Por estos días leí que dos expertos -llamémosle así- coincidieron en que América Latina no está entre las prioridades del Departamento de Estado. En buen romance, que a los Estados Unidos de Norteamérica sus vecinos del sur le importan un pepino.

La eurasia concentra su atención.

Les preocupan los avances rusos por aquellos lares y ni toman en cuenta si por aquí cada vez ganan mas terreno. China, con razón, los pone nerviosos en el norte, pero ni caso hacen a que cada vez sea más buen vecino en el sur. Y pasa con el Medio Oriente, en donde el nexo con Israel, decididamente le es clave.

Lo de la defensa de la democracia y la civilización occidental y cristiana, olvídate.

Atentos un poco a México, pero saben que cuando es preciso este hace buena letra y cuida de los intereses norteamericanos y estadounidenses. En definitiva, una especie de Estado-libre disimulado, con autorización a jugar de izquierdista en las dos restantes Américas e incluso en la OEA.

Algo cuidadosos con Brasil -qué menos- pero el resto pasamos a ser como una especie de África más, dicho esto con el mayor respeto por ese olvidado y tan castigado y explotado continente.

Y es Biden, el Departamento de Estado y la propia prensa norteamericana que ya desde hace mucho dedica muy poco espacio a esta región y solo lo hace para las catástrofes, las revoluciones, las nuevas izquierdas progresistas y para las prácticas de “audaces” corresponsales y enviados especiales que vienen a ver lo que quieren ver y ratificar lo que ya tenían asumido de antemano. Esto es, sus prejuicios. Hay que concederles en su favor que si entregan otro tipo de historias dificil que consigan lugar.

Tenemos poco que ofrecerle a Estados Unidos, aparentemente, y además piensan, quizás con razón, que no hay riesgos de que construyamos una bomba atómica. Quizás.

Y ese desapego estadounidense no sé si es bueno o es malo para los latinoamericanos. Hay muchas cosas para agradecerles, es verdad, pero igual de cierto es que tenemos otras tantas para no agradecerles.

En concreto: nuestros destinos quedan en nuestras propias manos, y al respecto, el panorama es incierto.

Si somos objetivos, la realidad, hoy por hoy, nos dice que estamos poblados de regímenes, a cargo de figuras a las que se suman otros nuevos personajes, que delinean sin gran esfuerzo el perfil de otro continente olvidado más.

La diferencia la hace Brasil. Tan grande.

Definitivamente, será un factor decisivo y por ello será muy importante quien asuma la presidencia el año próximo. Si Bolsonaro o si Lula. Todos dicen que Lula; ¿todos quiénes?. Pero no es lo importante, Lula será de izquierda y Bolsonaro de derecha, pero antes que eso ambos son brasileños. Ninguno de los dos es ajeno ni insensible al afán imperial. Ya ocurrió con Lula que recorrió el continente, con Odebrecht de la mano, con el beneplácito y el visto bueno de los militares, que siempre están presentes y atentos.

Menuda tarea la de construir nuestro propio destino.

 


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