. Empecemos a ayudar a las organizaciones que están en el terreno. El tiempo es ya.


** Las opiniones son personales. No representan las de la Organización de los Estados Americanos.

 


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