No hay muchas referencias historiográficas sobre el origen de la designación del entonces contralmirante Wolfgang Larrazábal como integrante de la Junta de Gobierno instalada durante la provisionalidad surgida después de la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. Tampoco las hay sobre la imposición en la presidencia ante los otros cuatro oficiales iniciales. El punto es que el nombre del marino surgió inmediatamente después de que la Vaca Sagrada surcara los cielos caraqueños con rumbo enfilado hacia República Dominicana apuntalado por un concepto corporativo casi divino y en contigüidad de santidad, de escaso manejo aguas afuera de los cuarteles, pero de un peso fundamental en el funcionamiento de la institución armada: la antigüedad.

La antigüedad es un grado, es una expresión de todo pasillo y patio de formación militar. Y es verdad. Desde allí emana un respeto surgido principalmente desde los institutos de formación profesional. Tan medular es el alcance del concepto corporativo que es normal que un general de división de ascenso reciente se dirija a un teniente coronel en actividad o retiro a quien conoció siendo alférez y él de nuevito aspirante a cadete, como mi comandante. Respeto es la exacta descripción del tratamiento, que es parte de los andamiajes institucionales ilustrados por la disciplina, la obediencia y la subordinación. Probablemente allí reside todo el soporte del contralmirante Larrazábal como presidente de la Junta de gobierno acompañado inicialmente por el coronel (Ej.) Pedro José Quevedo, coronel (GN) Carlos Luis Araque, coronel (Ej.) Roberto Casanova y coronel (Av.) Abel Romero Villate. Estos dos últimos fueron forzados a renunciar por la presión popular frente a la abierta identificación con la dictadura, y en su lugar ingresaron Eugenio Mendoza quien arribó de Nueva York a primeras horas del día 24 con la bendición de la santísima trinidad Betancourt-Caldera-Villalba y Blas Lamberti, ambos empresarios. Secretario de la junta fue designado el profesor Edgar Sanabria.

¿Cómo operó la antigüedad en este asunto de la Junta de Gobierno? Los coroneles Roberto Casanova y Pedro José Quevedo eran compañeros de graduación del general Pérez Jiménez, egresados en 1933 de la Escuela Militar y Naval, en tanto que el coronel Romero Villate era graduado del mismo instituto en el año 1934. El coronel Carlos Luis Araque asciende a subteniente en 1938. El contralmirante Larrazábal se graduó en el año 1931 y el 23 de enero de 1958 era el oficial más antiguo en las Fuerzas Armadas y apoyado en el cargo de comandante de la marina. La institución armada de ese entonces, en términos del acceso al poder político, ante el vacío generado desde el abandono del cargo por el general Pérez Jiménez ese día que empezó la provisionalidad y la desbandada perezjimenista, solo dejó que hiciera su trabajo la superioridad en el grado que la representaba el almirante Larrazábal. Lo demás es historia.

Toda esta parrafada sirve para ilustrar frente a la decisión del TSJ que acaba de ratificar la inhabilitación política de María Corina Machado y la anulación oficial de sus posibilidades como candidata presidencial en las elecciones previstas este año 2024, el marco del diseño de una nueva estrategia frente a la realidad política del país para poder llegar hasta el final. Ni en la guerra ni en la política se le puede abrir la puerta a la disonancia cognitiva. La oposición está jugando en el terreno del régimen, con sus reglas, con sus condiciones, contra quien maneja el árbitro electoral y además el elemento de la logística comicial y la seguridad con el plan República. Con quien tiene movilizados ad hoc todos los poderes públicos y dispone de un plan de permanencia en el poder que ha ensayado desde su llegada en 1998. Mención adicional es que está dispuesto a pasar por encima de cualquier escrúpulo para hacer realidad cuando se presente, las tres suposiciones de este plan. La primera es mantenerse en el poder y lo está, la segunda es recuperarlo inmediatamente en caso de perderlo a la manera del 13 de abril de 2002; y, por último, pasar a una etapa de guerra popular prolongada (GPP) con sus medios militares y paramilitares disponibles. Con este panorama del dispositivo, la composición y la fuerza de la maquinaria del régimen, lo peor que puede ocurrir en el liderazgo de la oposición es entrar en una disociación que niegue verdades que tienen el tamaño del lago en Guri. MCM está inhabilitada para las elecciones de 2024, el régimen tiene unas condiciones electorales a su favor, mantiene la iniciativa política y la libertad de maniobrar, tiene un diseño establecido en el Plan de la Patria 2019-2025 y está marcando la agenda con todo el soporte operacional de la Fuerza Armada Nacional. Contra eso está el rechazo en un estimado del 85 por ciento, el tímido apoyo de una parte de la comunidad internacional y el liderazgo democrático y motivador de la candidatura unitaria.

