Lo menos esperado para la ex colonia inglesa era que los inesperados conflictos entre Ucrania-Rusia (24FEB22) y entre Hamás–Israel (7OCT23), en escalada, se convertirían en una amenaza para la floreciente y próspera economía guyanesa, levantada por la estadounidense Exxon. La amenaza viene de la misma familia petrolera. La también transnacional Chevron. Su presidente, Javier de la Rosa, un peruano con el temple y tenor de los buenos toreros limeños, que recuerdan a la célebre rejoneadora Conchita Cintrón, supo como los buenos diestros aguantar la intempestiva arremetida de nacionalizaciones de Chávez, esperando un mejor momento. Como decía el presidente Carlos Andrés Pérez, “llueve y escampa”

La diferencia entre Guyana y Venezuela es grande. El yacimiento guyanés más próximo a tierra firme se encuentra más allá de los 193 km, costa afuera (off shore), a 1.900 metros de profundidad marina, conteniendo 11.000 millones de barriles de reservas, cerca de 0,6% del total mundial, con un costo promedio de  producción de 26 dólares el barril, considerando los impuestos, contra los 15-16 dólares en Venezuela.

Para rematar, el panorama y las perspectivas petroleras del incómodo vecino no se ven gratas. Semanas atrás un vocero oficial de la Exxon, sorpresivamente, informó el cese de operaciones de la petrolera, al anunciar que la empresa se retira de sus actividades en el Bloque Kaieteur, en las profundas aguas de Guyana, debido al poco crudo que ha conseguido. No hay duda de que esta retirada tiene y tendrá efectos negativos sobre el futuro de Guyana y la disposición de los inversionistas de seguir apostando ante las expectativas de crecimiento del país, hasta hace poco el más pobre de la región, con una escasa y poca experiencia en el manejo de la industria petrolera que data de 2015, debido a que en los años setenta hubo intentos fallidos en las etapas de exploración.

Añadido a estas limitantes, el “Diamante de Porter”, utilizado dentro de los negocios internacionales para evaluar las ventajas competitivas de una nación en el mercado internacional, juega en contra de este nuevo actor en el mundo de los negocios petroleros, fundamentalmente debido a los efectos de “la curva de la experiencia”, aplicable para medir la mejora de los procesos productivos que realiza una empresa como resultado de su “know how“ y de la incorporación de nuevas tecnologías. Así, a la luz de los cuatro factores de Porter, Guyana hasta ahora no ha logrado modelar el primer factor, una “estrategia” que le garantice una estructura competitiva en los mercados petroleros. Es decir, tener una supervisión sobre la producción y el control fiscal de las operadoras.

Un segundo factor es el “Estado de la Demanda”, en estos tiempos de turbulencia condicionado inicialmente por la cancelación del Señor Biden mediante una orden ejecutiva del controvertido oleoducto de Keystone (2021) en Canadá; de la guerra de Ucrania (24FEB 22); del conflicto israelí con Hamás 7OCT23; con posibilidades de cortes y embargos en los suministros petroleros, y el levantamiento temporal de las sanciones petroleras contra Venezuela 23OCT23; al contrario de los anteriores casos, de poder colocar, ciertos volúmenes en el mercado internacional, esto tendría efectos competitivos, directos en inmediatos ante la oferta guyanesa.

Como tercer factor, el mercado espera que Guyana con sus 400.000 barriles de producción, satisfaga parte de la demanda mundial; y por último, algunos factores condicionantes como la “Enfermedad Holandesa”, de una cultura consumista, la estabilidad social, de trabajadores sin experiencia, la carencia de industrias auxiliares relacionadas con proveedores nacionales y el acecho de la corrupción latente, amenazan los niveles de producción y el desarrollo de una industria incipiente si institucionalidad local.

Para Guyana, el levantamiento de las sanciones condicionado a unas elecciones libres y democráticas en Venezuela representa una amenaza a corto y mediano plazo. Sus limitadas reservas de 11.000 millones ocupa el puesto 17 en el mundo con una producción en los actuales momentos en promedio de 400.000 bpd, con la esperanza de alcanzar 1,2 millones de bpd para fines de 2027, frente a Venezuela con unas reservas por encima 300 millardos de barriles con una producción en septiembre de 733.000 bd barriles de acuerdo con datos de fuentes OPEP, y un costo de producción entre 11 y 15 dólares, según data de Pdvsa, la hace totalmente competitiva frente al crudo guyanés.

El panorama para Guyana se ve oscuro, si el gobierno cumple con los acuerdos de Barbados, estos permitirán el levantamiento gradualmente de las sanciones petroleras, hecho que bien administrado podría hacer volver a Guyana a la mesa de negociaciones al tener un competidor con mayor poder de negociación y posibilidades de recurrir a medidas cautelares por razones daños pecuniarios a Venezuela y amenazas al medio ambiente. Para ello solo faltaría la disposición política del gobierno.


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