Todo se ha consumado, las negociaciones entre la oposición y el sector oficial funcionaron para imponer un proceso electoral que comienza con la selección de los nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral. Se inicia de esta manera una nueva etapa en el equivocado sendero de preparar unas elecciones que conducirán a una elección del nuevo Parlamento con la presencia de Maduro como usurpador mayor en un proceso que muestra las debilidades de su propia concepción…

Para entender la razón de la sinrazón electoral voy a valerme del análisis de varias encuestas recientes considerando las reservas del caso porque conozco las limitaciones de los métodos de muestreo utilizados, los cuales, por cierto, usan una base de muestreo trabajadas originalmente por el doctor Félix L Seijas, destacado y magnífico estadístico fallecido lamentablemente hace pocas semanas, que marcó las pautas para realizar las encuestas de hogares mediante métodos por conglomerados con selección probabilística de personas dentro del núcleo familiar, los cuales permitían estimar indicadores confiables para los estudios de opinión. No estoy seguro de la correcta aplicación de los métodos por parte de las empresas encuestadoras, y ahora también formadores de opinión, los cuales interpretan sus propias visiones y muestran resultados no necesariamente probabilísticos, por tal razón, se deben interpretar sus consideraciones dentro de intervalos aproximados para ilustrar el tema electoral.

Debemos estimar el número de habitantes que quedamos en Venezuela considerando el continuo éxodo de personas que escapan del país. Para ilustrar el asunto, se ha ido del país una población equivalente al total de habitantes de Panamá y Costa Rica, es decir, más de 5 millones de venezolanos, entre quienes se destaca un segmento profesional altamente calificado que difícilmente regresará al país. El éxodo continúa, pero de la población que queda en el país se estima que entre 70% y 80% está en condiciones marginales de vida, 18 % en clase media con tendencia a ser pobres rápidamente, y 2% de clase media más o menos acomodada o enchufada. Esto quiere decir que de un registro electoral de la poca creíble cifra de 19 millones de votantes, 14 millones corresponden a potenciales votantes; pero debido al éxodo quedamos en Venezuela no más de 8 millones de personas mayores de 18 años. Primera contradicción: el régimen dice que tiene controlado con el carnet de la patria a 10 millones de personas.

La crisis social y económica no solo produjo la increíble migración al extranjero, sino que la pésima calidad de vida ha inducido a que habitantes del occidente y del oriente migren al centro del país. Una estimación de este fenómeno social pone de manifiesto que cerca de 1 millón de personas se han mudado al área metropolitana de Caracas, Maracay y Valencia. En términos prácticos, esta gente tiene que reubicarse en los circuitos electorales, menuda tarea.

De las 5 millones de almas en el extranjero, al menos 3 millones deberán hacer su registro electoral en los centros que se indiquen, tarea casi imposible en el corto tiempo y mucho menos con una estructura consular dicotómica y dispersa que pondrá todos los obstáculos oficiales para que no voten, por cuanto ellos son por lo general de oposición al régimen. Los que desean quedarse en Venezuela se estiman en 7 de cada 10 personas; el resto, al cambiar el viento se marcharán.

Es opinión generalizada de los venezolanos que Maduro es un usurpador, que trampeó las elecciones presidenciales y que el CNE representado por los rectores electorales y los directivos regionales que son centenares contribuyeron al fraude, por consiguiente el Tribunal Supremo de Justicia Legítimo sometió las pruebas a experticia larga y sostenida. Finalmente, declararon nulo el sistema electoral, decretaron la nulidad del procesamiento electrónico y sentenciaron penalmente a todos los directivos del CNE y al mismo Maduro lo sentenciaron como corrupto, dando pie todo ello a que el presidente de la AN asumiera el cargo de presidente interino y provocara el desplazamiento del usurpador, la formación de un gobierno de transición y posterior celebración de elecciones mediante  un sistema renovado y transparente. La gente creyó en ese mensaje, pero hoy día está alarmado o desconfiado porque no se cumplieron las promesas de la oposición y que realmente concilia con negociaciones turbias un proceso electoral donde nada se ha resuelto.

Los sondeos de opinión revelan que en los últimos 6 meses la falta de confianza en la dirigencia de oposición hasta el punto que la opinión favorable que tenían para el cambio y de sus dirigentes viene disminuyendo de 60%-70 % a 40%-45%. Otro tanto cree que Maduro sí es legítimo polarizando al país de manera irreconciliable.

Al plantearse el acuerdo de renovar a los directivos del CNE y nombrar una comisión de postulaciones, las personas han reaccionado negativamente; es decir, que entre 60% y 65% afirma que no irá a votar en las elecciones parlamentarias con Maduro como presidente; solo iría a votar 35% de la población electoral. También revelan que, en condiciones adecuadas para celebrar elecciones parlamentarias y presidenciales, con un nuevo CNE integrado por verdaderos independientes, con autoridades regionales renovadas, con observación internacional y con Maduro fuera del gobierno, votaría de 70% a 80% de la población electoral.

Esa es la opinión media de la población, la cual no entiende a los dirigentes políticos e interpretan que los partidos están totalmente desconectados de las aspiraciones populares y obviamente generan suspicacias con todo tipo de comentarios adversos, dudando de la capacidad de sus dirigentes y de la intención de desplazar al gobierno por esta tortuosa e inútil vía electoral.

Hacer elecciones en estas condiciones es una pérdida de tiempo que favorece al régimen, que previendo la inevitable abstención canta el triunfo de un nuevo Parlamento con ventaja fraudulenta que les permitirá el ansiado control total del poder en beneficio de sus intereses particulares, la de naciones invasoras, de mantener las facilidades al narcotráfico, proteger al crimen organizado y su policía guerrillera, y como si fuera poco, los intereses geopolíticos de Rusia, China y del islam como centros antiimperialistas, aupando con el discurso mentiroso tradicional de ser defensores de la democracia y la declaratoria de antiimperialistas contra el gigante del norte, tal como fue declarado la pasada semana en Cuba acompañadas de las expresiones expansionistas y desestabilizadoras de los gobiernos democráticos, decretada por el Grupo de Puebla en México e instrumentada por el activismo de Foro de Sao Paulo.

Las elecciones sin lograr la salida del usurpador del poder y con el chantaje a la oposición, obligándola neciamente a apoyar elecciones parlamentarias otra vez fraudulentas, determina que continuaremos en la misma decadencia, crisis y desgracia nacional. Las soluciones se nos salieron de las manos, solo los países afectados en su seguridad nacional, su comprensión por razones humanitarias y el efecto que tiene en su propio sistema democrático, podrán influir y ayudar a la verdadera oposición que existe en el país a desplazar por la fuerza a quien no desea desalojar el poder y que intoxica al sistema democrático continental bajo la dirección de la Cuba comunista y de los países antidemocráticos del otro lado del mundo que desean expandir sus imperios a todo un continente.


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