¿Es posible que una simple pregunta pueda ayudar a un equipo de trabajo a definir “éxito”? Por curioso que parezca la respuesta es: Sí. Al menos eso es lo que aseguran Bob Frisch y Cary Greene, integrantes de Strategic Offsites Group, en su análisis A Simple Question to Help Your Team Define Success.

Sostienen que, a pesar de su vital importancia, la mayoría de los equipos ejecutivos no están de acuerdo en torno a la pregunta fundamental: ¿qué aspecto tiene el éxito en X años? El desafío radica, según sus apreciaciones, en desarrollar una comprensión colectiva clara de lo que significa ganar en equipo y, luego, alinear los esfuerzos, los recursos y las estrategias con estos objetivos comunes.

Dentro de la metodología que aplican está lo que han denominado la “pregunta del champán”. Es la primera que suelen hacer durante las entrevistas al iniciar el proceso de desarrollo de una estrategia. “Durante más de tres décadas, hemos hecho la misma pregunta a miles de ejecutivos y miembros de consejos de administración de todo el mundo, desde empresas de la lista Fortune 500 hasta organizaciones sin fines de lucro, pidiéndoles que definan el éxito dentro de uno a 10 años”, explican ambos consultores.

Y las respuestas que han obtenido revelan -como ellos mismos señalan- “una verdad sorprendente” y es que la gran mayoría de los equipos no está de acuerdo en cuanto a lo que constituye el éxito. De hecho, Frisch y Greene afirman que aún no han encontrado un grupo con una visión totalmente coherente de lo que justifica “hacer estallar el champán”.

“Si bien las respuestas iniciales a veces se centran en unas cuantas medidas básicas, como los ingresos y la rentabilidad, surgen diferencias notables cuando los líderes describen sus respuestas individuales de ‘tomar champán”, dicen.

Y eso representa, justamente, un obstáculo para conquistar el éxito. La razón es muy sencilla. Para cualquier empresa tener una visión común del futuro es crucial para fijar una dirección estratégica coherente. De lo contrario, el costo podría ser muy elevado, desde paralizar las decisiones hasta ofrecer una respuesta lenta a los cambios del mercado.

Así que el objetivo es procurar evitar disrupciones internas que obstaculicen esa búsqueda de éxito. Es por ello que Frisch y Greene consideran, tomando en cuenta que 2024 está recién empezando, que es un buen momento para que los líderes y sus equipos definan cómo lograrán el éxito “vendiendo” champán bien sea este año o en el futuro.

Sin embargo, la alusión del champán -de acuerdo con los autores- lejos de ser un “prompt de una sola vez, encontramos que provoca un diálogo continuo, fundamental para unirnos en torno a una visión compartida del éxito”.

Ciertamente, los equipos de negocios se enfrentan con frecuencia a objetivos múltiples, a veces contradictorios. Hacerse la pregunta sobre el champán es un comienzo para que los miembros del grupo pasen tiempo juntos definiendo y alineándose en torno a una comprensión clara y común de lo que significa ganar.

Al final, el encanto del champán -y no solo en el contexto empresarial- es que como símbolo de éxito es innegable.


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