Cuando menciono “pelea” me refiero a confrontación de ideas, de conocimiento y de las soluciones socio-económicas-políticas requeridas en el continente americano que se ubica geográficamente al sur. El continente americano se subdivide en: norte, centro y sur. Norteamérica lo conforman: Canadá, Estados Unidos y México. Suramérica se deslinda desde Venezuela hasta la Patagonia. El resto de los países conforman la América Central.

Una vez delimitadas aproximadamente las subdivisiones del continente americano, voy a referirme en un contexto resumido y hasta personal, de nuestros genes históricos, con la venia de historiadores y detractores.

Desde el límite establecido en el pasado entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, existe una gran diferencia entre quienes llegaron a habitar sus tierras y las nuestras. Norteamérica sufrió o disfrutó la llegada de los mejores y más valientes ciudadanos de los países más ilustrados de Europa en sus inicios. Podríamos citar entre tantos a: alemanes, franceses, suizos, irlandeses, italianos e ingleses, fueron semilla en el ADN que formaría el gentilicio del único pueblo en el mundo que aún conserva los valores familiares, religiosos, morales y éticos como parte de su idiosincrasia.

El resto de nuestro continente no tuvo la misma suerte. Una corona española que ambicionaba el poder universal, se empeñó en conquistar otras tierras en busca de las riquezas de entonces -oro y plata-, importándole un bledo las consecuencias de sus actos. Quienes comandaban esa aventura tenían una tropa de execrados de la sociedad española. Presidiarios, aventureros e infortunados excomulgados de los beneficios del mandato del rey.

Cortez, Colón y tantos viajeros en barcos financiados por el imperio español tenían un solo objetivo: saquear nuestras riquezas e instruirnos en las letras y religión que eran parte de su cultura.

A Norteamérica llegaron hombres buenos, muchos instruidos y cultos. Algunos con la idea de construir una nación libre y próspera, a pesar de que en sus sueños libertarios les quitaron la libertad y la vida a indígenas ancestrales que eran originarios de esas latitudes.

A Suramérica llegó lo peor de un continente con la intención y la instrucción de saquear sus bienes y de esclavizar los aldeanos. Quizás es una excusa. Pero hay una gran diferencia entre quienes llegaron a las tierras de norteamericanos y a las de Suramérica.

¿No tiene importancia? Veremos.

Socialdemocracia y liberalismo… Henry Ramos vs Javier Milei.

Pensar en esa confrontación es lógico y necesario. Demasiada evidencia existe para que el vicepresidente de la Internacional Socialista, refute en forma categórica e instruida, sobre el fracaso previsible de la implementación de un gobierno con perfil liberalista en nuestra geografía suramericana.

Sería ofensivo e irrespetuoso imaginar las respuestas del Dr. Henry Ramos ante las preguntas o diferencias conceptuales con el economista Javier Milei. Solo podría imaginarme al candidato argentino -sin duda, su retórica y emotividad política me llama la atención- por primera vez ser cauteloso ante un adversario que ha estudiado como nadie al menos esos dos sistemas políticos-económicos.

No tengo los años de vida, de lectura, ni el conocimiento de Henry. Su libro apenas lo he leído una vez y aún no me atrevo a la segunda lectura para no sentirme tan intrigado e ignorante como la primera vez.

Sï tengo claro esta sentencia: el liberalismo tiene como premisa el comportamiento ético del mercado, y de allí nace la estabilidad económica del país donde se implemente.

Dr. Javier Milei, ¿comportamiento ético del mercado? ¿Empresarios honestos y patriotas? ¿Comerciantes con límite de ambición?

Profesor Milei, tienes que leer el libro de Henry Ramos y conversar con quien sí sabe.


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