«El hombre vale, lo que vale su palabra. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple».
La palabra «honor» se aplica como homenaje a alguien o algo. Es el complemento que expresa la persona o cosa homenajeada, y es una cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.
El hombre vale por todas las cosas buenas que están escritas en su alma, por todos los valores y principios que tiene en su persona, por su fortaleza de espíritu, por su voluntad inquebrantable, por el amor y respeto a la vida, que es fundamental sobre todas las cosas, por el valor de su negocio o palabra, y de todas sus buenas acciones (Rodrigo Alarcón).
La democracia, refiere Alejandro García Nistal, como forma de gobierno, se erige sobre principios fundamentales que buscan garantizar la participación ciudadana, la igualdad y la representación justa. En este contexto, el honor emerge como un pilar esencial que debe presidir los cargos públicos electos. Este valor, vinculado estrechamente a la ética y la integridad, es crucial para mantener la confianza de la sociedad en sus líderes y fortalecer la salud del sistema democrático.
El honor, entendido como la calidad moral que impulsa a una persona a actuar con rectitud y responsabilidad, adquiere una relevancia especial en el ámbito de los cargos públicos. Son investidos con la confianza de la ciudadanía, para tomar decisiones que afectan a toda la comunidad, y el honor se convierte en el faro que guía sus acciones.
El honor en los cargos públicos electos se manifiesta a través de la transparencia y la rendición de cuentas. La apertura y la disposición a informar a la población sobre las decisiones tomadas, así como los motivos que las sustentan, son esenciales para fortalecer la confianza pública. Los líderes honorables no temen la luz de la transparencia, por lo que la buscan como un mecanismo para garantizar que sus acciones estén alineadas con el interés general.
Ninguno de los conceptos mencionados en párrafos anteriores, podemos decir, «adornan» a quien desde hace diez años ejerce la primera magistratura del país, razón por la que poco o nada le importan sus acciones, de cara al destino de sus habitantes y de la nación como tal.
Una prueba de su absoluta irresponsabilidad la demuestra al no cumplir en los actuales momentos el Acuerdo de Barbados, firmado por sus representantes y los de la oposición, razón por la cual el gobierno de Estados Unidos dio plazo al venezolano hasta el 13 de abril próximo, caso contrario sostendrá las medidas económicas aplicadas.
A todas luces, priva en la mente del inquilino de Miraflores la sinrazón y el desapego a la letra impresa en la Constitución Nacional, la cual al parecer es una «bicha» como solía denominarla su padre putativo, de quien heredó su talante destructivo.
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