La decisión de la Comisión Nacional de Primaria (CNP) de convocar formalmente, para el 22 de octubre del año en curso, a todos los venezolanos inscritos en el Registro Electoral Permanente a participar en la elección del candidato (a) a presidente de la República por la unidad democrática es una excelente noticia.

Antes de entrar en los detalles centrales de estas notas es conveniente recordar que el contexto político actual es diferente al de 2012, cuando se realizó la anterior primaria presidencial para escoger el candidato presidencial opositor. El régimen chavista ha mutado de uno con un creciente déficit democrático a uno dictatorial con las consecuencias del caso; por otro lado, a pesar de que el deseo de cambio en la sociedad ha crecido hasta hacerse inmensamente mayoritario las fuerzas democráticas han perdido capacidad de representarlo.

Una primaria exitosa sería una enorme contribución a la posibilidad del cambio político porque de ella emergería una poderosa movilización nacional y una coalición unitaria  capaz de competir exitosamente contra los propósitos continuistas del régimen.

La primaria puede fracasar por razones políticas. Ellas provendrían de la segura acción del régimen para que fracasen, sobre lo cual del lado contrario poco se puede hacer salvo denunciarlo, no incurrir en sus provocaciones; pero también del mundo democrático si la competencia entre los diversos precandidatos y sus partidarios deriva en una especie de guerra civil llena de descalificaciones, del cobro de viejas y nuevas facturas por supuestos y reales agravios e inconsecuencias, por talantes divisivos que estimulen las tendencias centrifugas siempre presentes en la competencia política. Un escenario como el descrito desestimularía una amplia participación ciudadana en el evento. La dirigencia democrática tiene la inexcusable e intransferible responsabilidad de llegar a acuerdos para conjurar esos riesgos.

Del mismo modo puede fracasar por la insuficiencia de medios y recursos logísticos como de carencias orgánicas de los convocantes. Es un proceso formal abierto a la participación de millones de ciudadanos, una competencia con carácter vinculante por una representación político-institucional y no una consulta ciudadana sobre temas políticos. Asunto que algunos no valoran en su justa dimensión cuando deniegan cualquier colaboración de parte del CNE y proponen votación manual. Conviene  hacer algunas precisiones importantes: al CNE no se le está solicitando la asunción de la rectoría del proceso (como algunos hacen ver de manera interesada) sino colaboración en apoyo tecnológico, material para la automatización del voto, la provisión de los locales para los centros de votación y la seguridad de los mismos. Al día de hoy, no ha sido demostrado que se puede hacer fraude con el sistema automatizado; no es cierto que el chavismo mediante el CNE puede influir en la decisión del electorado o en el resultado; el régimen tiene otros medios para saber quiénes votan en la primaria; además, no le interesa contribuir a engrosar el número de votantes en la primaria. La posible cooperación del CNE en los términos solicitados facilitaría el desarrollo del proceso.

Por otro lado, el voto manual y sin la participación del Poder Electoral supone que la CNP provea los locales para los centros de votación, se encargue de financiar, contratar, tramitar la impresión, almacenamiento, distribución, recolección, resguardo de todo el material electoral para millones de potenciales electores, así como de la seguridad de los electores, miembros de mesa y demás personal de apoyo. Me pregunto, dónde están esos empresarios de los sectores gráfico, transporte, almacenamiento y seguridad dispuestos a correr el riesgo, en la situación actual, de proveer los servicios mencionados y las personas dispuestas a prestar sus inmuebles para albergar los centros de votación a la CNP.

Las fuerzas democráticas deben asumir sin complejos porque conviene la cooperación del CNE en los términos solicitados y explicitados por la CNP. No se puede descartar que al final el régimen impida por inconveniente a sus intereses la cooperación referida. Por tanto, conviene tener un plan B.

La presencia de observación internacional el día de la votación puede ser una contribución clave para darle relevancia mundial al proceso y elevarle los costos a los eventuales promotores de operaciones de sabotaje. Hay que solicitarle ayuda de los aliados internacionales para facilitarla.

La mayoría nacional partidaria del cambio y la dirigencia político-social democrática tienen en sus manos lograr la celebración de una primaria exitosa, primera estación para acercar las posibilidades del cambio político. Los primeros acudiendo masivamente a votar, los segundos relevando los intereses generales por encima de los particulares.


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