La pandemia ha dejado una fractura sumamente profunda en las relaciones entre las potencias del mundo. La carrera para crear la vacuna contra el COVID-19 ha dado paso a grandes movimientos en la política exterior, lo cual no habíamos visto desde la Guerra Fría. Los cierres de embajadas y consulados, entre China y Estados Unidos, están vislumbrando un renacer de dicho conflicto.

Esta ya había empezado con la lucha por el 5G, que la semana pasada tuvo una escalada con la entrada en la disputa de Reino Unido, que ha pedido que la red china esté fuera de su país en un plazo máximo de 5 años.

Toda esta lucha traerá grandes repercusiones para Venezuela ya que, lamentablemente, la lucha en el mencionado país ocurre por las decisiones de tres grandes naciones: la china, la rusa y la estadounidense. La lucha mundial tendrá una batalla por la dominación del norte de Suramérica. La lucha podría traer una división territorial como la ocurrida en la Alemania posguerra.

Todos entendemos que los problemas internos de Venezuela no los podremos resolver los venezolanos, no porque nosotros no lo hayamos intentado, sino debido a que estamos tan comprometidos con estas naciones, que la democratización de Venezuela solo vendrá de la decisión geopolítica en la que los venezolanos realmente no tienen mucho que aportar.

Los chinos y rusos querrán tener un gobierno al que puedan dominar y los americanos prefieren a un gobierno democrático, que capitalice sus esfuerzos en su recuperación y que no esté interesado en meterse de lleno en la política internacional.

¿Qué pasará con Venezuela?

No lo sabremos hasta que pase la pandemia a mediados de 2021. Creo que lo que debemos hacer es ir habilitando puentes con nuestros aliados porque, al final, lo que todo venezolano anhela es tener un mejor país, y la única forma de garantizarlo es dejar de estar unidos a los intereses de los grandes países del mundo. Debemos garantizar que los apoyos que tengamos solo nos garanticen apoyos económicos para iniciar la reconstrucción del país e ir levantando poco a poco la Venezuela que queremos. Esto solo nos lo pueden ofrecer los países democráticos; los países totalitarios como Rusia y China nos podrían traer mayor destrucción y empeorar nuestra situación política.

La alianza natural es con los Aliados: Francia, Estados Unidos, Reino Unido, los países sudamericanos y Alemania, entre otros grandes países democráticos. Si seguimos aliados de la España de Pedro Sánchez, de la Rusia de Putin, de la Cuba de los Castro, vamos por un mal camino.

El destino del país no está en nuestras manos, pero esto no quiere decir que no podamos actuar en pro del mismo. Uno de los pasos que debemos ir tomando es el desligarnos de los diálogos con los oficialistas y dedicarnos a buscar diálogos con los jefes de ellos. Si logramos establecer comunicación con los gobiernos rusos y chinos, y le damos a entender que no pagaremos la deuda a menos que nos dejen en paz, no lograremos nada y seguiremos en la misma situación. Debemos llevar el diálogo adonde debemos llevarlo, a las más altas esferas del mundo.

Debemos seguir mostrando que tenemos una salida. La alianza con Guaidó ha dado una visión al exterior en cuanto a que sí se pueden lograr pasos rápidos para la construcción de la democracia en Venezuela.

Y lo último es que debemos seguir peleando, no podemos rendirnos; el ciudadano debe seguir luchando por sus libertades, debemos mostrar fuerza y debemos hacerle entender al mundo lo mal que la estamos pasando.

Que viva una Venezuela libre.

 


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