Acabamos de celebrar el día internacional de la mujer. Es bueno repasar lo que significa ser mujer, pues en la corredera diaria se nos olvida lo importante que es una madre, una esposa, una abuela, una hermana, una tía. La mujer tiene cualidades que el hombre no tiene, pues somos diferentes y por eso importa repasarlas para crecer en consciencia de lo que significa ser mujer.

Todos hemos tenido una mujer extraordinaria en nuestra vida. Una de esas que nos acurrucaba en las noches cantándonos canciones para dormir, que nos calentaba la sopa cuando llegábamos tarde en la noche, que nos hacía un ponche cuando estábamos resfriados, que nos ayudaba a hacer las tareas y nos explicaba lo que no entendíamos lo mejor que podía, que nos aconsejaba, nos abrazaba cuando estábamos tristes, que nos cocinaba nuestro plato favorito en nuestro cumpleaños, entre tantas otras cosas que podemos decir. Esas mujeres que son madres, abuelas, hermanas mayores, tías. Seres maravillosos llenos de ternura, de cariño, de sabiduría, de carácter cuando hacía falta.

Ser mujer no es fácil, pues la realidad nos exige múltiples asignaciones día a día: cocinar, cuidar a los niños, educarlos, ayudarlos en sus tareas, quererlos, lavar, planchar, limpiar la casa, trabajar, ser eficiente en el trabajo, conseguir los alimentos del día a día, velar porque no falte nada en la casa, querer al esposo, arreglarse para él, etc….Son un sinfín de cosas que son difíciles de compaginar. Hace poco una madre de dos hijos me decía: “estoy cansada”. Y era lógico. Tenía gripe y no podía reposar porque el bebé también estaba enfermo. No podía faltar al trabajo porque faltar resta en el sueldo mensual y al mismo tiempo estaba pendiente de la comida, de los estudios que hace para mejorar profesionalmente. En fin, no podía enfermarse, porque enfermarse parece prohibido para una mujer. No digo que los hombres no ayuden. El esposo de esta muchacha lo hacía, pero esperando siempre las indicaciones de ella, porque así es, la mujer es la que dice qué hacer, qué comer, qué no hacer. Es la que marca la pauta.

Ser mujer es un don, porque la maternidad es un don. Llevar en el vientre la vida de otro ser es maravilloso; dar a luz a ese ser, acogerlo en la vida, es una belleza y esto es propio de la mujer. Una señora mayor me dijo una vez que la maternidad era un ancla, porque centraba en el mundo con fuerza y en la atención a ese hijo que siempre será hijo. Una vez que se tiene un hijo se es madre por siempre y eso es un ancla.

Detenerse y pensar qué cosa es ser madre, esposa, hija, es importante. No tenemos que esperar a perder uno de estos vínculos para darnos cuenta de lo que significaban para nosotros.  Podemos concientizar ya, hoy, lo que significa ser madre atendiendo con más amor a nuestros hijos; lo que significa ser esposa, queriendo más al esposo; lo que significa ser hija, queriendo más a la madre, y así, no esperar a que quede el vacío para darnos cuenta de lo que lo llenaba. Detenerse a concientizar, aprender a amar más cada día, a conversar con los nuestros, a quererlos. Eso es lo que hay que hacer. Ejercer nuestro papel de mujeres amadoras, cariñosas, delicadas, es lo que hará que los que estén a nuestro alrededor comprendan qué papel juega la mujer en la sociedad y la respeten más.


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