“La nada es el complemento del todo; ambos conceptos absolutos que definen el temor de este gobierno a todo que lo ha convertido en la nada. Así pues, un gobierno escindido de pueblo, de participación popular; un gobierno que amedrenta, que atropella, que desinstitucionaliza, que destruye, que produce y embrida daño antropológico, es un gobierno sin alma y por ende un gobierno desalmado, espoliado del todo y sometido a la nada…” Carlos Ñáñez

Este difícil y complejo oficio de columnista es por momentos realmente martirizante. Nos obliga muchas veces a transformarnos en una especie de Diógenes tropical, en cazador de Cabra de Montaña. Y así transcurren las últimas horas antes de sentarnos frente al aterrador procesador de palabras. Con informaciones e ideas recopiladas de manera desordenada y regadas por todas partes, sin orden. Mientras escribo, esto reafirma la introducción de mi nota, me entero de que el dirigente argentino Javier Milei lidera la carrera presidencial y provoca, prácticamente, un terremoto en la política de ese país. Este triunfo que pone al borde del precipicio al peronismo-kirchnerismo es de importancia en el rescate de la democracia venezolana que hoy se encuentra en plena efervescencia; es una victoria que trasciende las fronteras del país sureño.

Luego de este forzoso inciso: ¿Por qué nada? Como es de esperarse es preciso por la condición del titular definir qué es la nada. Aunque tuve la suerte fortuita de tropezarme con una nota escrita por la clarividente mente de mi amigo Carlos Ñáñez; nota que utilicé de epígrafe, incluso sin su consentimiento. Aunque una respuesta simple ha podido ser: nada es nada y listo. Sin embargo —más allá de la acepción de la palabra— cabe preguntarse por qué viene al caso en estos momentos y ahora. Qué primó, qué prevaleció, para escoger la nada, para rodar por este escabroso camino para llegar hasta aquí. Lo que predominó y predomina es el terror, el pánico que se percibe, que se puede tocar y mirar hasta con ojos de miopes las faenas perturbadas del régimen de Nicolás Maduro. La nada es cuando no hay principios, cuando no hay ideologías, ni doctrinas, ni escuelas. Cuando no se es comunista, ni socialista, ni de derecha, ni de izquierda, ni siquiera revolucionario… cuando se es otra cosa que no tiene ningún tipo de vinculación con lo que es la política desde los tiempos de Nicolás de Maquiavelo.

Por ejemplo: “Este fraude procesal, que viola los derechos políticos del PCV y del pueblo trabajador venezolano, no solo crea un grave precedente en la historia política y jurídica del país; sino que deja al descubierto el carácter autoritario, antidemocrático y reaccionario del gobierno y del PSUV”, sostienen los comunistas. Las inhabilitaciones políticas de María Corina Machado, Henrique Capriles y Freddy Superlano. Las amenazas y emboscadas ordenadas por el régimen en contra de los candidatos que salen a hacer sus campañas, lujo que por cierto no puede darse Nicolás Maduro ni ninguno de esa ralea. Ellos, los del régimen, saben que están perdidos —según la última encuesta de la empresa Meganálisis— MCM lleva una ventaja holgada que no termina de tocar techo; es una cuesta casi imposible de superar por el madurismo.

Ahora tienen planes de realizar este año 2023 las elecciones presidenciales junto con las de gobernadores y probablemente también las de alcaldes. Es un lapso en los que los pensamientos se vuelven irracionales y difíciles de controlar, pero como las pongan se las van a bailar… Con esa estrategia de adelanto de las elecciones presidenciales lo que pueden conseguir es salvar algunas gobernaciones y una que otra alcaldía, pero hasta ahí; nada más.

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