Bulos y desinformación en tiempos de coronavirus

La desinformación acerca de la pandemia de coronavirus o COVID-19 ha sido denominada por la Organización Mundial de la Salud como una ”infodemia”. Este ente rector de la salud mundial ha organizado una plataforma para la lucha en contra de esta situación: “No estamos luchando solo contra una epidemia, estamos luchando a la vez contra una infodemia”.

Fake news” es un término nuevo con siglos de historia. Durante la pandemia de la gripe española de 1918, la Academia Nacional de la Medicina declaró: “Las opiniones personales sobre la actual pandemia, se prestan a llevar al ánimo del público confusiones perjudiciales. Veríamos con agrado que las reservaran para cuando termine la pandemia”. Entre los firmantes estaban el venerable Dr. José Gregorio Hernández y el Dr. Luis Razetti.

La actual desinformación asociada a la pandemia del coronavirus es histórica y ha batido todos los récords en cuanto a su magnitud, rapidez y alcance, si la comparamos con cualquier evento en el pasado. La diferencia con epidemias anteriores es que la presente profusión de noticias está notoriamente incrementada por la aparición reciente de “redes sociales” como Twitter, Whatsapp, Instagram, Facebook, Tik Tok y buscadores como Google. En estos tiempos de la superautopista de la información o desinformación,  todo llega más rápido y más lejos que en cualquier otra época histórica. La crisis de la pandemia se comporta como un acelerador de las tendencias históricas globales.

Estos momentos de incertidumbre son muy sensibles como para generar confusión en la gente. A esto se suma el encierro en los hogares, lo cual aumenta el tiempo de exposición a medios y redes. En Venezuela, Internet es un salvavidas para los ciudadanos.

Las noticias falsas o informaciones truncadas generan cuatro emociones virales claves: miedo, enojo, ansiedad, alegría o una combinación de ellas. Pareciera que la mentira es la que manda, la que causa sensación, la verdad es aburrida. La preocupación constante por el virus, provoca que las personas compartan cualquier información que reciben y consideren de interés antes de verificar si es verdad. Algunos sondeos reportan, quizás sorprendentemente, que 7 de cada 10 latinoamericanos no son capaces de distinguir entre noticias falsas y verdaderas.

En Venezuela, las cadenas de Whatsapp que llegan al teléfono móvil  han sido el villano de las noticias falsas. Estos bulos viajan en tren bala, mientras la verdad lo hace en bus público. Se propagan mucho más rápido que los virus y en ocasiones pueden tener efectos tan dañinos, como producir la pérdida de vidas humanas. Es el caso de los muertos por la ingesta de alcohol etílico de alta graduación en Irán, con base en la falsa creencia de que así se mata al coronavirus. En Reino Unido, más de 70 postes telefónicos han sido destrozados debido a los rumores falsos de que la tecnología de telefonía móvil 5G es de alguna manera la culpable del virus.

Todos hemos recibido en nuestros medios sociales recomendaciones de recetas milagrosas, tratamientos “empíricos”, que no han sido probados por el método científico. Las teorías conspirativas del origen del coronavirus son otro ejemplo de noticias falsas. Así mismo, es injustificable observar a jefes de Estado contribuir a la confusión declarando opiniones dudosas sobre estos temas médicos.

Las grandes compañías en la red han tenido la iniciativa de crear alertas COVID-19. Google lanzó una “Alerta SOS” en su motor de búsqueda en línea. El medio social Facebook colocó en su función de búsqueda un aviso que alienta a los usuarios a consultar el sitio web de la OMS al introducir el término coronavirus. En Whatsapp el usuario tendrá que reenviar el mismo mensaje a todos los chats de uno en uno, lo que además de una restricción, es una medida de disuasión.

Otra de las formas de enfrentar esta “infoxicación”es el método de “comprobación de hechos” o “fact-checking” en inglés, definida como el acto de comprobar la veracidad  de las declaraciones de hechos en el texto. En la actual pandemia de COVID-19, estas organizaciones “chequeadoras” se han puesto de acuerdo en Latinoamérica para compartir la información que se produce en cada uno de estos países. La desinformación que circula en muchos casos es semejante en los distintos países. Las mismas informaciones falsas aparecen en Asia, Europa, Estados Unidos y América Latina a pocas horas de diferencia.

Los médicos tenemos un importante nuevo desafío: demasiadas personas fácilmente dan credibilidad a las mentiras que ven o escuchan. El intentar enmendar la información errónea implica reiterar la mentira. Esa repetición parece instaurarse en la memoria con más solidez que la verdad, lo cual hace rememorla mejor y creerla más. Los especialistas llaman a esto el “efecto de verdad ilusoria”. Paul Auster lo describe nítidamente, en su libro La trilogía de Nueva York: “Una mentira nunca puede deshacerse. Ni siquiera la verdad es suficiente”.

Es muy importante que las redes de comunicación, canales y medios cumplan su papel fundamental de cuidar la veracidad de las noticias en esta pandemia, para tener una población bien enterada y que proceda de una forma apropiada.

La sugerencia es recurrir a fuentes confiables para dar “compartir” y “me gusta” en sus redes. No distribuir contenidos en las redes sin haber confirmado la veracidad y calidad de los mismos.

Debemos luchar contra los bulos sin caer en la censura. Mientras más información verdadera inunde los medios, menor va a ser el éxito de las “fake news”. “La mejor defensa es el ataque”, escribe Sun Tzu en su libro El arte de la guerra. Al final del camino, las noticias falsas no pueden detenerse del todo. Debe  ser prioritario contrarrestarlas con un programa de educación, que enseñe el hábito de revisar lo que llega al móvil con el método de la “duda metódica”. Evitemos ser cómplices de la desinformación y ayudemos a detener los rumores. Solo con el esfuerzo de todos podremos destruir los mitos de la COVID-19. La desinformación no descansa, algunos médicos tememos que el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus, un logro humano histórico, sea también víctima de ataques por parte de la bendita desinformación.

@santiagobacci


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