Hace unos cuantos años, cuando teníamos al aire Todo para nosotros, el programa de los niños, le hicimos una entrevista al poeta colombiano Jairo Aníbal Niño. Luego la transcribí con la vieja e imprescindible máquina eléctrica Brother sobre un muy fino papel de carta azul clarito. Esa transcripción ha sobrevivido al tiempo, pasando de una mudanza a otra, de un archivador a otro. Es porque tiene vida propia, tiene paticas. Ahora se ha dejado atrapar para transcribirla de nuevo en formato digital. Y lo hacemos porque la palabra del poeta sigue teniendo toda la vigencia del mundo.

Va por Eduardo y Elisa Leonor, por Diana, Daniel y Andrea, por Diego y su hermana Victoria, por Emilio y Oliver, por Tiago y por Maia, por los radionautas, por los que han compartido estas y otras poesías en los Talleres del TET, por los que han estado en nuestros Talleres en Talenticos, por los que vendrán, por los que están y seguirán creciendo, para quienes se mantiene firme la promesa de seguir haciendo todo lo necesario para dejarles un mejor país, una mejor región y un mundo más hermoso ¡que se merecen!

El poeta colombiano Jairo Aníbal Niño estuvo en Caracas durante una segunda quincena de octubre de algún año. Vino invitado por Armando Quintero y por Laura Montilla al IV Encuentro de La Palabra que se Dice y a la celebración del sexto cumpleaños de los Cuentos de la Vaca Azul.

A su paso por Caracas, como el viento que eleva globos y papagayos, mantuvo en el aire dionisíaco del desorden y la fantasía a quienes tuvimos la inolvidable oportunidad de compartir con él la letra y la sangre siempre renovada de lo vital.

Con la energía de un muchacho y las condiciones de un histrión antiguo y contemporáneo, todo vestido de blanco, sin almidón y con desparpajo, Jairo Aníbal paseó por Caracas llevando de la mano a niños y maestras. Grabó programas de radio y de televisión, haciendo magia con la palabra, pregonando muy orgullosamente que su poesía es una provocación porque es esperanzadora.

Y entre arengas y correrías pudimos encontrarle en un reducto cálido, luminoso y amoroso de no sé dónde, creo que un domingo tempranito… Bueno, al fin y al cabo, el tiempo y el espacio que son ficciones, no cuentan tanto como la entrevista que pudimos hacerle a este niño, Jairo Aníbal, que cree en las hadas, es feliz y no es tan pendejo de ser infeliz.

Jairo ¡Bienvenido! Quiero sugerirte que comencemos esta conversa como lo propones en tu libro Preguntario, haciendo preguntas…. ¿Qué es un encuentro para ti?

Un encuentro es el aleteo del corazón. Un encuentro es la luz que puede ser acariciada. Un encuentro es la confianza que se desata simplemente con la mirada. Un encuentro es sabernos alados y eternos. Un encuentro, al fin y al cabo, es tener el infinito placer de ocupar el tiempo y el espacio como si el tiempo y el espacio fueran un helado de chocolate.

Parte de ese helado de chocolate lo has estado compartiendo con nosotros desde tus libros y hoy día desde este encuentro aquí en Caracas. Ese helado de chocolate tiene unos ingredientes que a los niños les gusta muchísimo… Sería algo así como que Jairo Aníbal Niño tiene esos ingredientes metidos en sus bolsillos para hacer esos helados de chocolate…

