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Así, es una amarga ironía que el término América Latina fuera acuñado por los franceses del siglo XIX, que pensaban que como su cultura, igual que la de la América española y portuguesa, era «latina» (es decir, de lengua romance), Francia estaba destinada a asumir el liderazgo de todo el continente.

Historia Contemporánea de América Latina. América Latina en el siglo XX

Skidmore y Smith

I. Situación general de América Latina

La sima de los problemas de América Latina pareciera no tener fondo. En la medida que transcurre el tiempo, los problemas se han ido multiplicando y agravando, lo cual revela lo inútil que han resultado los gobiernos, sobre todo en estas dos primeras décadas del siglo XXI.

En efecto, al comienzo del siglo con Venezuela y Hugo Chávez se asentaron en la mayoría de países de la región ideologías de «izquierda» o autodenominados «progresistas», y posteriormente retornaron los gobiernos de «derecha», y ahora comenzando esta nueva década, los triunfos de Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia y probablemente Lula Da Silva en Brasil, aunado con el hecho de que en México gobierna Andrés Manuel López Obrador, y en Honduras, Centroamérica, se impuso Xiomara Castro, mientras en países como Cuba, con Miguel Díaz-Canel, Nicaragua con Daniel Ortega  y precisamente en Venezuela bajo el yugo de Nicolás Maduro, se aferran neototalitarismos de tal «ideología» que han sido denunciados por organismos internacionales de derechos humanos al socavar las libertades y la democracia, restringiendo las protestas y persiguiendo y encarcelando opositores, actitud, por cierto, muy similar a la empleada por Vladimir Putin desde Rusia, invasor y genocida contra Ucrania, quien además se ha convertido en una amenaza latente para la Unión Europea.

Ante esta realidad, la región latinoamericana no para en sus dificultades, y ni siquiera hay signos de verlas disminuir, y resulta evidente que la crisis sanitaria, originada por la pandemia del covid-19, agravó la situación económica y social de los pueblos, al punto de que han aumentado significativamente las caravanas de emigrantes desde países como México, Honduras, El Salvador, Haití y Venezuela, por citar los de nacionalidades más numerosas, aunque este fenómeno se ha convertido en puente hasta de zonas tan lejanas como países de Asia y África, y hemos visto en la misma medida cómo las víctimas también aumentan, con los casos de personas que mueren en el propio territorio norteamericano dentro de un camión por asfixia y deshidratación, otras ahogadas intentando cruzar el río Bravo en la frontera mexicana, o las muertes y violaciones que sacuden el paso por la selva de Darién en Panamá, en quienes se aventuran hacia el norte. Otros, no menos arriesgados, mueren hacia el sur cruzando el extenso desierto de Atacama. En ambos casos estamos en presencia del fracaso de políticas públicas en la mayoría de los Estados de América Latina, gobiernos anclados en leyes maniqueas, rodeados de una corrupción impune, y una voracidad fiscal, cuyos ingresos e impuestos en vez de destinarse de manera descentralizada para gastos esenciales en educación, salud y servicios públicos, se destina para la burocracia ramplona e incapaz.

II. Realidades contradictorias de países de América Latina

Para conocer el cómo América Latina es un continente lleno de contradicciones, tenemos ejemplos de las leyes que aplicó Noruega como nación petrolera en su momento, sobre la orientación de las inversiones y las posibles ganancias que obtendrían por la producción de crudo, que los llevó a tener una nación con alto grado de seguridad nacional y desarrollo; y mientras ellos comenzaban a explorar el petróleo -ahora cuentan con más de 775.000 millones de dólares en reservas- Venezuela era para ese entonces una nación petrolera por excelencia. Años después, la nación suramericana vive en medio del neototalitarismo su peor crisis económica de la historia, con un éxodo que según la Organización de Naciones Unidas supera los 6 millones de emigrantes -y sigue en aumento con mayor gravedad y número de fallecidos en ese intento- y Petróleos de Venezuela, que llegó a exportar más de 3 millones de barriles de crudo por día, en la actualidad si apenas roza los 700.000 barriles diarios, y ni siquiera se produce gasolina para el consumo interno, aunado con una empresa y un país con elevados niveles de deuda interna y externa, envueltos con  la más alta inflación del continente, y una economía que en una década contrajo su producto interno bruto de más de 300.000 millones de dólares en 2012, apenas a 40.000  millones de dólares, según datos de agencias económicas internacionales.

Otra realidad se está viviendo en Argentina, país que a pesar de ser el denominado “granero por excelencia” del continente y que la situación geopolítica originada por Vladimir Putin sobre Ucrania podía haber influido de manera directa en beneficio de sus exportaciones, pues ha generado el efecto contrario: está elevando de manera abrumadora los precios de los alimentos en el mercado interno, razón por la cual tenemos que la nación suramericana, al ser también muy dependiente de los fertilizantes rusos, está atravesando una grave crisis económica que ha originado constantes protestas y, por supuesto, también ha aumentado los niveles de pobreza.

Por consiguiente, solo en las crisis mencionadas de Venezuela y Argentina resulta evidente que América Latina no ha podido encontrar el camino del avance conjunto de sus naciones, y se mantiene en una situación de multiplicación de sus problemas económicos y sociales, que está aumentando además de las brechas sociales, la violación de los derechos humanos de comunidades y poblaciones indígenas, protestas de distintos grupos laborales y pequeños empresarios, permanentes fallas en el funcionamiento de los servicios públicos esenciales (agua, electricidad, gas, transporte)  y una constante degradación de la calidad de vida, sobre todo en aquellos aspectos relacionados con educación, salud y condiciones de trabajo.

¿Cómo plantearnos una realidad distinta que respete los equilibrios sociales, donde haya menos extractivismo y más consonancia por el ambiente con respeto por nuestros pueblos indígenas, y en donde el desarrollo no solo sea una palabra cargada de entelequia? Lo analizaremos en próxima entrega.

@vivassantanaj_


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