1. Las medidas tomadas para prevenir la expansión del coronavirus han destruido la polis, la ciudad, el territorio de la política. Al menos por un tiempo y en todas partes. Esta especie de suspensión de la política sea que convenga o no al poder existente según países y regiones, es producto del cierre de la calle, del espacio público, del lugar de la comunicación cara a cara.
  2. La penumbra de la ciudad es la penumbra de la política. Obsérvese que de una forma perversa y aparente “cesan los partidos y se consolida la unión”; no ganan los gobiernos como facciones sino en tanto conserjes de los países; es decir, los que real o supuestamente tienen en sus manos la manera de paliar o resolver la crisis que conlleva la pandemia.
  3. Ahora, el espacio lo copan los gobiernos con las medidas para contener el tsunami. Mientras suben las cifras de contagiados pocos se ocupan de la calle, de la polis y de la política. Todos nos convertimos en seres humanos asediados por el miedo. La terrible nivelación que produce la peste.
  4. ¿En realidad hay una supresión de la política, carcomida también por el covid-19? Sí, en el sentido dicho más arriba con el cierre del espacio público. Pero en otro y dramático sentido, no. Si la política es forma de ejercicio, disputa y distribución del poder, ahora vemos el poder absoluto en todos los países siendo ejercido sin mayor contestación –tal vez con la excepción de España-. La imagen de policías y ejército increpando al ciudadano que sale de su covacha y amenazándolo si no regresa inmediatamente a la madriguera es este ejercicio crudo del poder. Lo peor es que parece que hay un acuerdo social en que así sea. Distanciamiento social que es pérdida de la sociabilidad.
  5. ¿Puede construirse otra ciudad sobre esta que entra en estado de congelamiento? Sin duda puede y de hecho se construye como una ciudad digital en aquellos países y sectores que disponen de redes para hacerlo. Su alcance en Venezuela es limitado por la destrucción masiva de la cual el país ha sido víctima. Pero, también hay redes inmediatas muy locales que han surgido de la compasión y la solidaridad.
  6. El régimen de Maduro puede prohibir y reprimir; sin embargo, no puede afrontar la pandemia. Quienes pueden hacerlo son los héroes de la ciudadanía, médicos y enfermeros, empresas y gremios que se han mostrado solidarios y cuyo respaldo se hará más necesario a medida que pasen los días.
  7. Para los venezolanos la palabra mágica que ha tenido sentido en la política vuelve a tener valor en el marco de la pandemia: resistir. La resistencia se convierte en el movimiento más allá de esta política que languidece y por tanto se transforma en hiperpolítico porque desafía al poder combinado del virus y del régimen. En Venezuela se han vuelto lo mismo porque no hay cómo aguantar una cuarentena sin comida y sin salud. Se abre la caja de los truenos.

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