Como siempre ocurre con las cosas que tienen que ver con la vida de manera entrañable, no hay fórmula ni recetarios. Un helado de chocolate además se puede hacer de muchas maneras, inclusive sin chocolate. Porque el helado de chocolate es un pensamiento, es una memoria, es un anhelo y ahí está por siempre y para siempre. Un helado de chocolate se hace además con el canto de las ballenas, se hace con ese fulgor que surgió en el primer juego de niños. Aquellos niños que hace muchos años, en el paleolítico, corrieron y dijeron: ¡El último que llegue a la luna es un tonto! y cuando Neil Armstrong llega a la luna, entonces es el primer niño de ese grupo que llega a ese lugar y cumple ese maravilloso propósito de jugar y el sabor del salto que dio Armstrong, es el sabor del helado de chocolate. Así que todo está abierto, es una complicidad de siempre y para siempre con los niños y con los que se parecen a los niños, es la magia, es el amor a la vida, es la ternura, es la sabiduría ligada a lo más profundo del corazón. Es aquel, ya que hablo de los adultos, a quien también lo recibimos en nuestro corazón porque sabemos que estamos mirando a los ojos a aquel adulto que piensa que en ese instante miles y miles y miles de niños han nacido, han llegado al mundo y este adulto bonito hace una pausa para saludarlos, para decirles bienvenidos a la tierra, bienvenidos al planeta tierra, bienvenidos a la maravillosa tarea de vivir y que, a pesar del horror y de la muerte, sobrevive gracias al encanto propio de la vida. Y todo entonces se vuelve de alguna manera patas arriba. Yo creo que el corazón tiene paticas y tiene alas, que el corazón es un pájaro y que el corazón es un delfín que da vueltas y vueltas en los mares y en las montañas de nuestra sangre y de nuestra carne para que podamos mirar al mundo y recuperarlo de alguna manera. No le hago apología al horror ni a la muerte. Con esto no quiero decir que no haya padecido su presencia ni que la esté desconociendo, sino quiero denunciar casi como un complot que nos impide ver la totalidad de la casa. Posiblemente un cuarto de la casa es sombrío, pero la casa es algo más que esa habitación. Y las otras habitaciones son luminosas. En otra habitación un niño corre; en otra un abuelo sueña; en otra habitación una abuela teje sus sueños y el tiempo de la familia. En otra habitación el amor está ahí, floreciendo. Y pienso que al final, entonces, los cuartos sombríos de esa casa también van a ser modificados por el canto y por la vida y por el amor que proviene de todos los ámbitos de esa casa ocupada por los seres humanos. Seres humanos comprometidos con su propio corazón.

En La historia interminable, Michael Ende habla sobre la nada…

Sí, sí… (EN ESTE MOMENTO UN AVIÓN DE PROPULSIÓN A CHORRO CRUZA EL AIRE INTERRUMPIENDO SU RESPUESTA)… Ha pasado un avión ¡Amo los aviones! Son la realización de un sueño. Y hay un cuento que esperamos resolver en el futuro de una manera sensata… El avión que escuchamos no es avión de pasajeros, que son los bellos, los que llevan a las personas de un lugar a otro. Los que permiten los encuentros, los descubrimientos. Es una contradicción terrible cuando se habla de aviones de guerra. La guerra es una tontería. Y es la tristeza elevada a violencia y horror. Creo que en un futuro cercano entonces todas esas cosas terribles ocuparán el lugar que les corresponde. Todas las alas estarán al servicio de la paz… Los tanques de guerra son tan feos ¡Qué diseño tan horrible! Ningún tanque de guerra es bonito, son torpes, peligrosos por supuesto, por su propia torpeza. Nadie se atrevería a comparar un Alfa-Romeo o un Lotus de carreras con un tanque de guerra… pero espero que en el futuro ¿no es cierto? El hombre se construya por dentro y por fuera de una manera que propicie el amor y que olvidemos las cosas que nos han causado tanta pena y tanto dolor. Y hay una relación profunda entre la ética y la estética, entre lo hermoso y lo justo y sueño que próximamente habrá un mundo en el que los niños nos enseñarán muchas cosas y los jóvenes nos darán una lección de generosidad que servirá para que los adultos se miren a los ojos y comprendan que todo conflicto se resuelve con alegría y que no debe haber memoria para el odio. El niño no tiene memoria para el odio. Los niños de pronto sí, se dan unos tortazos y…. bueno, ¡eso forma parte de la vida! Pero lo hermoso de ellos es que después de una pelea, muy apasionada, además, porque es muy de verdad, a los cinco minutos ya los dos muchachos caminan del brazo por la calle, rindiéndole un tributo a la amistad y completamente amnésicos con relación al rencor, no tienen memoria para el odio y eso es ejemplar.

Jairo, hay maestras que dicen que sus alumnos han dicho que no les gusta la poesía, que no les gusta la literatura. Nosotros, en el camino de la radio, por los caminos del teatro y las otras artes, hemos encontrado que eso no es así ¿Cómo ha sido en el caso tuyo por el camino de la literatura y también del teatro? ¿En tu caso ha sido una confirmación o por el contrario?

