No cabe duda de que el grupo opositor que conforma ese arroz con mango que se hace llamar G3, integrado por los partidos Acción Democrática (AD), Primero Justicia (PJ) y Un Nuevo Tiempo (UNT), se ha metido un autogol. A la machimberra, sin consultar al pueblo opositor y cual dictadura de nuevo cuño que no se digna a oír voces autorizadas de nuestra Academia Nacional, el minigrupo en cuestión decidió bajar la santamaría a Juan Guaidó. La sibilina acción se llevó a cabo sin tener competencia alguna y conforme al criterio revolucionario de que “así, así, así es que se gobierna”. ¡No friegue!

Acciones de ese tipo explican por sí solas lo descoyuntado que está el sector opositor. De allí se deriva la imposibilidad de generar el cambio que añora la mayoría del pueblo venezolano. Unas pocas encerronas de los “mandamases” opositores fueron suficientes para decidir sobre lo humano y lo divino. Al final, a Juan Guaidó le lanzaron el consabido: ¡Para fuera!

El pasado 1 de enero de 2023, el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón Deza, fue diáfano al señalar lo siguiente: “Pareciera que la oposición se metió un autogol, protagonizado por el llamado G3, del cual resultará difícil recuperarse y que puede dar como resultado una nueva división que coloca de un lado a AD, PJ, UNT y MPV, y del otro a VP, VV, LCR, y otros partidos minoritarios”. En esa difícil situación está ahora nuestro enfermo, esto es, la oposición.

Se quiera o no, el anterior es un drama que afecta a todos los venezolanos, sin excepción. En ello es irrelevante que la mayoría de nuestros compatriotas, dentro o fuera del país, se informen de una u otra manera acerca del mismo pero no se pronuncien públicamente por la vía que esté a su alcance. Culpar a Guaidó de “no haber hecho nada” es una soberana aberración porque, en todo caso, el resto de la oposición está en similar posición.

Sacar del poder a una dictadura de facto que, por si fuera poco, cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas de Venezuela, no es cualquier cosa. Estamos aludiendo a una tarea titánica, muy cuesta arriba. Aquí, más culpable que Guaidó, serían todos esos compatriotas que ingenuamente apoyaron con su voto a Chávez. No obstante eso, la mayoría de ellos tiene al menos la excusa cierta de haber actuado de buena fe y hasta obnubilados. Pero lo real y verdadero es que las malas gestiones de Hugo Rafael y del actual conductor de Miraflores son las que han conducido al estado de inopia en que hoy nos encontramos. Inculpar entonces a Guaidó de no haber hecho “nada” es una soberana estupidez.

Es pura especulación eso que se ha escrito por allí acerca del “silencio que habla del gobierno de Joe Biden”. No pongo a un lado el legítimo interés que, en la actual coyuntura política mundial, pueda tener USA de importar petróleo de Venezuela. Pero colocar esa singular situación como un elemento fundamental de oscuros acuerdos con Maduro y la necesidad de salir de Guaidó es un mal cuento de hadas.

En todo este circo que se ha activado hay cajas de Pandora que en su debido momento se abrirán; pero no hay duda de que los enfermizos deseos de conseguir una candidatura presidencial en la próxima justa electoral, ha sido un factor determinante en esta refriega “chimba” que se ha puesto en escena. En algún momento conoceremos hasta los detalles minúsculos de la película de terror que acaba de comenzar; también sabremos quién en verdad es el malo de la película.

Es un exabrupto total que se afirme que “la decisión que tomó la mayoría de los miembros de la denominada Asamblea Nacional legítima corresponde a un hecho político cumplido y que no tiene sentido seguir en la controversia jurídica sobre la constitucionalidad o no de lo ocurrido”. Lo real, lo verdadero es que lo que se hace sin ajustarse a la ley es, en estricto derecho, ilegal. Así de simple. Por fortuna, eminentes juristas miembros de la Academia Nacional se han pronunciado sobre el tema y han señalado que es ilegítima la decisión adoptada por nuestra arbitraria Asamblea Nacional.

Lo anterior pone de manifiesto que la acción política de la oposición venezolana se desgarra dando tumbos, envuelta en llamaradas instantáneas, colocándose de esa manera en condición chapucera. Peor situación es simplemente imposible. ¿Nos queda claro?

@EddyReyesT


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