En la mayoría de naciones de América Latina y  espacios geográficos como Venezuela desde hace mucho tiempo no existen políticas públicas adecuadas y menos orientadas hacia las prioridades de los niños, niñas y adolescentes, lo cual no solo contraviene la I Convención Internacional de los Derechos del Niño, sino que coloca en entredicho la cualidad de ellos como sujetos de derechos, y en contraposición con el interés superior de la infancia.

En tal sentido, replantear políticas públicas requiere comprender que el oxigonio de la infancia en ese principio de prioridad absoluta está centrado en el oxigonio de alimentación, educación y salud, sin que una de ellas sea más importante que otra, porque son el conjunto de derechos humanos fundamentales que debe prevalecer para nuestros niños, niñas y adolescentes.

Por ello, ascender políticas públicas asertivas, eficientes y ejecutables, deben tener en este orden la siguiente estructura:

1) Financiera: En nuestros países se tiene como «norma» o costumbre que primero los llamados ministerios o instituciones «planifican» hasta de manera ficticia sus necesidades que son enviadas hasta la cúpula de los Estados, para al final enviar presupuestos sobreestimados, esperando a «ver qué les dan». Esto además de ser una aberración en «políticas públicas» revela el atraso político e ideológico de nuestros gobiernos. Ante tal contexto, la planificación debe realizarse una vez que se haya destinado y confirmado el monto de los recursos económicos que tendrán cada una de las instituciones, y en particular, las vinculadas con la infancia. Una vez que se haya tenido ese espacio definido, habrá que realizar cálculos de atención, partiendo de la data del último lustro, sobre los niños atendidos, aquellos atendidos con deficiencia, y no atendidos, en el eje mencionado de alimentación, educación y salud, tanto para conocer el verdadero alcance de la población que pudiera beneficiarse con los recursos asignados, así como buscar alternativas financieras externas que pudieran coadyuvar con la atención de la infancia en condiciones vulnerables.

2) Social: Si todo Estado tiene un fin de bienestar para su población, pues sus instituciones deben comprender y orientar sus acciones con lo estrictamente social. Pero, ¿qué es lo social? Allí radica parte de las confusiones de los Estados y sus estructuras burocráticas quienes consideran que lo «social» es darle alguna ayuda asistencial a los más pobres. Es decir, no se comprende que teniendo eficientes servicios de educación y salud es una forma de atención social efectiva y no efectista. Y menos se comprende que teniendo tales servicios en eficiencia se estará prestando una alimentación complementaria para los niños, niñas y adolescentes con mayores necesidades.

3) Geográficas: Generalmente, las «planificaciones» se hacen desde un nivel central, sin valorar los aspectos geográficos de cada país. No es lo mismo un niño que viva en un barrio o favela de una gran ciudad como Caracas o Sao Paulo que niños indígenas de estos países unidos por la inmensa selva amazónica. No solo es que las necesidades son diferentes, es que los aspectos biológicos, patológicos, culturales, idiomáticos y hasta alimenticios son distintos. Y esto, sin duda, es parte de las grandes debilidades metodológicas en nuestras políticas públicas.

4) Tecnológicas: Aceptando que dentro de la tecnología están los servicios públicos básicos: agua, electricidad, gas y transporte. O sea, no se puede disminuir la pobreza aunque exista el mejor documento de planificación, y este a su vez tenga recursos suficientes para la atención de los niños, niñas y adolescentes, porque esa tecnología no puede estar supeditada a tener una computadora o un teléfono «inteligente» o una «tablet». Una escuela, o un hospital sin servicios eficientes de agua, electricidad y telecomunicaciones o una comunidad sin tales servicios, sumando un deficiente transporte público, resulta una sociedad empobrecida y con múltiples necesidades y permanentemente vulnerable.

En consecuencia, si estas cuatro variables no son articuladas en cada planificación, menos podrá hablarse de políticas públicas, y lo demás será entelequia y demagogia. En la próxima entrega, concluiremos el tema.

@vivassantanaj_

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