Varios expertos en salud pública, incluyendo la Organización Panamericana de la Salud (OPS), han señalado recientemente que la actual pandemia del coronavirus se está convirtiendo realmente en una pandemia entre los no vacunados. La región de las Américas y el Caribe se está dividiendo entre los países que cuentan con acceso a las  vacunas y los que todavía no, es decir, una pandemia de dos velocidades, con países divididos entre vacunados o no.

Los datos globales hasta la fecha son evidentes. La parte no vacunada de la sociedad sigue vulnerable al coronavirus, mientras que la población vacunada está relativamente protegida. Aquellos ya vacunados, tienen un nivel de riesgo muy diferente al que no está vacunado. Algunas personas vacunadas aún pueden enfermarse, pero el riesgo de una enfermedad grave es mucho menor.  Esta posibilidad, si bien no es cero, sigue siendo dramáticamente más baja que el riesgo que enfrentan las personas no vacunadas.

Hay poblaciones que aunque desean vacunarse, están rezagadas en las tasas de vacunación por  motivos distintos al sentimiento anti vacuna. Este es el caso de Latinoamérica donde sólo el 15 % de la población ha sido completamente inmunizada. Hay países que ni siquiera llegan a 1%, mientras que otros superan el 50% de su población.

La situación de la disponibilidad de vacunas es muy diferente según la capacidad y organización de cada país para proveerse de la cantidad de vacunas necesarias. Mientras en países de altos ingresos disponen de  suficientes vacunas  fácilmente obtenibles y deben manejar un grupo importante de escépticos en vacunarse, la población de países de medianos y bajos ingresos luchan para vacunarse en un terrible escenario de escasez de vacunas.

Cuanto más tiempo las naciones ricas descuiden a los países que apenas han comenzado a vacunar a sus ciudadanos, más posibilidades tiene de que el SARS-CoV-2 evolucione hacia variantes que se propaguen incluso más rápido que la variante Delta.

Las vacunas disponibles brindan protección contra la variante delta, en particular contra las presentaciones más severas de la enfermedad  que conducen a la hospitalización y, en ocasiones, a la muerte. La mayoría de los casos nuevos se dan en personas no vacunadas y fuentes oficiales  han dicho que el 99% de los pacientes hospitalizados con COVID-19 en Estados Unidos y 82% en España no están vacunados.

A pesar de las advertencias de muchos  expertos, de que la mejor protección contra el virus proviene de las vacunas, aún una parte de la población de cada país se mantiene dudosa de recibir la vacunación. Para aquellos que dicen que la vacunación es una elección personal, aunque es una verdad, probablemente solo tienen la mitad de razón. El individualismo puede resultar costoso en una pandemia. Si bien la decisión individual de no vacunarse puede poner en peligro a esa persona, también pueden comprometer a aquellos otros que puedan contagiarse de ella. Las personas se vacunan para protegerse, pero también protegen indirectamente a sus comunidades.

Países como Francia, el cual aprobó un proyecto de requerir un pase de salud para acceder a restaurantes, trenes y aviones, han tenido concurridas marchas oponiéndose a la medida. Los líderes políticos debaten si los mandatos de vacunas deberían implementarse  para conseguir la inmunidad de grupo en un periodo más corto y reactivar la actividad económica, a sabiendas de la resistencia de los que se oponen en nombre de la libertad.

Un virólogo de la Universidad de Queensland, en Australia, imaginó las defensas que tenemos en contra de la pandemia como capas de un queso suizo; cada capa tiene agujeros, pero cuando se combinan, pueden bloquear al virus. En este modelo, las vacunas eran la última capa de muchas. La experiencia hasta la fecha nos orienta a la necesidad de evitar eliminar prematuramente a las demás capas de protección, incluidas muchas de las más efectivas, como el uso de mascarillas en espacios cerrados, el aumento de pruebas diagnósticas en los contactos y el posterior aislamiento de los casos positivos.

Esta crisis no ha terminado y no es solo el problema de una parte de la población. Todos debemos estar juntos en esto y además  luchar a la par unidos, si esperamos ver el final de esta larga y problemática pesadilla.

@santiagobacci

 

 

 


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