El período de la niñez hasta llegar a la adolescencia es la etapa más importante del ser humano. En esta fase, desde el inicio de la vida, son muchísimos los factores que van a influir en el desarrollo y crecimiento del niño, que van a ejercer un papel muy relevante antes de llegar a la adultez.

“Un niño feliz es un niño con derechos” dice una frase anónima que refleja una gran realidad. Todo niño tiene derecho a la salud, a la vida, a la alimentación, a la educación; tiene el derecho de recibir la protección adecuada desde que nace, no solo de sus padres y del núcleo familiar. Debe ser prioridad de los gobiernos en cualquier país.

“Los niños es lo más sagrado que tiene un país”, manifestaba ese gran líder mundial que fue Nelson Mandela, que se volcó entre otras cosas a dar protección a la infancia en su país. Lamentablemente, no podemos decir lo mismo en Venezuela. Cada año que pasa, desde que se inició este nefasto e inhumano “gobierno”, la niñez vive un presente dramático que la lleva a un futuro lleno de una gran incertidumbre rodeada de toda clase de riesgos sin que esto le preocupe en lo más mínimo al régimen.

La tasa de mortalidad infantil en Venezuela, según la última información oficial basada en el boletín epidemiológico del año 2016, fue de 18,61 por cada 1.000 nacidos vivos, lo que refleja un aumento del 30%, con relación al año anterior. Desde esa fecha no tenemos más información oficial relacionada con este indicador de salud de gran importancia. No obstante, todo hace presumir que debe haber aumentado porque las condiciones socioeconómicas del país son peores y la infancia en Venezuela está sufriendo cada vez más los embates de dicha crisis.

Podemos decir con propiedad que el reflejo de esta realidad se centra en el hospital pediátrico más importante del país, como los es el J. M. de los Ríos. Cualquier persona se conmueve, menos el “gobierno” por supuesto, con la reseña que salió la pasada semana  relacionada con la muerte de 10 niños del Servicio de Nefrología en lo que va de año, sin contar los que han fallecido en el resto de los servicios de hospitalización de las diferentes especialidades que abarca dicho centro.

Es de suponer que en el interior del país esta situación debe ser igual o peor. En el caso de los niños de nefrología es importante aclarar que se les ha negado el derecho de vivir y crecer con calidad de vida porque el programa de trasplantes en Venezuela está suspendido desde hace 2 años y 4 meses.

Ningún paciente pediátrico soporta un tratamiento de diálisis durante muchos años si no se les ofrece la esperanza de un trasplante, debido a que la mayoría comienzan este tratamiento desde pequeños. Si acaso se lograra que le realicen dicho procedimiento, se suma la angustia del rechazo del órgano debido a la escasez de los medicamentos inmunosupresores, como está pasando en aquellos niños que ya recibieron un trasplante renal antes de la suspensión del programa.

El derecho a la salud y la vida de nuestros niños sigue siendo pisoteado en este país, así como el derecho a la alimentación. Respecto a esto último, la desnutrición está ocasionando efectos devastadores en nuestros niños, los especialistas en el área lanzaron la gran alarma del aumento de menores de 2 años de edad desnutridos, incluso menores de 6 meses, destacando los cuadros de desnutrición aguda y grave en este rango de edad.

La desnutrición crónica está aumentando, lo que ocasiona un gran retraso en el crecimiento del niño y además afecta el desarrollo cognitivo, fundamentalmente la memoria, la concentración, el aprendizaje y por ende el rendimiento escolar.

Para niños pequeños no hay fórmulas lácteas y si se consiguen el precio es extremadamente elevado.

La deserción escolar aumenta de manera progresiva, poniendo en evidencia la violación del derecho a la educación de los niños venezolanos. Sin embargo, organizaciones defensoras de los derechos humanos de los niños, como Prepara Familia por ejemplo, siguen luchando sin cansancio. El pasado año fueron aprobadas medidas cautelares para los niños del Servicio de Nefrología del J. M. de los Ríos por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que fueron ampliadas a 13 servicios más de dicho hospital. Sin embargo, el régimen no ha dado respuesta y siguen falleciendo niños inocentes mientras este importante hospital pediátrico continúa en un deterioro progresivo.

Este “gobierno” no tiene perdón por todo el daño que le ha hecho al pueblo venezolano, pero sobre todo por ocasionar que la niñez en Venezuela tenga un presente de sufrimiento y a la vez  un  futuro inseguro e incierto. Se vulnera a los más vulnerables.


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