La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”. Nicolás Maquiavelo (1469-1527), historiador, político y teórico italiano.

En los dos últimos meses el país ha sido testigo de los denuestos, descalificaciones, insultos, amenazas y un sinfín de improperios proferidos por los voceros del oficialismo, Nicolás Maduro, y Diosdado Cabello, por nombrar solo a dos, quienes sin importarles la dignidad de los cargos que ostentan, atacan ferozmente a sus adversarios políticos con calificativos que no vale la pena ni siquiera mencionarlos, pero que todos sabemos cuáles son.

Este comportamiento atípico en la política venezolana desde que se instauró la vida republicana, deja entrever que estos personajes no tienen el menor rubor de exhibir un lenguaje escatológico, vulgar y agresivo, y que poco o nada les importa irrespetar a sus congéneres y en general al pueblo venezolano. Exhiben a todas luces lo que la teología católica califica como uno de los siete pecados capitales: la soberbia. ¡Y dicen ser cristianos!

La soberbia es la actitud de quien se cree superior a quienes le rodean y desprecia o humilla a los que considera inferiores, sin tolerar que se le contradiga. No es extraño que la palabra soberbia sea tan parecida a la palabra soborno. El soberbio soborna y se deja sobornar pues no ve en la corrupción injusticia o delito alguno.

En nuestro país, los soberbios y los corruptos hablan de Venezuela como un “país light”, capaz de enriquecer a los vivos y oportunistas. Una miserable opinión porque han sabido adaptarse con malicia y avidez. Pero en realidad Venezuela es un país que se empobrece rápidamente en la medida en que los miserables se consolidan.

Según Jacob Matham la palabra soberbia, que proviene del latín “superbia”, es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, pues a diferencia de la modestia cuando surge de causas nobles o virtudes, esta se concreta con el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo o ego. Ser soberbio nubla la mirada y no permite reconocer lo bueno del otro.

En una maravillosa conferencia acerca de “Grandes ideas de Occidente”, el profesor Hugo Miller, fallecido hace algunos años, mencionó el pecado de hybris. En las tragedias griegas, el sufrimiento de los protagonistas estaba relacionado con una gran ofensa a los dioses: la soberbia. Ser soberbio significaba creerse mejor que la divinidad y obviamente, que el resto de los humanos. Edipo, Layo, Agamenón, sufrieron los peores destinos debido a esa actitud que les hacía sentir mejores que el resto de los mortales. Es por eso que las tragedias griegas tienen un sentido educativo. Hoy el pecado de hybris tiene el mismo castigo que en la Grecia antigua. Si bien puede reportar beneficios a corto plazo, sus consecuencias pueden desembocar en grandes dramas y tragedias.

Hoy día ser soberbio parece ser para quienes detentan el poder en esta llamada revolución bolivariana, marxista y socialista (sic), aprovecharse de la oportunidad, de engañar a los demás, descalificar al prójimo, barnizar de poder al que es suficientemente astuto para sacar beneficio de ello, lo cual es celebrado porque el control de la justicia lo manejan a su antojo.

Definitivamente, la soberbia es una actitud orgullosa y consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a sí misma. Genéricamente se la define como la sobrevaloración del yo respecto de otros, para superar, alcanzar o sobreponerse a un obstáculo o situación, o bien en lograr una elevada desvalorización del contexto. También la soberbia es definida como la creencia de que todo lo que se posee es superior, que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás, o de superar los prejuicios. El orgullo incita a la persona a valorarse demasiado, creyéndose capaz de hacer cualquier cosa por encima de los demás e incluso de sus propias capacidades, de las circunstancias o mejor dicho los contratiempos que se presenten. Todo ello genera en que la persona orgullosa ponga en detrimento a los demás, debido a que piensa que sus capacidades o que su valor no se equipara al suyo, y por tanto se exhibe arrogante.

Hay quienes refieren que son manifestaciones del orgullo en grado de soberbia, las personas que asoman las siguientes manifestaciones: rebeldía ante la obediencia; autoritarismo al mandar; envidia de los valores de otros; crítica de los envidiados y nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.

El filósofo español Fernando Savater escribió el libro «Los siete pecados capitales», donde describe brillantemente, que «la soberbia no es solo el mayor pecado, según las escrituras sagradas, sino la raíz misma del pecado. Por lo tanto de ella misma viene la mayor debilidad. No se trata del orgullo de lo que tu eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes. Va por la vida exhibiendo sus poderes y sus méritos, que dice que tiene, pero la verdad es que no lo tiene. Ser soberbio es básicamente el deseo de ponerse por encima de los demás». «La soberbia es el valor antidemocrático por excelencia. Los griegos condenaban al ostracismo a aquellos que empezaban a imponerse a los demás. Creían que así evitaban la desigualdad entre los ciudadanos y protegían el equilibrio social». «La soberbia es la antonomasia de la desconsideración. Es decir: Primero yo, luego yo y luego también yo». Tal vez, la soberbia sea una cosa sencilla; simplemente se trata de maltratar al otro… Porque la prioridad para el soberbio es él mismo y sus necesidades. Siempre hay individuos dispuestos a una actitud servil, con quienes los soberbios encuentran un campo ideal para hacer todo tipo de desvalorizaciones.

Debemos hacerle entender al oficialismo que somos parte de la solución y no del problema, y que no queremos estar subordinados ante la soberbia y el autoritarismo de nadie.

¡Este es y siempre ha sido, el sentimiento que anida en el alma de los venezolanos!

 

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

 

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Twitter: @_toquedediana


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