A despecho del juicio de Mario Vargas Llosa, quien calificó la novela de Albert Camus de mediocre, he titulado la nota de esta semana con el nombre de su novela, una de las grandes del siglo XX, con mucha vergüenza, pero no encontré uno mejor para dar cuenta de este momento que vivimos.

Y es que después de caminar, correr, volar y de arrastrarse por medio mundo, el llamado coronavirus, que ha producido miles de muertos en casi todo el mundo, ha llegado al país. Algunos especialistas han dicho que llegó hace rato, pero una de las manías más reiterativas del gobierno es mentir, mentir de verdad, al parecer estuvo ocultándolo hasta que le estalló en la cara.

El gobierno ha ordenado una cuarentena en todo el país, lo ha paralizado y lo ha llenado de incertidumbre, de preocupaciones y de miedo, lo que nos hace pensar en dos cosas: o esto es más grave de lo que parece y como siempre el gobierno ha demostrado una incompetencia mayor de lo que siempre le hemos atribuido y de nuevo fue sorprendido con los pantalones debajo de los tobillos o han usado la presencia cierta y amenazante del virus para mantener al país desmovilizado y la calle totalmente vacía.

Y en ese sentido, se pretende naturalizar y normalizar la emergencia sanitaria y con ello la maquinaria del gobierno está limitando garantías y libertades constitucionales.

La llegada del coronavirus al país nos llega en uno de los peores momentos del sistema de salud, que muestra la mayor vulnerabilidad, con la reaparición de enfermedades que habían sido erradicadas desde la década de los sesenta, como la fiebre amarilla, la malaria, la tuberculosis, la difteria y un largo etc. de la historia republicana.

También nos encuentra en el punto más bajo del rendimiento de los servicios públicos que están en la más pura ruina y que incluye problemas en el abastecimiento de combustible (gasolina y gas), el servicio eléctrico, aseo y agua potable, y, es bueno decirlo, nos encuentra también con la más baja calidad de su liderazgo.

El gobierno ha pedido que no se politice la presencia definitiva del virus, pero es el primero que lo hace, cuando hace continuas observaciones del tipo: el imperio y el bloqueo impide la compra de medicamentos, la critica mal intencionada del cierre de la frontera que hizo la “pérfida Colombia”, cuando es una política recurrente de todos los países del continente y nadie ha hecho observaciones del tono que Maduro le hace a Colombia, la confrontación del modelo chino en la gestión de la crisis contra lo que él llamo el modelo capitalista de Occidente, ignorando que el virus tuvo su origen en China y su expansión se debió a la negligencia de sus dirigentes en controlarlo.

Puede decirse, además, que la prueba de mayor bulto de la politización que ha hecho el gobierno es precisamente el retardo de su reacción, lo cual puede producir resultados indeseables en la gestión de la crisis, de allí, que, supuestamente, para evitar que la amenaza se materialice en el país, ha nombrado una comisión presidida por…. ¡Delcy Rodríguez!… acompañada del discurso de siempre, diciendo que es la más capaz de nuestros ciudadanos para enfrentar tal peligro. Solo que Delcy piensa que el problema no es el coronavirus sino el capitalismo.

En fin, estamos en presencia de de algo inédito y bien pudiera ser que el coronavirus se convierta en el cisne negro que cambie el curso de nuestra historia, la cuestión es que no sabemos la dirección que este nuevo curso pudiera tomar.


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