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Hugo Chávez se hizo del poder no por ser un fenómeno telúrico a quien la Providencia le aportó suficiente energía para convertirlo en el presidente de la República de Venezuela, elegido en forma predestinada sin concurrencia de otros factores. No cabe duda sobre la falsedad de tal afirmación. Pero lo cierto está a la vista.

El 23 de enero de 1958 fue sin duda una contundente movilización popular: los estudiantes, los obreros, los profesionales, los trabajadores, los empresarios progresistas del campo y de la ciudad, la alta jerarquía del clero con sus pastorales de contenido social, el pueblo unido a la juventud del ejército conformaron un movimiento cívico-militar que nos libertó de un dictador que desconoció las elecciones de la Constituyente ganada por URD y Copei. Se designó general. Se autoproclamó presidente de la República.

Con la rebelión del 23 de enero se instauró un período institucional que nos impuso el ejercicio inveterado de respeto a los derechos humanos; de predominio de la Constitución por encima del odio acumulado en una facción militar que le costó desprenderse de los privilegios del poder: que hubo de fracasar en el empeño continuo por derrocar a la Junta de Gobierno presidida por el almirante Wolfgang Larrazábal.

Durante el predominio del Estado de Derecho: Venezuela salió del subdesarrollo, ocupó papel de primer orden en la región. Dejó de ser una nación dominada por la barbarie de una casta militar sedienta de poder. Caminó en pro de su propia independencia. Preservó la incompatibilidad de los poderes. Luchó contra la corrupción, reafirmó la elección directa del presidente de la República; la de los gobernadores y alcaldes. Enjuició a los funcionarios corruptos sin mediación de distingos. Empero el singular modelo político iniciado el año 1958, se desgastó. Por contradicciones llegó a su fin. Las maniobras entre iguales aparecieron: Chávez surgido de un golpe de cuartel captó el deseo electoral de cambio que existía entre los venezolanos; contó con Luis Miquilena, político de alta estima de los dueños de bancos y medios de comunicación, como su jefe de campaña. La opinión pública se sumó a favor de Chávez. En 1998, el militar golpista se posesiona del Solio Presidencial, no obstante existir durante el gobierno de Caldera un repunte tangible de ingresos petroleros.

La ausencia de un ciclo que nos puso a valer: que nacionalizó el petróleo, el hierro; así como otras industrias básicas y nos dio autonomía de Estado, merece consideración: El Centro Gumilla sostuvo que Chávez estaba calando en el país: exhortó a las élites políticas y económicas a darle repuesta orgánica y verdadera a la población. Insistió en que los excluidos no eran beneficiados por el boom petrolero. Virtuoso, jesuita exrector de UCAB, sostuvo que el liderazgo político que había dominado la escena desde 1958 -AD y Copei- no afrontó el desafío planteado. No entendió el deseo de cambio: optaron por la política del avestruz: La partidocracia que se intercambió el poder no cesó en culparse. Miguel Rodríguez, sobreviviente ejecutor del programa de El Gran Viraje, con motivo de cumplirse 40 años del Viernes Negro rechaza que Luis Herrera Campins haya dicho que “recibía un país hipotecado”. Estos 40 años han debido ser de la prosperidad más grande que hubiera vivido Venezuela, si los problemas que llevaron al Viernes Negro y al control de cambio se hubieran tratado de corregir en 1989. Este tipo de cambio de divisas sobrevaluado les regaló dólares al sector privado y a las familias más ricas. El día de la toma presidencial de Luis Herrera: Venezuela tiene superávit en la cuenta corriente, olvidó hacer una auditoría en los activos que estaban depositados en la banca internacional del BCV en el orden los 30.000 millones de dólares, a la vez que calificó de disparatada que Luis Herrera dos años antes del Viernes Negro haya agotado por quema de dólares las reservas internacionales.

Hugo Chávez llegado al poder manifiesta deseos de realizar los cambios. Arturo Sosa, también jesuita, lo creía una verdad necesaria para establecer las condiciones de convivencia: “Estimó que en ellas se sustentan la estabilidad política sobre la cual se genera el desarrollo social; pero resultó, lo contrario. Con la reelección de Chávez en 2006 no se realiza la democracia popular. Sale victorioso del paro petrolero y empresarial de 2002-2003, dice haber estado a la defensiva. Se considera él jefe de una revolución que llegó para quedarse. Aumenta el gasto militar a millones de bolívares para que el imperio no sorprenda a la revolución. Se declara dueño del Estado

Como colofón de lo dicho han transcurrido más de 25 años de la llegada del chavismo al poder. También más de 5 años que la AN declaró usurpador a Maduro. Que padecemos una crisis sostenida por la incapacidad de un gobierno que abusivamente goza de privilegios y conserva el poder con marcada tendencia autocrática; carente de respaldo popular; pero que valiéndose del llamado diálogo como fuente para deshacer sanciones, en México el gobierno de Maduro logró mediante un memorando elevado a ley que las partes le reconocieran status.

No obstante, tan indignante situación ha nacido dentro de la sociedad, todo un marco visible, tangible y resuelto contrario a los intereses de grupo, una fuerza con valores institucionales fuertemente arraigados, que entiende que sólo con la formación de un Frente Nacional de Oposición, mediante el consenso, opuesto a los que han hecho de la política un camino de vanidad, es susceptible para que el pueblo sea capaz de superar el estado de penuria al que se encuentra sometido, causado entre otras por una falta de seguimiento democrático y de coherencia opositora, incapaz de enmendar los desatinos cometidos; y  que ha traído como consecuencia no compartida, que los diputados ahora pertenecientes en exclusividad a los reducidos G-4 por pérdida de la pata del grupo de Voluntad Popular se reduzca a tres, y hayan convertido a la AN de 2015 en un parlamentario que administrará los bienes congelados. Sin duda, se plantea un reto que nos conduce a un antagonismo entre los que quieren preservar la soberanía popular y los que creídos haberse investido de nobleza conservan los privilegios de la vieja Francia, que por considerarse nobles llegan a fingir al nacer que gozan de los derechos a ser oficial del ejército, a recibir beneficios eclesiásticos, a ser introducido en las Cortes, a disfrutar de prebendas. ¡Que la Virgen del Valle nos libre de calamitosos presagios!


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