Maduro viajará a Brasil

Pensaba desarrollar esta fechoría dominical a partir de la fecha aniversario del magnicidio perpetrado en Berruecos un día como hoy, 4 de junio, pero de 1830 y no domingo sino viernes, cuando perdió la vida el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, conceptuado por el Libertador como el Abel de América. Su asesinato ha sido dramatizado en los manuales escolares con exclamaciones imaginadas por los profesores de historia del tipo «¡Oh, balazo!». Así lo cuenta, por ejemplo, el hermano Nectario María, religioso y educador llamado también Apóstol de la Coromoto —investigó y escribió el primer folleto sobre la patrona de Venezuela en 1944 bajo el seudónimo H. Chonei Mereigua, que en lengua indígena significa Hijo de María—. Desistí de tan patriótico propósito en atención a la afirmación del Dr. Johnson, según la cual «el patriotismo es el último refugio de los canallas».

Al renunciar al chauvinismo,  podría haberme decantado por los casos de pederastia eclesial tratados sustantiva y recurrentemente por El País de España, pero no estimé prudente ni pertinente echar leña al fuego del descrédito a una institución como la Iglesia Católica —la de mayor arraigo en tierra de gracia, a pesar de la promoción madurista de extravagantes sectas protestantes, conducidas o regentadas por reverendos tergiversadores de la Biblia—,  cuyos atinados  diagnósticos de la situación nacional concitan  encomios y adiciones. Descarté el espinoso tema porque tenía in pectore a Luis Rata, perdón, Ratti, quien, en 2013, fungió de presidente del Frente Bolivariano Hugo Chávez, un parapeto electorero concebido para respaldar a Nicolás Maduro y financiado, claro, con fondos públicos. También debí abstenerme, pues me picó adelante un editorial de El Nacional (“El régimen contra las primarias”, 01/06/23), donde destacaba esta rotunda aserción: «Los hilos detrás de Ratti son los del régimen, obstinado hasta la indolencia en mantenerse en el poder y evitar la expresión ciudadana y política de los venezolanos».

Otro asunto a tener en cuenta durante estos días terminales de mayo e inicios de junio ha sido el viaje de Maduro a Brasilia a objeto de recibir una especie de baño diplomático de reconocimiento. Su presencia en el gigantesco vecino soliviantó los ánimos de la disidencia canarinha; por ello, la Comisión de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados aprobó una moción de repudio a la presencia de presidente (¿?) de Venezuela. La decisión del primer mandatario brasileño, Luiz Inácio da Silva, de rendirle honores de jefe de Estado al mandón vernáculo, y atribuir las denuncias sobre corrupción, violaciones de los derechos humanos y menoscabo de la democracia en nuestro país a una «construcción narrativa» fue duramente criticada tanto por líderes de la oposición cuanto por sectores oficialistas. Igualmente la reprocharon algunos de la docena de participantes de la cumbre de presidentes suramericanos celebrada el martes 30 en Brasilia —Argentina, Brasil of course, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay y Venezuela— Para el izquierdista chileno Gabriel Boric y el derechista uruguayo Luis Lacalle Pou lo atinente a derechos humanos en Venezuela no es ninguna «narrativa».

«Nos atrevemos a demandar, señor presidente Lula da Silva, que usted y su gobierno sean solidarios y consecuentes con una salida democrática a la crisis política, económica y humanitaria de Venezuela, y de esta manera con las víctimas, entre ellos, los más de 6 millones de venezolanos forzados a migrar, y nunca con sus victimarios», expresan los remitentes de una carta al presidente de Brasil. Denunciaron que más de 300 emisoras de radio del país han sido canceladas y que más de 50 páginas web informativas están bloqueadas electrónicamente». Estas palabras no provienen, como podría inferirse, de dirigentes opositores al madurato: son parte de una petición suscrita por exfuncionarios de Hugo Chávez: Rodrigo Cabezas Morales, exministro de Finanzas; Héctor Navarro, exministro de Educación; Ana Elisa Osorio, exministra de Ambiente, y Oly Millán, exministra de Economía Popular. Definitivamente, el jefe del Partido de los Trabajadores muy pocos puntos se anotó con su invitación al impopular usurpador de la primera magistratura venezolana.

Las andanzas del bigotudo en busca de legitimación, reducidas a ámbitos fuera del alcance de los cazarrecompensas, y las repetitivas advertencias del hortera y semianalfabeta bellaco del as de bastos sobre la inviabilidad de las elecciones primarias de la oposición y la imposibilidad de seleccionar, mediante el voto, una candidatura unitaria revelan el solapado culillo a lo que sería para el oficialismo, valga el lugar común, crónica de una derrota anunciada. Por tal motivo, el vicepresidente del partido gubernamental recluta punch drunks y bates quebrados, cual la referida rata, ratita, o ratti (omito la mayúscula porque una vez fue concesión suficiente) y los pone a disparatar cual muñecos de ventrílocuo de feria provinciana, aunque sus palabras carezcan de valor. Su credibilidad es nula fuera de los círculos de paniaguados y beneficiarios de canonjías, porque algunos dólares deben quedar en las exiguas arcas de la nación; arcas manejadas como si se tratasen de alcancías propias, ya que definitivamente él y quienes aún tienen acceso a las finanzas de Pdvsa y al tesoro público, pueden darse el lujo del soborno y la extorsión. Y no digo ni escribo más. 870 palabras, incluyendo el encabezado, bastan… ¡por ahora!


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