Están en marcha varios planes políticos para tomar el poder por las malas en el Perú.

El primero y más importante es del presidente Castillo, quien, a pesar de su creciente debilidad, está dispuesto a desafiar los límites de la cordura para mantenerse en el poder y construir su proyecto autoritario.

El segundo corresponde a las declaraciones explosivas de Gonzáles, el ministro del amor, quien responde a la estrategia de un grupo político de izquierdistas educados que pretende entronar a Dina Boluarte antes de la inhabilitación que se avecina. Por eso, la premura de Gonzáles en provocar y derrocar al gobierno. Mariano, de hecho, llega a las altas esferas gracias al auspicio de la vicepresidenta y su círculo.

La tercera estrategia es la de apoyar un adelanto de elecciones a través de falsas iniciativas ciudadanas como “La Propuesta” y Consenso Ciudadano. Ambas responden a altos dirigentes del Partido Morado como el expresidente Francisco Sagasti y al secretario general Rodolfo Pérez. Mientras periodistas afines promocionan la campaña del empañuelado, sus colectivos recolectan las firmas para su regreso a la casa de Pizarro. Hasta Vizcarra ya ha inscrito un nuevo partido, por más que esté inhabilitado por 10 años.

Todos estos grupos son los que más recientemente han gozado (o gozan) las mieles del poder y, como evidencia su comportamiento, no dudarán en poner en práctica lo necesario para alcanzarlo. Hay que recalcar que son los actores que nos han llevado a la tragedia nacional en estos últimos cinco años. A estos grupos los secundan los mercantilistas intermediarios, que se aliarán con quien ostente el sillón presidencial. Nos referimos a Alianza para el Progreso, Acción Popular, Podemos Perú, Somos Perú, entre otros. No tienen una posibilidad real de ser gobierno, pero sí de ayudar a sostener este o los venideros.

Del otro lado está la oposición, que, por supuesto, también busca el poder. Todos los grupos y partidos lo hacen, algunos de forma más democrática que otros. La búsqueda del poder es la razón de ser de la política. Sin embargo, en este momento, para la oposición es lo segundo. El orden de prioridades es claro desde los primeros meses de gobierno: no hay nada más importante que largar a Castillo. Para este diario también es lo primordial. Aun así, creemos que el problema va más allá de la cabeza. Según lo que explicamos, la célula maligna hizo y sigue haciendo metástasis.

¿A qué nos referimos? Continuar con el gobierno de Castillo, un ascenso de Boluarte, uno de Sagasti o de Vizcarra, con bemoles y sostenidos obviamente, nos seguirán conduciendo hacia el despeñadero. Lo que ha estado sucediendo en el Perú es una lenta degradación democrática y una consecuente transición autoritaria gracias a esos actores. Y eso es en lo que tiene que pensar la oposición. Celebrar movidas como las de Mariano Gonzáles solo porque le pegan a la cabeza puede ser peligroso. A su vez, alentar los planes de Sagasti o Vizcarra podrían terminar explotándonos en las manos. La oposición no puede ni debe serle funcional a estos grupos de poder solo porque golpean a Castillo. Eso es cortoplacista. La grave situación del país debe resolverse a través de una transición democrática, que cambie las estructuras de poder, la forma y el fondo de cómo se ha estado haciendo política en el Perú. Si no se realiza esto, el añorado gobierno de transición solo sería accesorio y, al poco tiempo, volveríamos a caer en las redes de estos grupos.

Volveremos y ampliaremos sobre la necesaria transición democrática.

Editorial publicado en el medio peruano El Reporte


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