El grado o nivel de éxito de la elección primaria de la oposición estará en relación directa con la cantidad de votantes que acudan a ella. Para lograr la mayor participación habrá que ofrecer al elector comodidad y seguridad, y no habrá nada mejor para eso que obtener la cooperación del Consejo Nacional Electoral (CNE) con toda su infraestructura tecnológica, a la que tenemos el mismo derecho de disponer como lo tiene el partido de gobierno (PSUV), que la emplea cada vez que lo requiere. Si la primaria se realiza en los lugares habituales, donde están registrados los electores, con las máquinas, los registros y los operadores del CNE, bajo la vigilancia y el control de la Comisión Nacional de Primaria (CNP), el éxito de la misma estará garantizado. Sobre este punto no debería haber mayor discusión.

Queda el dilema del uso de las máquinas captahuellas. No sabemos cuántos opositores dejarían de votar si no hay forma de eliminar esta herramienta del proceso, pero con toda seguridad que no será la mayoría. El uso de las máquinas captahuellas en el proceso automatizado de votación es una parte importante del mismo, porque garantiza el voto único al impedir la votación repetida de una misma persona. Es una garantía de autenticidad de los resultados del proceso, lo que es muy importante en todo ejercicio electoral, y muy especialmente en este caso de la primaria, que habrá de desarrollarse en un contexto de mucha pugnacidad y desacuerdo. Los que estamos interesados en el éxito de la primaria desearíamos que se cumpliera ese requisito, porque eso evitaría posibles situaciones perjudiciales, como aquella del referendo revocatorio contra Chávez de año 2004, cuando el CNE anuló más de 1 millón de firmas bajo el pretexto de que eran duplicadas o “planas”.

A los que se oponen a la participación del CNE en el proceso de la primaria o que discrepan en relación con el uso de las captahuellas, les recomendamos que recapaciten más al respecto y que, en beneficio de todos los opositores, no sigan levantando polvo con ese asunto. Sométanse, sin prepotencias ni terquedades inoportunas, a la decisión que tome la Comisión Nacional de Primaria sobre el particular. Denle crédito a ese organismo que ha venido haciendo las cosas eficientemente y confíen que sabrá resolver este problema de la mejor manera posible.

El Registro Electoral Permanente (REP) no está actualizado y la última cifra que se conoce de inscritos es de un poco más de 21 millones. Tomemos esa cifra como referencia. Si le restamos 30% de abstención habitual o histórica, quedan 14,7 millones de posibles votantes. Restémosle 30% de chavistas, alrededor de 4,4 millones, quedan 10,3 millones de votantes opuestos al régimen. Castiguemos esta cifra con 50% de personas que no votarían en la primaria por: 1) miedo a las captahuellas, 2) porque están fuera del país y no tienen acceso a las mesas de votación o 3) porque no apoyan la primaria y están con la otra oposición. Al final, restan 5,1 millones que con bastante probabilidad asistirían a la primaria bajo condiciones apropiadas, es decir, si ella se realiza como una votación normal, con las condiciones habituales de los procesos electorales del CNE anteriores a los años 2018 y 2019. La Comisión Nacional de Primaria, con la colaboración de todos los partidos participantes, tendría a su cargo la vigilancia y el control del proceso, como ya se dijo. Esa labor es muchísimo más fácil de realizar que un proceso electoral complejo, a nivel nacional, sin la participación del CNE. Otro punto no amerita mayor discusión.

Según los cálculos anteriores, entre 4 y 5 millones serían los posibles votantes de la primaria, si ella se realiza apropiadamente. Con una votación así, la primaria sería un triunfo rotundo e indiscutible a ojos de todo el mundo, incluidos el régimen madurista y la otra oposición. Sería una carta muy valiosa en el proceso de negociación que habrá de realizarse con la otra oposición con miras a las elecciones del 2024 y 2025.

Quienes tienen posiciones contrarias a la participación del CNE y al uso de las máquinas captahuellas les decimos que deben actuar democráticamente y consultar a la gente y a los diversos sectores de la sociedad: universidades, iglesias, gremios empresariales, colegios profesionales, sindicatos, etc., sobre el particular. No podemos seguir perdiendo el tiempo en asuntos que no son esenciales. Una exigencia que hacemos en nombre de todos los venezolanos a los políticos de la oposición: por favor, señores, ¡pónganse de una vez por todas a la altura de las circunstancias! 

 


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