Tuve oportunidad de ver la película Wonder Woman 1984 comenzando este 2021. Tenía grandes expectativas, puesto que me gustó mucho la primera entrega que vi de la Mujer Maravilla, y además, me confieso un fanático bastante aceptable de DC Comics.

Sin lugar a dudas, la película no fue lo que esperaba, pero más allá de juzgarla desde el punto de vista técnico y cinematográfico, quisiera resaltar algunas reflexiones relativas al tema económico y del ordenamiento social que se desprenden de la trama y el guión de Wonder Woman 1984.

A mi juicio, la historia de la película parte de la premisa según la cual los deseos humanos están basados en la idea de que la interacción humana se fundamenta en un juego de suma cero. Dicho de otra manera, se plantea que si una persona desea 1 millón de dólares, entonces, necesariamente, ese millón de dólares debe provenir del sacrificio de alguien más que lo deja de recibir. De esta forma, sucede el caos y la sociedad como un todo queda anulada en medio de la violencia y los disturbios.

Buena parte de Wonder Woman 1984 precisamente transcurre soportando este argumento. El villano –un inversionista petrolero- concede deseos por doquier con el objeto de obtener él mismo la mayor riqueza posible. En el camino, el hecho de garantizar los deseos de todas las personas que se atraviesan deriva en la destrucción del sistema que mantiene en pie la humanidad.

Pudiera argumentarse que el guión busca alertar sobre la codicia humana y cómo el desear cosas sin límite nos puede llevar a la destrucción. Es una alerta bastante recurrente no solo en Wonder Woman sino en buena parte de las expresiones artísticas, folklóricas, culturales e incluso religiosas de la humanidad. Sin embargo, esta premisa parece pasar por alto el hecho de que no necesariamente las relaciones humanas se guían por la premisa de un juego suma cero, y, al mismo tiempo, tampoco el sentido de evolución del hombre tiene que estar correlacionado con la idea de codicia.

No hay forma de explicar el progreso de la humanidad a través de la idea del robo y la sustracción, partiendo de la premisa en la que los hombres chocan por los recursos escasos y en medio de esa lucha la interacción social se traduce exclusivamente en violencia. Bajo este marco conceptual, pareciera que la sociedad únicamente está signada por el conflicto y no habría espacio para la cooperación. Sin embargo, nosotros planteamos una aproximación diferente: aquellos espacios en los que prevalece la paz, el intercambio y la referida noción de cooperación voluntaria son aquellos que tienden a generar mayor cantidad de riqueza, apertura y armonización de los intereses de la sociedad.

Si el mundo se basara en la idea del suma cero llegaría un momento en el cual los recursos escasos no pudieran expandirse más. Sin embargo, la evidencia empírica muestra que, hasta ahora, somos capaces de generar mayor cantidad de riqueza al tiempo también que existe mayor cantidad de seres humanos dentro de la Tierra. Si prevaleciera la teoría del suma cero, la expansión de la población –cada vez menos pobre en términos absolutos– no sería posible. Se afianza, de este modo, la idea de un orden extenso, el cual cada vez más complejo solo es posible a través del asentamiento de la noción de cooperación como premisa fundamental. Ciertamente, esta cooperación es compleja porque muchas veces se da entre seres que ni siquiera se conocen y cuyas actividades diarias, sin embargo, se entrelazan entre sí y le dan viabilidad al sistema.

Hace poco se confirmó la tercera entrega de la serie. Esperemos, por el bien de la Mujer Maravilla, que la cooperación voluntaria impere y hagan una producción digna de esta gran heroína.

 


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