Lo hemos dicho y escrito varias veces. Venezuela marcha a la deriva sin Constitución ni leyes apropiadas, sin orden y sin instrumentos para regular las relaciones entre los ciudadanos y quienes tienen la responsabilidad de dirigir al país. Tampoco las relaciones de la gente entre sí, por lo que la vida común puede convertirse progresivamente en un infierno hasta en lo vecinal. Esto determina que cada familia se cierra sobre sí misma. El objetivo básico es la defensa de lo suyo. Impedir, como sea, interferencias que puedan perjudicarla. Son numerosos los factores, pero este es importante en la decisión de muchos sobre permanecer o irse del país en la legítima búsqueda de seguridad y oportunidades para crecer y desarrollarse en un ambiente de libertad y verdadera democracia.

Todo esto y mucho más tiene solución. Sin embargo, para avanzar hay que salir de una vez y para siempre del más peligroso y hamponil régimen que ha destruido a la nación a lo largo de los últimos años. Nicolás Maduro no ha sido más que la continuación de Hugo Chávez, pero sin los recursos económicos que aquel dispuso y, adicionalmente, con una dosis de ignorancia impresionante. El socialismo del siglo XXI resultó ser un fraude. Otro fracaso del socialismo comunistoide. Ya está sobregirado.

Para el día de hoy no se trata de sumar muertos y heridos individualmente considerados. Estamos en presencia de verdaderas y reales masacres por las que nadie responde. Tanto en Caracas como en Guayana, en el Zulia, Táchira o Apure y en el resto de Venezuela. La realidad es tremenda. El negocio de la droga, macro- y microtráfico, la presencia de verdaderas estructuras del crimen organizado incluido, el terrorismo que algunos vinculan con la problemática del Medio Oriente y todo lo que puede derivarse de la falta de referencias legales y de autoridades con suficiente “auctoritas” como para ser acatadas por todos obligan a profundizar la lucha por el cambio radical necesario. Todos estamos convocados a esta tarea, incluida una comunidad internacional cada día más consciente de lo indispensable para todos de hacerlo realidad.

La Asamblea Nacional, única institución pública que conserva legalidad y legitimidad en el territorio nacional, acaba de aprobar en segunda discusión la reincorporación de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, desconocido por Chávez en su gobierno. Un paso más hacia la liberación en la medida en que se actúe con sensatez y coraje.

No puedo concluir estas líneas sin testimoniar el profundo sentimiento generado por la desaparición física de dos extraordinarias personalidades. Cada una en su mundo. Me refiero al maestro Carlos Cruz-Diez y a la Flaca, Carmen Victoria Pérez. El patrimonio humano de Venezuela está disminuido. Me refiero solo a ellos, sin desconocer otras recientes ausencias definitivas de amigos y conocidos.


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