Navalny es el título de un escalofriante documental de HBO, sobre el líder la oposición en Rusia, condenado a prisión de manera injusta por 9 años.

Lo vimos y queremos comentarlo para ustedes. El contenido se encuentra disponible en la plataforma de streaming del famoso canal de cable.

Alexei Navalny protagoniza el grueso de su propio largometraje ofreciendo una entrevista durante su exilio secreto en Alemania, antes de volver a su país y ser apresado por disentir.

El medio CNN produce el film con técnicas de cine observación e interactivo en clave de reportaje, amén de un coro de cabezas parlantes y testimonios de primera mano.

Al personaje principal lo rodea el séquito de su familia, así como de dos asesores de imagen, quienes resultan siendo personajes misteriosos y atractivos, como sacados de las páginas de una novela negra de espías.

Uno de ellos es un investigador de big data, cuyas pesquisas permiten al político descubrir un complot de asesinato en su contra, orquestado por los esbirros de Putin.

En agosto del 2020, Navalny fue envenenado con “novichock”, un agente nervioso utilizado por el régimen ruso para eliminar y sacar del juego a otros miembros de la oposición.

El novichock no deja casi rastros, lo fabrican en laboratorios clandestinos, y equipos comando se encargan de esparcirlo en la ropa de sus víctimas.

Uno de los hallazgos narrativos del documental es reconstruir el envenenamiento de Navalny, desde su accidentado viaje de Siberia a Moscú, con el propósito de denunciar un caso de corrupción.

Navalny suele hacer viajes al interior de Rusia, buscando material fresco para compartir en su canal de Youtube, seguido por millones de personas en el mundo.

En el avión de vuelta de Siberia, el vuelo tuvo que desviar el rumbo y hacer un aterrizaje forzoso, debido al repentino ataque que sufrió Navalny en el aire.

De haberse continuado el trayecto original hasta Moscú, Alexei no estaría vivo para contarla.

A través de un trabajo de periodismo digital en la web profunda, los asesores de Navalny logran desenmascarar a la red mafiosa que operó desde las sombras para matar al líder de la oposición en Rusia.

Incluso, en un pasaje kafkiano de la película, Navalny conversa anónimamente con uno de sus verdugos, consiguiendo que explique detalladamente cómo fracasaron en envenenarlo, rociando su ropa interior con el agente nervioso novichock.

El caso se viralizó en los medios del planeta, gracias a la labor de los que se atrevieron a registrarlo e investigarlo a fondo, desafiando a la censura de los canales amordazados de Rusia.

Hoy que sigue la guerra contra Ucrania y que Venezuela luce como una colonia en el tablero de Putin, conviene compartir y discutir el contenido del documental Navalny, dadas sus relaciones con la Venezuela que reprime, persigue, silencia, tortura y desaparece a cientos de opositores, nada más por informar y defender los principios de la democracia.

Para desacreditar a  Navalny, la prensa rusa tiene un manual de inteligencia y propaganda que lo difama y desacredita, llamándolo “agente de la CIA” y “líder de la derecha extrema”.

Como los medios oficiales fracasaron en “eliminar” a Navalny de la memoria colectiva, el poder procedió a ejecutarlo con el método del agente novichock, en un procedimiento tan chapucero y burocrático que impúdicamente deja rastros por doquier, al punto de ser expuesto por el documental de HBO.

Por último, en vista de la supervivencia de Navalny y su regreso a Moscú, tras su exilio, Putin lo encarcela por 9 años, acusándolo de “malversación de fondos”.

Los parecidos con Venezuela, y casos como los de Roland Carreño, son evidentes y preocupantes.

Por tal motivo, Venezuela y Rusia reciben sanciones de la comunidad internacional, debido a su expediente de violación de derechos humanos que no prescriben y se pretenden negociar como fichas intercambiables de dominó en mesas de no diálogo.

Navalny no quiere que su documental sea un funeral o un entierro de la oposición en el mundo libre.

Por el contrario, el contenido lo muestra como un hombre de familia, de su casa, siempre alegre y optimista, a pesar de las adversidades del tiempo de dictadura global.

De tal modo, HBO nos presenta un documental de actualidad y absoluta vigencia, si hablamos del futuro de una democracia amenazada.

Durísimo y con estética de thriller político. Huele a Oscar.


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