La poesía es más que un texto. Por supuesto, es más que un libro. Es una manera de sentir, de pensar y de soñar. En nuestro medio, el corazón humano ha padecido muchas agresiones. No solamente en la escuela, sino en la casa, en cualquier medio social en el que el niño, el joven y el adulto se mueven. La escuela tiene gran responsabilidad, por supuesto, sobre todo con los niños más pequeños, para convertir este encuentro con la palabra que es la reafirmación de lo que es el ser humano como especie. El lenguaje no es simplemente unos signos para comunicar mensaje, sino es que uno habla con lo que es y piensa con lo que es y con lo que es históricamente, desde siempre. Los métodos inadecuados que se utilizan en la escuela no favorecen naturalmente el hecho de que estos caminos se desbrocen de manera adecuada y porque hay una incomprensión también sobre este fenómeno y porque hay un desconocimiento de lo que es el niño como una entidad mágica y maravillosa. Yo, desde hace muchos años, hago la propuesta de que la relación del niño con la literatura empieza en el vientre materno. Que ahí hay que comenzar a leerles los cuentos más bellos del mundo ¿Cuáles son los cuentos más bellos del mundo? Pues, los cuentos más bellos del mundo son los cuentos más bellos del mundo. La literatura entonces abre sus puertas y ventanas para que el niñito en el vientre materno vuele sobre esos territorios y se apropie de manera libre de lo que toque su corazón. Pero, eso difícilmente se acepta porque, repito, no es un problema académico. Reclamo la presencia y el derecho a esa presencia desde el vientre materno. No solamente desde ahí uno escucha cuentos, sino desde ese instante uno se enamora, uno percibe el mundo, uno debe ser tocado por la ciencia, por el amor, por la poesía. Ahí, en el vientre materno yo tengo la seguridad de que hace muchos años, por ejemplo, Juan Sebastián Bach, Mahler, Stravinski, Michael Jackson, Joan Manuel Serrat y tantos otros, ellos templaban el cordón umbilical y le sacaban sonidos como un contrabajo. Y estoy seguro de que, hace muchos años, una mamá muy bella iba caminando por una calle con esa cadencia maravillosa de las mujeres embarazadas que caminan como gaviotas serenitas y de pronto se detiene y se estremece y el marido que está al lado le pregunta: ¿Qué te pasa, mujer? No, es que este hijo que llevo por dentro acaba de meter gol ¡Era la mamá de Edson Arantes Do Nascimento! ¡Pelé!

Todo empieza allí; el primer día que uno inaugura la luz exterior del mundo, porque la luz interior forma parte de nuestra sangre y de nuestra carne y debe ser enriquecida con la literatura. Pero, eso se ha esquematizado tanto que inclusive hay unas listas abominables que yo no sé con qué autoridad las hace alguien: este es un libro para niños de cero a dos años, o de cuatro a seis años, o de ocho a doce años. Me parece que es un abuso, porque estoy absolutamente seguro que al niño de cero años no le preguntaron si le gustaba o no ese libro, si él estaba de acuerdo con esa clasificación… Cuando no dicen literatura infantil, ¡que es peor!, ¡como si existiera la literatura infantil! No existe. Existe la literatura ¿no? Porque si no existiera la literatura senil… Insisto en que toda esta literatura está al servicio del corazón humano y que los tiempos y los espacios no se resuelven de manera esquemática y pobre. Hace poco tiempo tuve la enorme fortuna de inventar un taller para niños en el vientre materno. Llegaron las mamás, necesariamente tenían que llegar, hablé con los niños en el vientre materno y con las niñas, los saludé con una emoción profunda, les hablé de la vida, de los soles, de las lunas, de las estrellas, de las constelaciones, de la ciencia, de la gente maravillosa de la ciencia que son como pájaros, que son poetas además y hubo algo extraño en aquella ocasión. De pronto en mi portafolio había un libro que yo no había metido conscientemente… No, no conscientemente, era que no lo había metido ahí y que el libro decidió acompañarme en el viaje. Era El Cantar de los Cantares, uno de los poemas de amor más bellos de la historia de la humanidad. Usted sabe que los libros tienen paticas y El Cantar de los Cantares viajó conmigo y entonces les leí El Cantar de los Cantares y gozamos El Cantar de los Cantares y lloramos El Cantar de los Cantares y las madres me decían: se está moviendo, se está moviendo. Cada vez que usted lee el bebé se está moviendo ¡¿Y cómo no iban a moverse con El Cantar de los Cantares?! Y terminamos llorando de alegría, entre amapuches y apapaches ¡Y cómo iba a ser de otra manera! Como muchos de los otros libros escritos en la historia de la humanidad El Cantar de los Cantares ha sido escrito con el corazón y vale para todas las edades. Para movernos y seguir viviendo….

¿Y qué es la despedida, Jairo Aníbal?

La despedida es una mano que es un pañuelo que es el corazón y la distancia. La despedida es una mano que es un pañuelo que es una mano en el corazón de la distancia.

Quiero terminar la reproducción digitalizada de este memorable encuentro transcribiendo un texto dicho al vuelo por Jairo Aníbal Niño aquella mañana de domingo:

El desorden y la fantasía son motivaciones para la acción…


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