De lo expresado este 16 de noviembre por el presidente Guaidó, vale resaltar su disposición de lograr el objetivo del cese de la usurpación,  mediante una serie de acciones previstas en una agenda permanente de conflicto. Era necesaria esta reafirmación.

El país no se identificó con una propuesta electoral que dejaba de lado ese objetivo para darle paso a una especie de acuerdo, indescifrable por connivente, conforme al cual tendríamos una larga tregua luego de unas adelantadas elecciones parlamentarias, tirando el “mingo” tan lejos que pudiera incluso pasar de largo por el trance de una eventual revocatoria presidencial hasta llegar a un inimaginable término del mandato del usurpador.

Para rescatar la confianza popular no basta con apelar a la indulgencia del colectivo, tiene necesariamente que regresarse a la raíz que la generó como un acto de fe. Creemos y queremos entender que ese es el significado del relanzamiento de la fórmula original en el discurso de nuestro presidente Guaidó. Hacemos nuestras las líneas del editorial de El Nacional (12/11/19), cuando con mucha preocupación se señala: “Salta a la vista la contradicción que significa alentar la idea de que habrá elecciones y lanzar a la opacidad el cese de la usurpación como tarea primera de las fuerzas democráticas. La ansiedad crece cuando no se insiste más en el TIAR aprobado por la AN y se enfatizan unas metas electorales que carecen de sentido mientras el régimen usurpador siga imperando en nuestro sufrido país”.

Ingenuo sería creer en una salida del usurpador mediante unas incomprensibles elecciones parlamentarias, supuestamente convenidas,  que solo tendrían el riesgo de llevar consigo la pérdida del único poder legítimo que hoy tenemos en el país. Extraña que de esta manera se esté abriendo hoy una Caja de Pandora en la que pueden desatarse los demonios de las instituciones ilegitimas que estarán prestas a cumplir con los designios del dictador.

Cabe la repetitiva y autoflagelante pregunta de por qué no se designó el CNE con anterioridad, pero lo verdaderamente importante es preguntarse por qué ahora luego de una sospechosa incorporación de la bancada oficialista a la AN. Acariciar y estimular esa propuesta, mediante un entendimiento con el régimen, nos puede llevar a un callejón sin salida. Sería la reedición del descalabro al que nos llevaron las elecciones regionales. De sus resultados no podemos ni siquiera asumir que tenemos 4 gobernadores legítimos y 19 ilegítimos. Por si no bastara, esas elecciones constituyeron el prolegómeno de la fraudulenta elección del usurpador.

Guaidó con coraje corrigió el rumbo, imaginamos que muy a pesar de quienes solo velan por sus propios intereses. Lo seguiremos apoyando.


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