Hay un antes y un después inmediatamente de oficializarse y anunciarse la inhabilitación de MCM por el Tribunal Supremo de Justicia. Sobre ese después es que hay que instrumentar la ruta para llegar hasta el final, precisando muy bien el significado del lema y marcando el escenario político electoral de mayor probabilidad ante un cambio político en Venezuela. Una transición como en 1958. Habrá una provisionalidad previa a unas elecciones presidenciales con garantías y supervisión internacional. Ese paréntesis político estará caracterizado por la violencia, la inestabilidad y la ingobernabilidad generada por las huestes del régimen en desbandada y es un asunto que debe debatirse y dirimirse dentro de las fuerzas políticas de la oposición bajo la batuta de la candidata unitaria. Esa debe ser la agenda de la oposición. Específicamente para ponerle nombres y apellidos a los potenciales candidatos para integrar esa provisionalidad en el gobierno a la manera del surgido después del 23 de enero de 1958. Antes de esa fecha, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba reunidos en Nueva York desde el hotel Waldorf Astoria y el Carlyle, conscientes de la llegada de una etapa previa habían designado a Eugenio Mendoza para presidir la junta de gobierno mientras ellos se reservaban para la convocatoria de las elecciones presidenciales. El intento del coronel (Ej.) Pulido Barreto de formar una junta de gobierno fue frenado por el mismo Pérez Jiménez apelando a la lógica prodigiosa y celestial de los cuarteles en materia de relevos: la sacrosanta antigüedad que impuso al contralmirante Wolfgang Larrazábal. Cuando Mendoza llega con retardo a Venezuela el 24, el marino estaba instalado en Miraflores. Betancourt, Caldera y Villalba fueron candidatos en las elecciones presidenciales convocadas ese año. Eso se llama visión estratégica y, zancada y aliento de estadistas.

En un ambiente ideal para la planificación estratégica de María Corina Machado, con las realidades políticas ya desarrolladas, la consideración de estos 6 ítems para canalizar su potencial político y electoral acumulado como candidata unitaria frente a un escenario de provisionalidad o transición que, vista la actual coyuntura política y militar se impondrá antes de la formalidad de un cambio político estable y consolidado. Esa fase debe desembocar en unas elecciones presidenciales con suficientes garantías y para ese proceso MCM debe ser la candidata de la democracia y el cambio.

  1. Movilización ciudadana: Organizar manifestaciones y eventos para mantener viva la presencia pública y el apoyo popular. La construcción de la defensa del voto con los 600 mil voluntarios es una excelente maniobra y un gran soporte para movilizarse frente al acto electoral previo.
  2. Fortalecimiento de su movimiento político: el músculo de la plataforma política de Vente para representación de sus ideas y sus valores, atrayendo a seguidores y líderes afines; debe ser el respaldo más importante de la movilización.
  3. Seleccionar un candidato alternativo afín: Identificar y respaldar a un candidato que pueda representar sus ideales y el de la gente identificada con un cambio político para Venezuela en el futuro sin anclajes con el pasado, especialmente en la provisionalidad.
  4. Reforzar sus referencias hacia la Fuerza Armada Nacional (FAN) con los mensajes correspondientes. Toda la ruta que se trajine dentro de su liderazgo frente al cambio político en el tenor de llegar hasta el final debe mantener y potenciar constitucionalmente el antes y el después de la decisión del TSJ que la inhabilita oficialmente.
  5. Involucramiento internacional: Buscar el apoyo y el reconocimiento de líderes internacionales para respaldar su causa y mantener presión internacional.
  6. Liderazgo desde otros espacios: Participar en debates, conferencias y medios para seguir promoviendo sus ideas y mantenerse relevante en el ámbito político.

El tiempo es una variable para considerar en la valoración de estos ítems. La mayor parte de estos han venido caminando con su propia dinámica, a excepción de los números 3 y 4. Ante la realidad de una transición el candidato alternativo será en la junta de gobierno el representante de MCM con una alta probabilidad de presidirla; también simbolizará a todo el sector opositor y personalizará el cambio político con el compromiso amarrado de renunciar en caso de manifestar alguna aspiración de candidatura, como en su momento lo hizo Larrazábal. Por los miembros de la Fuerza Armada Nacional en el cuerpo colegiado de gobierno, no hay problema. De eso se encarga la sacrosanta antigüedad.

El cambio político en Venezuela se iniciará con un paréntesis de provisionalidad. Durante esa transición los militares tendrán un papel protagónico. ¿Cuándo? ¡No lo sé! Lo que sí registra la historia es que Eugenio Mendoza llegó tarde a la Junta de Gobierno en 1958, constituida inicialmente por miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales. De manera que tiene la palabra MCM en lo relacionado con el punto número 3.


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