La salida negociada depende de la continuidad de la política de máxima presión sobre el heredero de Chávez

El gobierno interino de Venezuela, presidido por Juan Guaidó, ha venido realizando una serie de conferencias con expresidentes hispanoamericanos para conocer las experiencias de transiciones políticas pacíficas. Hasta ahora han tratado los casos de España (1975-1982) y Uruguay (1980-1985), así como el proceso de paz en Centroamérica (1983-1987).

Los exmandatarios Felipe González de España, Julio María Sanguinetti de Uruguay y Oscar Arias de Costa Rica coinciden que cada transición tiene perfil propio y muy variado. Responden a la realidad histórica de cada país.

Todos coincidieron que durante la transición pacífica coexisten formas del régimen anterior en la medida en que el viejo orden dictatorial es sustituido por uno nuevo, un gobierno democrático, producto de la consulta popular libre.

Además, se desprende de la conversación con los tres políticos que la transición pacífica requiere de perseverancia, de paciencia y de la construcción de consensos para una salida negociada ordenada que permita generar confianza “a los que se van”, porque “todo excluido se convierte en un enemigo de la pacificación”.

Arias recordó que, en el caso de Nicaragua, Daniel Ortega aceptó el Plan de Paz porque estaba contra la pared. O firmaba el plan y se comprometía a unas elecciones supervisadas por el Centro Carter, la OEA, y ONG del mundo, o lo rechazaba y continuaba la ayuda de Estados Unidos a la Contra. «Y cada día que pasaba, Nicaragua era más pobre. Gastaba 25% del PIB en mantener una guerra interna”, señaló.

Sanguinetti dijo que las sanciones han sido importantes para llevar a regímenes dictatoriales a negociar una salida. Rememoró que el gobierno de Jimmy Carter (1977-1981) aplicó sanciones económicas contra el régimen cívico-militar uruguayo por las violaciones de los derechos humanos. Esto provocó el estancamiento económico, un proceso inflacionario y la crisis financiera en la República Oriental, lo que erosionó el apoyo político del que gozaba la dictadura.

En Venezuela, la política de máxima presión del gobierno de Donald Trump está reduciendo cada vez más los flujos de divisas formales y legales que permiten el apalancamiento de Nicolás Maduro en el poder.

Después de 16 meses de las sanciones a la estatal petrolera Pdvsa y 3 meses a la rusa Rosneft —usada por Maduro para comercializar el crudo venezolano e importar gasolina— los ingresos netos[1] por las exportaciones de petróleo han caído 80%, de 500 millones de dólares en febrero a 100 millones de dólares en mayo.

Una de las causas es que los armadores han dejado de ir a Venezuela para evitar las sanciones impuestas por Departamento del Tesoro de Estados Unidos a Pdvsa, lo que ha traído como consecuencia la reducción del volumen de venta del crudo venezolano.

Otras razones que han impactado en la disminución de divisas son la caída del precio del barril de petróleo por el efecto de la pandemia (confinamiento) y el descuento por lo que significa asumir el riesgo para burlar las sanciones estadounidenses.

El mes pasado, el ingreso neto diario fue de 3,1 millones de dólares. Adicionalmente, las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela reportan un ingreso mensual de 112 millones de dólares en mayo, apenas para cubrir 10% de las importaciones de bienes requeridas mensualmente en 2019.

De mantener y profundizar esta política de máxima presión durante los próximos meses, Maduro enfrentará una situación crítica para sostener los grupos que lo sustentan en el poder. Esta situación podría llevarlo a buscar una salida negociada. Asimismo, el tiempo para la negociación podría acortarse si ocurre la extradición a Estados Unidos de su testaferro Alex Saab, detenido en Cabo Verde.

Como corolario, Oscar Arias afirmó que el trabajo para construir una transición pacífica hacia una democracia es muy arduo porque los dictadores lo que saben es aferrarse al poder. Además, dijo que “es lo que el gobierno de Cuba le está diciendo todos los días a Maduro”. Y agregó que para lograr la salida negociada en Venezuela “se necesita de un gran apoyo internacional. Debe estar involucrada la OEA y contar con el soporte no solo de los 60 gobiernos que reconocen a Guaidó como presidente interino, sino de 120 o 180 países. El apoyo internacional y de los organismos internacionales es vital para darle credibilidad a un gobierno de transición”. Aseveró que Cuba se va a oponer a todo lo que sea una elección libre: «Es una realidad con la que hay que trabajar”.

Maduro está cada vez más contra la pared por la política de máxima presión del gobierno de Trump, una medida que debería mantenerse en todos los frentes para lograr la salida negociada que recomiendan los expresidentes.

 


[1] Ingreso neto es el saldo generado por las exportaciones de petróleo descontando los barriles que cancelan la deuda con China, España, Rusia y los que van para Cuba.


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